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La Copa de la Liga

Viajar es hermoso. Quizás, lo mejor de ello es darte cuenta de lo que llega a suponer tu casa; aquello de echar de menos la rutina que siempre detestas. Tu hogar puede tener pocas cosas, pero lo que lo hace diferente son esos detalles que no puedes percibir ni llegar a soñar en otro lado. Cortarse el pelo en otro lugar que no sea tu peluquero de confianza puede ser un dolor de cabeza, nunca mejor dicho. Por ello, aunque sea por alejarte un poco de lo mejor que tienes es bueno salir; para cuando vuelvas a casa encuentres todo por lo que habías suspirado. La Champions League tiene ese punto tan especial. Si viéramos al Real Madrid enfrentarse a la Juventus cada seis meses perdería ese halo que exterioriza la máxima competición continental. Pero esa es otra historia.  

La Copa de la Liga es parecida. La competición menor de las menores, pisoteada por momentos, puede llegar a ser ese crucero lleno de octogenarios que te quitan el desayuno a las 8 de la mañana. Compararla con la Premier League es una osadía y muchos clubes la desechan. Sin embargo, a estas alturas, la Carabao Cup, que cambia de nombre como el que cruza la calle, agarra fuerza. Han llegado los cuartos de final. Cosa seria.

Convertir un martes que no hay Champions en un día representativo de nuestras vidas es una tarea altamente compleja. Que le pregunten al Liverpool, que se va a Qatar y deja a los sub-23 en Birmingham ante la chocante incapacidad de la Federación para dar una solución a un problema que parece de Fifa o Pes 2010, aunque en las versiones actuales, bochornosamente, todavía ocurra. Los campeones de Europa tienen dos partidos en dos días y nadie lo vio venir. Así es esta copa.

Aun así, ha dejado partidos preciosos. Choques vibrantes, goleadas y remontadas a mansalva. La Copa de la Liga te lleva al balompié más terrenal, más mundano. Abre la oportunidad a conjuntos pequeños a engrosar sus arcas con el dinero de sus entradas y da posibilidad a jóvenes que llaman a la puerta del primer equipo. Frotándose las manos están Colchester y Oxford, enfrentándose a los equipos de Manchester. Everton y Leicester, por su parte, quieren un pequeño trofeo que convierta sus temporadas en una maravilla inesperada. Porque si bien los de Brendan Rodgers están en un lugar primoroso, los de Merseyside, con Duncan Ferguson como capitán de la nave, necesitan un título para darle brillo a una sala de trofeos llena de polvo. El que limpie allí, tiene mucho trabajo.

El Aston Villa, rival del Liverpool, ni se lo cree. De fustigarse por un sorteo duro a mirarse y no creer lo que el dios del balompié le ha dado. Si a alguien se le ocurre despreciar la Carabao Cup, que me la de a mí. Puede que en algún momento la hayas mirado mal, o incluso la hayas detestado. Pero cuando sucede lo insólito, que parece tener abono en primera fila en este trofeo, llega al mundo entero. Y, al final, me he convencido mientras esgrimía las bondades de este torneo, contra todo pronóstico, convierte un martes cualquiera en el mejor día de la semana. Así, cuando llegue el sábado y todos los conjuntos dispongan de sus mejores jugadores se abrazará ese duelo con mayor ilusión. Quizás de eso vaya la vida: dotar de pequeños estímulos a la gente sin hacer grandes cambios. Para sentirse como en casa siempre.

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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