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La agonía de Solskjær

Es miércoles de EFL Cup, pero el Manchester United no está. Quizás no estar en esa copa tan loca que nos regala el calendario inglés es el menor de los problemas para el noruego, pero el descanso que tienen es un síntoma más de que los red devils están de capa caída. Sí, ya habían caído ante el West Ham en esa competición disfrazada de Jimmy McNulty: es igual de imprudente, con un sinfín de goles en todas las rondas, que bella. Parece que el dios que lleva el guion del trofeo desayuna whisky con cereales. Y todavía hay gente que la aborrece. Están locos.

El caso es que los de Old Trafford, espero que valga el símil manido hasta la saciedad, han convertido su teatro de los sueños en una absoluta pesadilla. Jugar en su estadio es una dura visita al dentista ante un público que, pese a los batacazos año tras año, sostienen el orgullo herido de una de las entidades más grandes del mundo. De hecho, cuando ven a su técnico haciendo el eterno paseo del banquillo al vestuario no suele haber un mal gesto de nadie. Debería ser lo normal, pero en un deporte tan manchado por algunos es digno de mención. Que se lo pregunten a Ronald Koeman.

En el verde, pese a poseer una plantilla que enloquecería a los youtubers que se dedican a abrir sobres, las cosas no salen. El entrenador saca a lo mejor que tiene, con onces que suelen acumular una infinidad de delanteros, pero que deprime a los que tienen que equilibrar cuando pierden la pelota. Quizás el problema de fondo nació en la pretemporada por firmar demasiados atacantes y obviar que falta un centrocampista de corte defensivo. Qué mal lo pasan Scott McTominay y Fred. Por no hablar de la defensa: Harry Maguire parece, cada vez que le hacen un primer plano, uno de esos enemigos de Arnold Schwarzenegger que tiene el final escrito en la frente. No va a salir bien.

El fichaje de Cristiano Ronaldo ahora levanta ampollas. El portugués, que sabemos que los años pasan por él porque actualizamos su página de Wikipedia, sigue exactamente igual que desde sus últimos años en el Real Madrid: marca muchísimos goles, pero le siguen achacando la falta de esfuerzo en el plano defensivo. Su poca implicación en la presión, sumada a la inagotable fuente de perfiles ofensivos en el esquema del Manchester United, dejan al cuadro de Solskjær con un evidente problema defensivo. El Liverpool lo demostró hace unos días sangrando la espalda de los centrocampistas. Algunos reclaman ya la cabeza de su entrenador, que parece vivo por el glorioso pasado que posee como futbolista. El presente, cada día que pasa, es una pesadilla.

Imagen de cabecera: Getty Images

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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