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Fondo Blanco ‘Vintage’: Roberto Carlos
La primera imagen que tengo guardada de Roberto Carlos fue un lunes. No recuerdo muy bien por qué, pero el Madrid jugó un lunes de septiembre contra el Betis en el Villamarín. El lunes era día de compra en mi casa. Como todavía no podía quedarme solo, me asomé a un bar del centro comercial mientras mis padres compraban. Allí descubrí al lateral brasileño. Vi el gol de falta que marcó con el empeine exterior un jugador pequeñito, con pendiente en la oreja izquierda, pelo corto (todavía no lo llevaba rapado) y con el 3 a la espalda.
El 3 blanco siempre fue un hombre de ataque. Aprovechaba su velocidad para recuperar la posición que solía perder en defensa, pero lo que le apasionaba era correr por el filo del campo. Siempre doblando al compañero de turno, llegando a la línea de fondo contraria. Desde ahí marcó un gol imposible al Tenerife que dejó mudo a todo el mundo.
Cuando se aproximaba al área rival, Roberto Carlos jugaba a derribar bolos. Si quedaba alguno en pie, lo remataba Raúl. Esa jugada se convirtió en un recurso recurrente. El brasileño enviaba un balón raso y envenenado para que algún pie propio o ajeno lo metiera en la portería. Raúl solía andar bastante listo en esas tareas. Precisamente, así llegó el gol de Mijatovic en ‘La Séptima’. Muchos olvidan que todo empezó con Roberto Carlos tirando al bulto.

La primera imagen que tengo guardada de Roberto Carlos fue un lunes. No recuerdo muy bien por qué, pero el Madrid jugó un lunes de septiembre contra el Betis en el Villamarín. El lunes era día de compra en mi casa. Como todavía no podía quedarme solo, me asomé a un bar del centro comercial mientras mis padres compraban. Allí descubrí al lateral brasileño. Vi el gol de falta que marcó con el empeine exterior un jugador pequeñito, con pendiente en la oreja izquierda, pelo corto (todavía no lo llevaba rapado) y con el 3 a la espalda.
El 3 blanco siempre fue un hombre de ataque. Aprovechaba su velocidad para recuperar la posición que solía perder en defensa, pero lo que le apasionaba era correr por el filo del campo. Siempre doblando al compañero de turno, llegando a la línea de fondo contraria. Desde ahí marcó un gol imposible al Tenerife que dejó mudo a todo el mundo.
Cuando se aproximaba al área rival, Roberto Carlos jugaba a derribar bolos. Si quedaba alguno en pie, lo remataba Raúl. Esa jugada se convirtió en un recurso recurrente. El brasileño enviaba un balón raso y envenenado para que algún pie propio o ajeno lo metiera en la portería. Raúl solía andar bastante listo en esas tareas. Precisamente, así llegó el gol de Mijatovic en ‘La Séptima’. Muchos olvidan que todo empezó con Roberto Carlos tirando al bulto.

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