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Real Madrid

Jornada completa

No
falló Vallecas a la última ocasión de alentar a un conjunto que su destino
parece mascullar que se asoma a segunda, pero que el equipo niega con la
cabeza. A contracorriente. Esta vez recibía a un Real Madrid con más que perder
que ganar, en su castin particular, sin dar un esbozo de lo que pasará en
verano. Absoluto hermetismo. Hay más de un futbolista que parece que el curso
que viene no se vestirá con la zamarra blanca pero que sigue disputando una
temporada en la que los blancos piden la jornada intensiva: acortar jornadas.
Pero eso nunca pasará. Deben jugar lo que les queda.

Los
de Zinedine Zidane salieron con el rombo de su primera etapa, con Dani Ceballos
como mediapunta. Al andaluz, que le gusta conducir desde atrás para atraer y
poder soltar cuando fija rivales, le costó entrar a un encuentro al que el Rayo
le invitó, de buenas maneras, a lanzar balones a la espalda de su zaga, por su
altísima línea defensiva. Sin embargo, la incapacidad de Gareth Bale a crear
fútbol le dejó otra vez en suspenso; especialmente tras un fallo que no debería
recordarse porque Jesús Vallejo había realizado un penalti previo. Pero ya está
en la retina de todos. Mariano le dio un pase de la muerte que erró tras un mal
control y su eterna displicencia sobre el césped. Los locales estaban por
encima.

Los
rayistas, por su parte, con un gran Pozo, que impusieron una mezcla entre 4-4-2
y 4-2-3-1, contaban con las indudables ayudas de los extremos de su conjunto.
Bebé y Embarba secundaron sin cesar a sus laterales, que no tenían referencia que
marcar. Luka Modric, acostumbrado a tener una ayuda en banda, se metió en un
agujero negro personal perdiendo muchos balones y sufriendo a la hora de tener
que ayudar a Dani Carvajal. Sin encontrarse los de Zidane se iban al descanso
perdiendo, algo que ya es rutina en el elenco blanco. Las tostadas por la
mañana, el atasco y el café de la sobremesa. Ir por debajo en el marcador
parece que también hay que añadirlo a lo normal.

En
el segundo tiempo Zidane no quiso agitar el árbol, esperando a que reaccionara
un conjunto insípido, marchito y desorientado. Lógicamente, los problemas
continuaron reproduciéndose, sin final, porque nadie revive porque sí. Además
de romperse con facilidad atrás, a los blancos les costaba rajar con sus
interiores, que tiraban diagonales inocuas que dejaban un desaguisado atrás de
dimensiones hercúleas. Si alguien debía remontar el encuentro se llamaba Brahim
y se apellidaba Díaz. Tenía media hora para remontar el choque.

Su
primer regate, al poco de entrar, ya le dio sentido a una irrupción que supuso
que el Madrid fluctuara a un 4-3-3 que dejó a Bale a pierna natural. Pero ni
así, ni con Isco en el verde y sin poder aprovechar los nervios del Rayo por la
cercanía de la guillotina de la segunda división. El Madrid volvió a perder
otro partido de una temporada que todos quieren olvidar y que nadie quiere
jugar. Quizás Brahim, sabiendo que su futuro está en lo que haga en el
presente. ¿Y los demás? Nadie da una respuesta. 

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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