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Esa última noche

La noche tiene algo que no nos han contado. Hay gente que prefiere poner su alarma bien pronto por la mañana y empezar el día con ilusión; seguramente con una frase de Paulo Coelho. Eso era imposible para Ronaldinho. Detrás de su imborrable sonrisa escondía miedos que solo podía apartar durante 90 minutos en el verde. Lo demás lo llevaba a las discotecas más selectas de Barcelona, repleto de personas para acabar sintiéndose solo. Casi como un detective: un Philip Marlowe sin patria, ilusión ni destino. Se perdía y nadie se atrevió a tenderle la mano. Ya era tarde.

El 20 mayo de 2007 fue una de aquellas últimas ocasiones que disipó sus temores en el verde de un Vicente Calderón que no daba crédito. Messi, Eto’o y Ronaldinho martilleaban sin cesar la portería del imberbe Cuéllar. Todo iba mal. El Atlético de Madrid, peleando por entrar en Europa, tenía sentimientos encontrados. No se puede decir, por supuesto, que los colchoneros desearan que su equipo perdiera. Pero, oye, caer era un mal menor porque podía significar que el Real Madrid perdía comba por una liga alocada. Sin embargo, lo que se iba a desarrollar en los siguientes minutos iba a ser un huracán de fútbol que nadie pudo contener.

Michael Robinson y Carlos Martínez fueron mucho más duros: “Al Atlético le ha faltado, cabeza, seriedad, profesionalidad, fútbol e ideas”. A lo que el inglés responde: “Puedes estar perdiendo 3-0, pero tienes que mantener la dignidad. Ha sido un día desastroso para los colchoneros porque puedes perder, pero no puedes hacer lo que han hecho. Absolutamente nada”. Lo evidenció un Fernando Torres en cuclillas, sin opción a réplica y sabiendo que probablemente, en contra de su voluntad, iba a ser traspasado. Como siempre, las situaciones traumáticas dejaban víctimas sencillas: Cuéllar se convirtió en ‘Pichu’, un apelativo burlesco que le hizo no volver a jugar más con la camiseta del Atlético de Madrid. Los culés, tras ese 0-6 que se convirtió en la mayor goleada en la historia de sus encuentros ante los madrileños, estaban a unos días de sentir el ‘Tamudazo’ en sus propias carnes, con Van Nistelrooy rescatando un gol sobre la bocina en Zaragoza. No iban a ganar la liga. Eran tiempos de cambios para Barcelona y Atlético. También para ese genio llamado Ronaldinho.

Imagen de cabecera: Imago

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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