109/Eder. Un número, un nombre y un recuerdo que los franceses van a tardar en olvidar. Francia soñaba y se despertó, o la despertaron, de forma cruel. Gignac tuvo una ocasión clarísima en el descuento, pero perdonó, lo pagaron y la sensación, ahora, es que la selección gala ha desperdiciado una oportunidad de oro. Una sensación de fracaso pese a ser, poca broma, subcampeones de Europa.
28 de mayo de 2010. Francia es elegida sede de la Eurocopa por tercera vez en su historia. El país galo tiene un sueño: ganarla en casa. Hay tiempo, 6 años, pero también muchas cosas por hacer, tal y como el Mundial 2010 y la Euro 2012, posteriormente, reflejaron.
Por plantilla, y pese a las bajas de jugadores como Varane, Gameiro o Benzema, Francia se plantó en el debut del torneo con el mejor equipo en cuanto a posible potencial. Este, pero, no arrancó de la mejor manera. Las individualidades, en especial las de Payet, daban victorias a los anfitriones, pero no despejaban las dudas. Casualidad o no, una sanción a Kanté en la fase de eliminatorias provocó un cambio táctico de Francia y la consecuente llegada del show. Griezmann pasó de la banda a jugar al centro con libertad y Francia saco tajada de ello. Al menos, hasta la final, partido en el que, pese al arreón inicial, los franceses ofrecieron poco fútbol: no supieron aprovechar la baja de Cristiano.
La Eurocopa, pese al desenlace final, deja clara una cosa: Francia se está regenerando bien. La selección gala actual no tiene nada que ver con aquella que se la pegó en el Mundial 2010: ha habido una evolución. Y es probable que, si se sigue trabajando con el mismo ímpetu, esta continúe.
Francia, en definitiva, cayó. Y sufrió una derrota que difícilmente olvidarán. Por plantilla, por circunstancias, por contexto. Ahora les toca reflexionar y levantarse. Al fin y al cabo, independientemente de lo ocurrido, por alternativas, pero sobre todo por juventud, tienen equipo para seguir luchando por cosas importantes a corto plazo. Y lo harán.
