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Fue bonito mientras duró

Se acabó el cuento de hadas de los Philadelphia Eagles. Su eliminación en la ronda divisional a manos de los New Orleans Saints es el fin de una de las historias más épicas que se recuerdan en la NFL: la de un quarterback suplente llamado Nick Foles liderando a un equipo por el que nadie daba un duro a ganar la primera Super Bowl de su historia.

Todo comenzó a mediados de diciembre de 2017, en Los Ángeles. Carson Wentz, el QB titular de los Eagles, se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda y dijo adiós a la temporada. Wentz estaba rindiendo a tal nivel que llegó estar entre los favoritos para el MVP. El conjunto de Filadelfia marchaba 11-2 en el momento de la lesión de su jugador estrella. Sin él, las opciones de hacer algo importante en Playoffs se reducían al mínimo.

¿Por qué tantas dudas con el que estaba siendo el mejor conjunto de la NFC? Por el reemplazo de Wentz: Nick Foles. El de Arizona era un viejo conocido de la parroquia de los Eagles, pues estuvo en el equipo entre 2012 y 2014. Un año a la sombra de Michael Vick, otro a nivel Pro Bowl (récord de 7 pases de touchdown en un partido incluido) y la caída. A sus 25 años, Foles inició una espiral descendente hacia la suplencia eterna. Terminó 2014 perdiendo el puesto en favor de Mark Sánchez y en 2015 fue traspasado a los St. Louis Rams, donde acabó el año como suplente de Case Keenum. En 2016 fichó por los Kansas City Chiefs asumiendo desde el principio el papel de QB2, al igual que un año después cuando decidió volver a los Eagles.

¿Qué versión de Foles veríamos, la de 2013 o la mostrada en los demás años de su carrera? Doug Pederson mostró plena confianza en él y la afición de los Eagles también aunque nadie apostase nada por ellos. Aceptaron con orgullo el papel de underdogs y en el Lincoln Financial Field proliferaron las mascarás de perro.

Con Foles a los mandos Philadelphia aseguró el bye de primera ronda y el factor campo en todos los partidos de postemporada. En Playoffs se deshicieron de los Falcons y de unos Vikings que llegaban con la moral por las nubes tras eliminar a los Saints en el llamado Milagro de Minneapolis. Pero lo mejor estaba por llegar en el gran escenario del fútbol americano.

U.S. Bank Stadium de Minneapolis, 4 de febrero de 2018. Super Bowl LII. Enfrente, los New England Patriots de ese tal Tom Brady eran los favoritos para alzar el Trofeo Vince Lombardi. Hasta ahí nada que cualquier fan de los Eagles no supiera. Ellos sabían que no tenían nada que perder y eso siempre es una motivación extra, pero para vencer a los Patriots se necesita algo más que confianza. Era necesario arriesgarse, y Foles estaba dispuesto a ello. De ahí salió la jugada por la que la SB52 será recordada.

A falta de 38 segundos para el descanso, los Eagles mandaban 15-12 en el marcador y estaban en cuarto down y goal. Podrían haber sido conservadores y chutar un field goal que asegurara tres puntos, pero Foles tenía algo en mente. El QB pidió tiempo muerto, se acercó a su entrenador y le preguntó “¿Quieres la Philly Philly?”. Tras un par de segundos de duda, Pederson se lanzó. “Sí, hagámosla”. El 9 de los Eagles anunció la Philly Special, que resultó ser una jugada de engaño que culminó en TD de recepción para el propio Foles. Se convirtió así en el primer jugador en dar y recibir un pase de touchdown en toda la historia de la Super Bowl.

La ambición llevó a los Eagles a ganar la primera Super Bowl de su historia y a Nick Foles a ser nombrado MVP del encuentro. Qué dura iba a ser para él la vuelta a la realidad de la suplencia, aunque esta no se produjo de manera inmediata. Wentz no llegó a tiempo para el inicio de la temporada de 2018, por lo que Foles pudo darse dos homenajes en forma de titularidad.

El año de los Eagles estaba siendo tremendamente irregular, y Wentz no se parecía al del año anterior. Las dudas con respecto a su físico se acentuaban con el paso de las semanas, hasta que llegó un punto en el que el staff técnico decidió no arriesgar más y decidieron que no jugaría más. A falta de tres partidos, los Eagles se jugaría el acceso a la postemporada con Nick Foles. Necesitaban ganar esos tres partidos y que los Vikings perdieran al menos uno. Y eso fue lo que sucedió. La derrota vikinga en Chicago daba a Philly el último billete para los Playoffs, donde les esperarían… los Bears.

De nuevo en la última fase de la temporada, de nuevo como underdogs. Cuando Cody Parkey falló a falta de dos segundos el field goal de la victoria de los Bears dando a los palos no una, sino dos veces, se dijo eso de “Nick Foles lo había vuelto a hacer”. No olvidemos que menos de un minuto antes el QB había liderado el posteriormente drive ganador. Foles mostraba una vez más mucha confianza en sí mismo, algo necesario para la ronda divisional en la que esperaban los Saints, el mejor equipo de la NFC. Al término del primer cuarto en Nueva Orleans, 0-14 para los Eagles. Fue un espejismo. Finalmente Brees y compañía se impusieron por 20-14, por lo que el vigente campeón se iba para casa.

Nick Foles ha escrito uno de los mejores relatos de la historia de la NFL en solo trece partidos. Lo más lógico es que escriba el siguiente capítulo lejos del Lincoln Financial Field… o tal vez no. Ofertas de otros equipos no le van a faltar, aunque no son pocas las voces que opinan que los Eagles deberían apostar Foles y traspasar al talentoso pero frágil Wentz. Puede que estemos ante una de las situaciones que más literatura genera en la NFL: la quarterback controversy.

Periodismo UCM. NBA en @SpheraSports y Sporting en La Voz de Asturias (@sporting1905).

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