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En tiempo de crisis, cantera y recámara

No se sabe muy bien qué futuro a corto plazo le queda al fútbol. Es una absoluta incógnita cuándo se podrán volver a reanudar las grandes ligas, si no se cancelan todas las que aún siguen en el limbo o cómo será el mercado de fichajes. En época donde la pandemia ha azotado la economía mundial, lo lógico sería pensar que de una vez por todas la burbuja del fútbol se pinchara y los grandes, que algunos ya han tenido que tirar de ERTE y de reducción de salario de sus futbolistas, fueran un poco más comedidos cuando se permitan los traspasos.

En esas, Tebas advertía a los clubes que no había que derrochar, que se guardaran la chequera para más adelante y que utilizaran los jugadores que tengan cedidos y los muchachos que estén en formación en sus canteras. Una situación que, como siempre, podría aliviar mucho más a los grandes que a los pequeños, pues son estos quienes además de tener mayor número de jugadores en sus filiales, poseen una red de futbolistas prestados casi por todo el mundo.

Situación que podría colocar en ventaja al Atlético de Madrid, que posee una de las mejores generaciones de jugadores en el filial que se recuerdan. La cosa no es sencilla. De las camadas más importantes y deslumbrantes, con suerte, suelen llegar solo uno o dos a servir al primer equipo. Otro par se asientan en equipos importantes y otros muchos, la mayoría, se quedan en un limbo entre la vida profesional y la amateur. No todos los años puede salir un Koke o un Saúl. Si el Atleti es hoy, digamos, uno de los ocho mejores del mundo y hace fichajes para competir como tal, significa eso que sus canteranos tienen que tener proyección para ser los mejores en su posición. No es fácil.

Es en esta coyuntura donde muchos jugadores realzan su figura: ¿Habría llegado Fernando Torres a lo que es si el Atlético no hubiera descendido a Segunda División? Sin ese descenso, posiblemente el club habría continuado con arietes del calado de Hasselbaink, Esnáider o Vieri, y jugadores en proyección como el Niño no lo habrían tenido tan de cara para hacerse un sitio. Es, en este sentido, donde aparecen las figuras de todos esos jugadores que podrían dar el salto para rellenar una plantilla que en los dos últimos cursos se ha visto lastimada por las incesantes lesiones musculares.

Por eso ya muchos conocen la mano de Simeone y el Cholo sabe a qué atenerse. Que si la pólvora de Diego Costa y Morata sigue mojada, puede tirar de Borja Garcés (20) y Sergio Camello (19), a quienes tampoco les ha sonreído la suerte en el plano físico. El primero tiene el mejor ratio de gol por minuto en la historia rojiblanca. Tiene truco. Garcés debutó el curso pasado en un partido ante el Eibar, jugó menos de 20 minutos y marcó. Era pieza fundamental del filial que acabó jugando playoff por el ascenso, pero meses después de su debut, se partió el ligamento cruzado y en esas estaba cuando la competición se paró, recuperando poco a poco sensaciones y tono de una lesión que le tuvo 10 meses fuera de los terrenos. Camello, una generación posterior, corrió una suerte similar. A diferencia de Garcés, mucho más móvil y potente, Camello es un delantero de área, menos desarrollado en el plano físico. Aprovechó la lesión de su compañero para ascender en el filial y también para debutar en la última jornada de la 2018-2019. 44 minutos… y un gol. Otra lesión le apartó del inicio de esta temporada, pero ya, totalmente recuperado, buscaba su salto al profesionalismo y este curso ha sumado varias participaciones con el primer equipo.

Y con ambos lesionados, aprovechó su oportunidad Darío Póveda (23), un delantero mucho más hecho con pasado en el Villarreal. Sumaba 10 goles en 10 partidos con el filial rojiblanco cuando Simeone le dio la alternativa este curso aprovechando las lesiones de Joao Félix y Diego Costa, pero solo unos días después de debutar de rojiblanco, también se partió el ligamento cruzado y, por su edad, podría buscar su oportunidad futbolística ya fuera del paraguas rojiblanco.

Tiene el Atlético en Rodrigo Riquelme (20) y Germán Valera (18) dos de las mejores gemas por pulir. La situación contractual del primero es confusa, pues por ambas vías, club y jugador, se asegura a partes iguales que acaba contrato este verano o que tiene uno más por cumplir. Riquelme es del gusto de Simeone, pero sus condiciones futbolísticas y su liviano físico demostrado en los minutos que ha tenido como profesional hacen que sus superdotada técnica pase desapercibida cuando tiene que enfrentarse a jugadores hechos y derechos. Distinto es el caso de Germán Valera, mucho más joven, es el segundo futbolista más joven en debutar a las órdenes del técnico argentino. Valera es un jugador eléctrico, fuerte, diferente, pero que aún está en formación y que podría no soportar grandes esfuerzos seguidos en compromisos del máximo nivel.

En la sala de máquinas, posee el Atlético a los dos jugadores más inteligentes. Son quizás aquellos que por talento natural uno no apostaría a un futuro profesional, pero sí pondría unas fichas por su liderazgo, porque son juveniles que parecen llevar 20 años de fútbol a sus espaldas. Juan Manuel Sanabria (20), capitán de Uruguay Sub17 y pieza fundamental de la Sub20, es el próximo jugador que tiene Tabárez en sus manos. Es ese Valverde, Arambarri, Torreira o Bentancur por descubrir. De un perfil parecido al de Koke (cuando Koke jugaba en el filial), el charrúa presenta oficio y calidad a partes iguales, además de posibilidad para descolgarse en ataque con peligro. Es un portento físico, un motor que llega a todo y que en pretemporada ha demostrado estar físicamente al nivel de los mejores de la primera plantilla. Toni Moya (22), en cambio, es un jugador más a fuego lento que guarda similitudes con Gabi. No por estilo futbolístico, pero sí por formación. Parece el jugador que no va a tirar la puerta debajo de golpe, pero que podría volver después de unos años de erasmus como un futbolista hecho y derecho.

Si el equipo no tuviera tres laterales derechos, el nombre del colombiano Andrés Solano (22) también sería para tener en cuenta. Como los de Ricard Sánchez (20) y Carlos Isaac (22), una posición superpoblada tanto en el B como en el primero equipo. En cambio, es el perfil siniestro el que parece más propenso a ser reforzado. Con solo Lodi como jugador natural, Simeone ha tirado de Saúl y, en contadas ocasiones, Hermoso. Manu Sánchez (19), que ya ha debutado, tiene el talento y las condiciones para poder hacerse un hueco poco a poco. Pero le falta mucho físico. También experiencia, que se gana, simplemente, con los partidos.

Para ese costado también podría presentar candidatura un jugador cedido como Caio Henrique (22), un extremo reconvertido primero a interior, luego a pivote y ahora a lateral zurdo de un nivel suficiente como para ser el lateral titular de Brasil Sub23. Caio, cedido en Gremio, podría ser repescado por el club cuando abra el mercado y la posibilidad de recibir el pasaporte comunitario, añadida a su polivalencia, su zurda aterciopelada para el balón parado y que le conoce Simeone desde hace cuatro años le harían un jugador del primer equipo siempre y cuando otro club europeo no tirara la casa por la ventana por él.

En el plano de los cedidos, además del brasileño, están por encima del resto por rendimiento Nehuén Pérez (19) y Vïctor Mollejo (19), delantero que ha jugado de interior y en el Deportivo lo está haciendo como carrilero. Su pundonor, su lucha y su garra le hacen ideal para completar una plantilla de Simeone. Nehuén, en cambio, como Montero (21), tiene el hándicap de que el club posee cuatro centrales de nivel y, salvo venta inesperada de alguno, tendría que seguir fogueándose fuera. El argentino, por cierto, va para grande. No hay que olvidar a Kalinic, que sigue a préstamo en Roma y cuyo caché sigue siendo de jugador importante pese a unos últimos tres años alejados de su mejor nivel. Tampoco a Nicolás Ibáñez, en el Atlético San Luis, a quien se le prometió que un buen hacer, como mínimo, le daría la oportunidad de hacer la pretemporada. Su condición de extracomunitario le aleja bastante de una posibilidad que también rechazó Santos Borré, por quien el club aún posee el 50% del pase, igual que sucede con Vietto y Amath.

Si Adán no renovara y el club no encontrara un refuerzo para cubrirle la espalda a Oblak, Alex dos Santos (21) es un talento ya pulido. Uno de los mejores guardametas que ha tenido la cantera desde De Gea. También estarían San Román (22), cedido en el Elche y Axel Werner (24), que llegó como promesa desde Argentina, llegó a debutar con el primer equipo incluso, pero parece haber involucionado demasiado en las últimas temporadas. De Schiappacasse (21) no me quiero ni acordar. Es el máximo goleador de la historia de las inferiores de Uruguay, por encima de Suárez, Forlán o Cavani, pero desde hace varias temporadas parece decidido a no triunfar en el fútbol. Una pena, pues es un jugador diferencial cuyo fútbol recuerda al del primer Diego Costa caído a banda izquierda.

Para cerrar, hay que hablar de otros dos muchachos de los que ha tirado Simeone. Óscar Clemente (21), más hecho en lo físico que Riquelme y que ya debutó este curso en LaLiga, y Cédric (18), un auténtico portento de la naturaleza, internacional con las inferiores de España pero nacido en Camerún. Cuando consiga controlar la potencia de la que hace gala por todo el costado izquierdo, su salto estará asegurado. El africano es una montaña de músculos que impone su superioridad en categorías donde otros no están tan definidos y su examen final será hacer gala de ello en el salto al profesionalismo, donde muchos se han quedado por el camino.

En tiempos de crisis, el Atlético puede tirar de jugadores prestados y utilizar, por fin, todo el potencial que tiene en La Academia, tan revolucionada y evolucionada en los últimos años, con una inyección económica interesante y una reestructuración ambiciosa para tallar los mejores diamantes.

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