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Fiorentina, el odio es sólo blanco y negro

De las grandes ciudades de Italia, Florencia y Nápoles son las únicas que no tienen la alegría de un derbi. La Fiorentina ha sido la gran reina del fútbol en la cuna del Renacimiento y a nivel regional ha tenido que conformarse con las rivalidades con Pisa, Empoli, Siena, Livorno y Arezzo dentro de la misma Toscana mientras que con el Bologna disputa el llamado “Derbi dell’Apennino”. Pero ninguna rivalidad se puede comparar con la que la ciudad vive con la Juventus; una rivalidad que quizás sólo aquellos que han asistido a Fiorentina-Juventus pueden describir. No se puede decir lo mismo de un Juventus-Fiorentina porque para los seguidores La Vecchia Signora, con la Viola se trata de una de las tantas rivalidades, pero para los toscanos es LA rivalidad, con mayúsculas. Una rivalidad que llega al odio con la franja más extrema de la hinchada viola, capaz de mofarse de los 39 juventinos víctimas de la tragedia de Heysel o de quemar la sede de la única peña juventina en Florencia, pero nos remitiremos sólo a los hechos deportivos.

Cuentan los historiadores que hay que remontarse hasta el 7 de octubre de 1928 para encontrar las primeras piezas en este puzzle de una rivalidad infinita. Aquel día, la Fiorentina perdió 11-0 en su visita a Turín, un resultado que le costó al conjunto fiorentino humillantes titulares en la prensa como un “Firentina un… dici nulla?”, ¿Fiorentina, no dices nada? Haciendo un juego de palabras con el dialecto fiorentino. Algo parecido sucedió 25 años después cuando el resultado fue 8-0 a favor de los bianconeri. Aquellos dos partidos quedaron en la memoria viola pero no fue hasta la temporada 1981-82 cuando nace un odio implacable.

Era el 6 de mayo de 1982, última jornada de la Serie A. Juventus y Fiorentina llegaban colíderes y ambos equipos se jugarían el Scudetto en lejos de casa: los bianconeri visitaban a un Catanzaro que ya había asegurado la permanencia, mientras que la viola jugaba en casa de un Cagliari que aún no había salvado matemáticamente la categoría. En caso de acabar empatados en la punta de la tabla de posiciones, el campeón se definiría en un desempate.

En Cagliari, al minuto 60 llegó la primera gran emoción de aquella tarde de primavera. Un balón de Giancarlo Antognoni encontró la cabeza de Francesco ‘Ciccio’ Graziani, que anticipaba al portero Conti: era gol. El silencio inundó el estadio por unos segundos; con los seguidores del conjunto sardo que veían el fantasma de la Serie B cada vez más cerca hasta que notaron que el árbitro Mattei no señalaba el centro del campo sino una obstrucción de Bertino al portero local anulando así el gol. Faltaban 15 minutos para que acabara todo cuando el árbitro Pieri, en Catanzaro, señaló un penal a favor de la Juventus: Brady anotaba para regalar el Scudetto 21 a la Signora. “Nos robaron el Scudetto”, fueron las palabras de Antognoni, que quedaron grabadas por siempre en el sentimiento viola hacia la Juventus.

 

Europa amarga para la Fiorentina

Siempre polémica y amarga para fue la final de la Copa UEFA 1989-90. Como preámbulo, es necesario explicar que aquella era la temporada que conduciría a las “noches mágicas” de Italia ’90 y las remodelaciones que se llevaron a cabo a muchos de los estadios sede del Mundial obligaron a sus equipos a jugar la mayor parte de la temporada fuera de casa, entre ellos la Fiorentina que jugaría sus partidos de local en el Renato Curi de Perugia.

Para el partido de ida de la final, disputado en Turín, la Juventus se impuso 3-1 pero la Fiorentina recriminó al árbitro Soriano Aladren que el gol del 2-1 había sido irregular en cuanto Pierluigi Casiraghi había anotado tras liberarse de la marca de Celeste Pin con una falta, además de una serie de episodios que consideraba que había inclinado injustamente el partido en contra. La ira alcanzó niveles estratosféricos y Giuseppe Volpecina juró que en el partido de vuelta masacrarían a la Juventus.

Para el partido de vuelta, la Fiorentina tenía un panorama complicado no solo en cuanto en desventaja en el marcador global sino porque se encontraba sin casa ya que el Franchi había sido suspendido tras el partido de semifinales contra el Werder Bremen, cuando dos hinchas fiorentinos invadieran el campo y atacaran a Oliver Reck, portero alemán. Los posibles estadios fueron Napoli, Roma, Verona e incluso Montecarlo, pero al final el partido se hizo en Avellino, ciudad históricamente juventina. El encuentro acabó 0-0 con la Juventus alzando su segunda Copa UEFA.

A la amargura de haber perdido nuevamente un título contra su acérrimo rival, la Fiorentina tuvo que afrontar el hecho que aquel partido fue el último de Roberto Baggio con la camiseta viola: el Divino Codino había firmado con la Juventus.

A 20 años del gol más bonito

Cuatro años después se dio otro evento que los viola tienen vivo en el recuerdo como uno de esos días que pudo ser feliz y acabó siendo un pesadilla. Domingo 4 de diciembre de 1994, la Juventus recibía a la Fiorentina en un partido de Serie A. Los visitantes se habían adelantado con Baiano y Angelo Carbone en un partido que parecía ir por una sola calle, hasta el minuto 70. En las filas locales no aparecía Roberto Baggio, ausente por lesión, y en su lugar estaba un jovencito de buenos pies que para entonces todos apuntaban como una promesa del fútbol italiano, un tal Alessandro Del Piero.

Los bianconeri, dirigidos por un joven Marcello Lippi, empezaron a apretar y consiguen el gol de la mano de Gianluca Vialli, que empataba el partido con un doblete en tres minutos (73′ y 76′). Nadie quiere conformarse con un punto pero todo parece indicar que el marcador no se moverá más hasta que a falta de tres minutos llega al área fiorentina un centro de Alessandro Orlando que Del Piero logra acariciar con el externo del pie derecho para bañar al portero Francesco Toldo y anotar el que el mismo atacante define el gol más bonito de toda su carrera.

La Fiorentina tardó casi dos décadas en devolverle algún disgusto a la Juventus, cuando el año pasado la Juventus ganaba 0-2 en el Artemio Franchi pero en el segundo tiempo un ‘hat trick’ de Giuseppe Rossi y un gol de Joaquín decantó el encuentro a favor de los locales 4-2 ante el delirio de su público. Pero al final, la temporada quedaría a favor de la Juventus, que se llevaría el duelo de vuelta y el doble enfrentamiento de cuartos de final en la Europa League.

No le hace falta un derbi a Florencia. En la Juventus la ciudad y toda la hinchada viola tiene mucho más que eso.

Valencia (VE), 1980. Periodista y trotamundos. De Venezuela a España, vía Boston, Bolonia y Turín. Deportes en general, fútbol en específico y si es italiano mejor. Zebra con Z. Estamos hechos de la misma materia que los sueños.

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