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La confianza en el espejo

Hay barreras psicológicas que tras
derribarse se avanza un maratón de golpe. Le pasó a España en los cuartos de
final de la Eurocopa 2008: superados los malditos cuartos de final, el título
estaba asegurado. Y le está sucediendo a este Madrid que temía coger vacaciones
en febrero. Los últimos diez minutos de la ida contra el PSG sacudieron el
miedo y absorbieron un nivel de confianza propia del que se acuerda que ha sido
tres veces campeón de Europa en los últimos cuatro años. 

Al Madrid le faltó salir de morado para
reeditar la final de Cardiff. Zidane dispuso el mismo once que entonces,
incluso con Isco escorado en la izquierda, a modo de espejo de lo que se vivió
en la segunda parte del 4-1. La Juve se vio derrotada: en el minuto 3, Marcelo
conectó con Isco por la izquierda y el malagueño se la puso al que siempre
llega antes que los demás. Ese gol terminó de llenar el depósito de confianza
madridista. A partir de ahí jugó como si el destino estuviera escrito. Le dijo
a la Juve: ataca todo lo que quieras, que aquí no entrarás. Una mano
inverosímil de Keylor, los cruces de Ramos, las anticipaciones de Varane. En la
mayoría de las veces, cuando al Madrid le llegan, algún balón acaba entrando y
empiezan las dudas y los aspavientos. Ayer no. Ayer daba la sensación de que el
Madrid estaba tan seguro que no le importaba jugar sin chaleco antibalas:
estaba Ramos, estaba Varane, y si no, estaba Keylor.

Como en la final de Cardiff, la Juve se
repuso tras el gol blanco, pero esta vez no empató. El que siguió los mismos
pasos mirándose en el espejo fue el Madrid: marcó el segundo y le guardó las
manos en el bolsillo a la Juve, se acabó la lucha. A la afición juventina le
dio tiempo antes a aplaudir a Cristiano Ronaldo por el soberbio golazo que
acababa de marcar. Con más de 400 goles anotados con la camiseta del Real
Madrid, hay que ponerse nuevos retos y hacía tiempo que el portugués se había fijado
uno: marcar de chilena. Lo intentó decenas de veces, algunas de manera ridícula
en su resultado, como un tiro libre que no toca ni aro. Cualquier otro habría
desistido, pero Cristiano ve toneladas de confianza cuando se mira en el espejo
(o en la cámara de selfies del móvil). Quería su foto enmarcada con un gol de
chilena y entró la que salió perfecta: la más alta y perpendicular, en cuartos
de la Champions, a Buffon y aplaudida por el rival. Mientras, el señor calvo
que marcó la volea más bonita y decisiva de la historia de la competición se
llevaba las manos a la cabeza.

Los mismos que fabricaron el primero
construyeron el tercero. Isco, Cristiano y Marcelo. 0-3 para no dejar ni un
resquicio de duda en la vuelta. El Madrid está en pleno vuelo continental y
lleva el mejor combustible posible: se creen que pueden ganar la tercera
seguida.

1987, Pinto (Madrid). Periodista deportivo. Un año en Marca y seis en La Sexta Deportes. Fútbol y ciclismo.

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