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Premier League

Gareth Southgate: se acabó la novedad

Gareth Southgate cayó de pie en la selección inglesa. La acababa de liar el bueno de Sam Allardyce, pillado en un vídeo afirmando que podían fichar futbolistas de manera irregular con el amparo de la FA, y no se dudó en relegar a un hombre que nunca tuvo el favor del aficionado. Demasiado se había compartido su vídeo bailando en un barco de las costas españolas, lugar que parece que ama. Inglaterra era un lugar sin esperanza. Y Big Sam no podía encontrar ese amor que buscaba mientras bailaba a Rihanna.

https://twitter.com/FootbalIStuff/status/755826656120541184

Southgate se desmarcaba de esa idea totalitaria y añeja que han tenido los inventores del fútbol. Decían ser los mejores hasta que Hungría, en 1953, humilló a los pross en su propio feudo. Sin embargo, hay gente que sigue creyendo en ese concepto cercano a Nigel Farage. El de Watford era lo contrario: un técnico abierto, valedor de los entrenadores extranjeros que no llegaban a la Premier League para conquistar. Pep Guardiola, Jurgen Klopp o Antonio Conte no eran reencarnaciones de Blas de Lezo. Sus dogmas, tan distintos a lo que fue ese balompié que alguna vez funcionó, dotaban a su liga un cariz inigualable. Y eso es lo que siempre ha buscado con su combinado nacional. Beber de distintas maneras de ver este deporte.

Su equipo ha ido sufriendo diferentes cambios hasta el momento actual, donde se critica su figura. Sus esquemas y sus futbolistas han sido cambiantes, sin casarse con ninguno, y aceptando una defensa de tres centrales que le ha otorgado buenos resultados en sus grandes torneos. Su cuarto puesto en Rusia y sus semifinales en la Uefa Nations League no pueden ser considerados como un fracaso. Su adaptabilidad y su predisposición para darle voz a los jóvenes, recordando su buen trabajo con las inferiores, puede ser incluso más valorable que lo anterior.

Su pasado como futbolista explica muchas cosas. Southgate era un lateral sufridor, de la antigua usanza en los años 90: bueno defensivamente y menos ducho cuando debía tener el cuero. Como técnico ha sido todo lo contrario, cumpliendo uno de los mayores tópicos: ser lo opuesto en el banquillo a lo que fuiste en el verde. Aunque no siempre se cumple. Se le recuerda su penalti fallado ante Alemania, en la Euro 1996, que negó la oportunidad de dejar el torneo en casa. “It’s coming home…”, cantaban antes de su lanzamiento desde los once metros. Hasta que lo marró. Él mismo reconoció que aquel camino hasta el punto fatídico se le hizo eterno. Igual que la espera a que la selección haya vuelto a ilusionar a una afición entregada, ávida de ilusiones. Se ha acercado con Southgate; ese tipo cauto, educado y circunspecto. Ahora que ya no es una novedad, piensan en reemplazos. Si quieren que sea un técnico inglés, deberán reflexionar si de verdad hay alguien mejor que el que ocupa uno de los banquillos más complejos del mundo. Habría que verlo.

Imagen de cabecera: Michael Regan/Getty Images

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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