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Fútbol

Juzgar un oficio

«Es muy malo». «No sabe defender». «No tiene calidad para jugar de otra forma». «Ya ha jugado sus mejores partidos». «No tiene gol».

Es común escuchar este tipo de expresiones por parte de los que nos dedicamos a hablar de fútbol en los medios de comunicación, sean convencionales o no (como no podía ser de otra forma, me coloco el primero de la fila, también he cometido semejantes injusticias). Las opiniones, a veces, son dardos tan afilados y categóricos cuando se está juzgando el trabajo de alguien que no nos damos cuenta de su trascendencia y repercusión, por no hablar de la afectación, directa o indirecta, que tiene sobre el personaje o sobre su entorno.

Ocurre algo parecido con los profesionales de los medios de comunicación, siendo constantemente analizados y juzgados por los usuarios de las redes sociales (unas veces, espectadores de esos medios; otras, meros observadores de la realidad, sigan o no el trabajo del profesional al que juzgan). Cuando intentas reflexionar sobre el porqué de esa tendencia que tenemos de juzgar de forma tan categórica y exagerada, encuentras algunas explicaciones.

Para comenzar, el fútbol es un terreno pasional, en el que se mueven de forma muy poderosa las emociones. Eso afecta de forma decisiva a la postura del aficionado, pero también condiciona el oficio de analista u observador que, además, debe de llevar asociada una responsabilidad como tal. Ahí, entrando en el mundo de la opinión, lo más sencillo es exagerar hasta el extremo. La opinión está llena de adjetivos, y cuanto más exagerados sean estos, más atención le llamarán al aficionado, sobre todo si se está hablando de su equipo o del máximo rival, en un mundo como este, tan polarizado.

Para seguir, todo lo que tiene puesto un foco es atractivo para la crítica. Los profesionales del deporte de élite (sobre todo los futbolistas), y en menor medida, los comunicadores, estamos expuestos a la opinión pública porque nuestro trabajo es seguido por mucha gente. Nosotros estamos en ese cruce de caminos (no siempre bien llevado) de ser al mismo tiempo juzgadores y juzgados, pero el deportista, sea jugador, técnico o árbitro, normalmente asume el papel de juzgado, y la dimensión de sus actos siempre puede resultar exagerada por parte de los que les observamos (y a veces, en el juicio entre ellos mismos).

Vivimos en una sociedad en la que algunos pretendemos saber de todo. En el cuerpo de una sola persona somos capaces de ser jueces, abogados, deportistas, médicos, epidemiólogos, maestros, programadores de TV, ingenieros o periodistas, sin estar formados en la mayoría de esas disciplinas. Y cuando no conoces desde dentro la realidad de otro, existe la posibilidad de que tu juicio sobre ella sea al mismo tiempo más mordaz pero también más injusto. Si el periodista tiene fuentes dentro de un club, recibirá la percepción de otros, y podrá analizar (y transmitir) el punto de vista de otros, pero sin conocer el día a día en el trabajo de ese club, seguirá faltándonos percepción para saber realmente qué está pasando ahí dentro, al igual que a un observador externo del trabajo de un comunicador podría cambiarle la perspectiva con pasar sólo unas horas en la redacción de un medio profesional.

Llegamos así al punto de destino: la falta de empatía. Hace unos días, me encantó escuchar la reflexión en COPE de Fernando Morientes, que lo ha ganado todo a nivel de clubes como futbolista profesional, que tiene el carnet de entrenador y que desde hace unos años, ejerce como comentarista de fútbol en medios de comunicación. «Me acerqué a vuestro trabajo, y eso me ayudó a entenderos mejor». Yo creo que nos podría pasar lo mismo a los que opinamos en un momento dado sobre el «tremendo error» de un portero, un delantero, un técnico, un árbitro o un dirigente. Es posible que acercarte al trabajo de otro, con sus características y sus propias dificultades, te pueda llevar a entenderle mejor. Dependerá también del nivel de tolerancia al error (más ajeno que propio) que tengamos cada uno, algo incomprensible si piensas que el error forma parte del día a día en cualquier actividad profesional o personal.

Personalmente, valoro mucho la perspectiva global que tienen los compañeros de profesión que han tenido en algún momento la oportunidad de ejercer el papel de periodista o comunicador, y de trabajar en un club o agencia de representación de deportistas. Algunos de ellos siguen trabajando para clubes y, por motivos obvios, se han alejado de nuestro foco para poder hacer su trabajo en las mejores condiciones posibles. Sospecho que, si algunos de ellos leen este artículo, asentirán con la cabeza.

No pretendo que se acaben los debates, ni que dejemos de juzgar el trabajo de otros, algo que forma parte inevitable de nuestra labor. Al contrario, escribo estos artículos para generar debate y que cada uno opine lo que quiera. Y así seguirá siendo. Sólo digo que a mí me ha pasado eso en muchos órdenes de la vida: entendiendo el trabajo de otros (y sus circunstancias) aprendes a valorarles. Yo, por mi parte, puedo responder por mí. Espero ser cada vez menos injusto, aunque me siga equivocando, cosa que será inevitable.

Imagen de cabecera: Becker/Fox Photos/Getty Images

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