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Con las maletas preparadas

No debería estar escribiendo sobre Finlandia. Lo normal, sabiendo que los finlandeses están con la maleta preparada para volverse a casa, sería hablar sobre un conjunto que ya está en octavos de final. Solo así este artículo podría ampliar su fecha de caducidad. Pero no pasa nada. Casi todo prescribe ya en unas horas, así que mejor sentirse como Alatriste en las calles de Madrid: olisqueando querella para batirnos en duelo a la mínima. Y todo porque estamos enfadados. Los finlandeses, tras sumar un triunfo agridulce en la primera jornada, con el trauma de Eriksen agarrado a nuestro cuerpo, se han quedado con tres puntos que no parecen suficientes para progresar a la fase final.

Me encanta imaginarme cómo estarán ahora mismo los futbolistas en la concentración. Es lo de siempre: uno cree que estarán viendo todos los encuentros con fervor, pero la realidad es que muchos profesionales, por estar todo el día tan cerca del deporte, prefieren hacer otras cosas -prosaicas o no- en su tiempo libre. Aun así, ahora les toca aferrarse a la calculadora y esperar que haya dos terceras peores que ellos. Difícil, pero no imposible. Pukki y Pohjanpalo, que han caminado por la Eurocopa como dos vaqueros en busca de su sobrina secuestrada, como en Centauros del Desierto, esperan el milagro de clasificarse habiendo marcado un solo gol. Tiene sentido porque ambos, imagino, se habrán divertido poco en el verde con el pobre planteamiento ofensivo de los suyos.

Markku Kanerva, seleccionador y profesor de primaria, se asemeja en todo en lo que uno se espera de un maestro. Tanto en lo físico como en sus acciones en esta Eurocopa multisede. Si sus dos arietes han sido dos islas durante todo el torneo es porque el cuadro finlandés no poseía la calidad suficiente para competir de tú a tú a nadie en el grupo. El 5-3-2 tenía una idea clarísima: un bloque medio en el que la defensa del área, con sus tres centrales, era el objetivo primordial.

La calidad, más allá de los centros de los carrileros a sus dos arietes, la ponía un Glen Kamara dispuesto a coser un huevo y freír un alfiler: aquí el esfuerzo no se negocia. Pese a ser el faro del cuadro, debía correr para conservar su puesto. Hoy Lukáš Hrádecký, que se marcó en propia puerta, está preparando las maletas. Es decir, está realizando lo que más pereza da en el verano. Algunos aprovecharán estos días de espera para matar el tiempo con el pádel; otros, estoy seguro, se aferrarán a la esperanza de resultados milagrosos desde el televisor, esperando que dos y dos den ocho. Cada uno a su manera. Ya saben que, ocurra lo que ocurra, ya han hecho historia. Pero qué bonito sería prolongar su estancia allí. Así, quizás, esto no caducaría el miércoles. Al final cada uno piensa en lo suyo.

Imagen de cabecera: Imago

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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