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Fútbol

Esa insulsa exaltación de la individualidad

Quizá esto que os voy a confesar ahora no debería hacerlo en un medio dedicado a contar y glosar el deporte, pero esta buena gente ha cometido el error de insistirme, por más que les he advertido, en que tengo vía libre para contaros aquí lo que me apetezca. Incautos.

Si el mundo del fútbol cada día me provoca más hartazgo y pereza, lo del asunto este de los premios individuales tipo Balón de Oro, en sus múltiples y variadas interpretaciones y versiones, es ya una cosa insuperable. No le veo el interés ni la trascendencia, por más que lo intente, por ningún lado. De hecho, a estas alturas dudo ya que su importancia vaya más allá de hacer fluctuar el valor de mercado de futbolistas que muy improbablemente se moverán de sus equipos (pero sí que gozarán de posición dominante en una hipotética revisión contractual) y de generar un insulso tráfico de opiniones para rellenar horas y horas de tertulia como si fuesen empanadillas. Opiniones, claro está, generalmente viciadas por filias y fobias y alejadas de la objetividad mínimamente exigible en cualquier calificación. Los míos lo merecen por el mero hecho de ser míos.

Mención aparte merece el tema de esa pueril exaltación de la individualidad en un deporte colectivo. Incidiendo además en esa teoría moderna que afirma que hoy día a un chaval joven le cuesta tragarse noventa minutos de partido, con sus posicionamientos tácticos, sus distintas fases de dominio y sus alternancias en el juego pero que, en cambio, disfruta como un gorrino viendo highlights de su jugador fetiche, de no más de dos o tres minutos de duración, en YouTube. Consumo rápido y sin poso. Historias desprovistas de todo contexto. Están convirtiendo el fútbol, que es un deporte de cocción lenta y trago largo, en una visita de madrugada al Burger King, con la única diferencia de que no creo que nadie se sienta culpable al día siguiente.

Me van ustedes a disculpar este ataque repentino de Abuelo Cebolleta, pero no puedo dejar de sentir que alguien me ha robado el fútbol para convertirlo en un entretenimiento insustancial y sin huella como un amor de Tinder. Puede que esto de los premios individuales sea solo una maniobra comercial para tratar de seguir vendiendo un producto que ya se vendía solo pero al que se han empeñado en sacar aún más rendimiento económico. Puede France Football hacer con ellos lo que quiera, pero a mí no me va a apear nadie de mi idea: otorgar premios por algo que excede los propios éxitos de la competición solo sirve para que mucha gente se enfade.

Imagen de cabecera: Getty Images

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