En un fútbol mediatizado, lo genuino sigue siendo necesario. Es una especie de bálsamo para curarnos las heridas. Siempre hay una noticia que nos abre la cicatriz. Por suerte, cada vez que escuchamos a Pacheta nos reconcilia con ese deporte que tanto nos gusta y nos sana como una tirita mágica y milagrosa.
José Rojo tiene la mochila llena de destinos y las botas desgastadas de kilómetros. Quizá eso de que entrenara hace años en el país de las sonrisas (Tailandia) ha hecho que nos contagie ese gesto con solo mirarle. Ya lo dicen, los viajes nos hacen volver diferentes a cómo nos marchamos. Si algo le sigue acompañando indudablemente durante todo su trayecto es su naturalidad y autenticidad.
De Pacheta deberíamos tomar nota, al menos, para vivir con el mismo entusiasmo y normalidad. Es tan natural que nos resulta fácil imaginarle comprando el pan, leyendo un libro en pijama, montando en bicicleta o parándose dos minutos para saludar al vecino. Explicaba en ‘El tercer tiempo’ que lo que más le halaga es cuando sus jugadores le dicen: ‘Míster, eres un tipo normal’. Además, parece de esas personas que llevan la pasión inherente, bien pegada a la piel. No se la olvida nunca en el cajón de las llaves. Sale con ella todos los días, tanto si está despejado o nublado.
En estos tiempos, a la mínima duda, los clubes colocan las maletas en la puerta de salida y conceden una palmadita en la espalda. Tener memoria es una gran virtud. Aunque los pucelanos sumaran cinco derrotas consecutivas en el pasado mes de enero, el técnico no tiritó de frío. El calor de la fe ciega es capaz de destruir un bloque de hielo. Y para que el depósito no se ponga en reserva, el mercado le ha traído nueva gasolina para encarar un recorrido en el que sabe de sobras que “va a tocar sufrir como perros hasta el final”.
Tras sus dos últimas victorias, una de ellas ante un hueso como la Real Sociedad de Imanol Alguacil, decía sobre su modus operandi: “No me canso de dar cariño”. Probablemente ese sea el leitmotiv de los que logran liderar victorias medidas, derrotas de valor, ascensos y permanencias. Una parte esencial de la filosofía de Pacheta. Pucela está llena de adeptos. Un abrazo en la banda, una palabra acertada en el momento adecuado. No lo olvidemos nosotros en el cajón de las llaves. También nos queda una vida en la que sufriremos como perros por conseguir lo que queremos. Hagámoslo desde el cariño.
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