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Leganés

En la orilla

“Creo que nos chingaron”. Javier Aguirre es uno de los técnicos más elocuentes de LaLiga. Se viralizó una arenga del mexicano en el Espanyol hace ya casi una década: cuando los futbolistas pericos abandonaban el terreno de juego les espetaba que lo habían hecho muy bien, pero les regalaba un hijo de puta de regalo. Así es. Pocos como él, en el mercado del Leganés, para levantar una escuadra que se avecinaba a segunda división cuesta abajo y sin frenos. Golpeada, especialmente, por un mercado y un destino que no han sido gratos con ellos. Las ventas inesperadas y las lesiones contrastan con el imperturbable espíritu de un equipo que no se rinde. “Hay que seguir luchando”, repite Aguirre. Y ese es su mantra pese a la complejidad del reto que se le presenta.

Hablar de mala suerte está lejos de lo que hoy es un análisis serio. Hay tesituras, especialmente cuando estás en descenso, donde todo lo ves de color negro. La tostada te cae por el lado donde está la mermelada, te tocan todos los semáforos en rojo o no te entra la pelota. Miguel Ángel Guerrero lo demostró con un penalti marrado ante el Granada que le quitó otros dos puntos al conjunto pepinero. Desde luego, no están los de Butarque para ir derrochando puntos alegremente. La cosa no parece mejorar, tras una cruel derrota ante Osasuna y un severo correctivo ante el Sevilla. Sin embargo, el entrenador mexicano lo ha intentado una y otra vez de distintas maneras.

Javier Aguirre ha tenido que lidiar con la pérdida de sus goleadores este curso.

Aguirre se ha empeñado en ir cambiando disposiciones en pos de encontrar una salvación improbable. Sabiendo que la mayoría de sus goles se han marchado sin posibilidad de encontrar un recambio, la defensa es una prioridad. Con Martin Braithwaite y Óscar Rodríguez en la punta de ataque antes de la marcha del primero y la lesión del segundo, los leganenses se parapetaban en un 5-3-2 que daba estabilidad atrás y permitía a los mejores escribir sus propios versos sin el corsé de un trabajo defensivo inacabable. Sin embargo, la pérdida de elementos ofensivos y la obligación de sumar de tres en tres ha llevado a Aguirre a pasar a un 4-4-2 en el que Guerrero y Roger Assalé cargan con la responsabilidad de todo el frente de ataque cuando no está Rodríguez.

La realidad es que los madrileños, exceptuando su encuentro ante el Sevilla, están siendo dominadores de la mayoría de los choques que han disputado. El Leganés crea ocasiones, llega y reta al portero rival. Sin embargo, siguen chocando con ese factor tan sencillo y a la vez tan difícil de conseguir que es el gol. Guido Carrillo lo evidenció en Mallorca con una ocasión clarísima ante Manolo Reina que desperdició y que explica muy bien la clasificación del conjunto pepinero en LaLiga. Aguirre, pese a todas las ignominias de un destino que ya parece imperturbable, sigue creyendo en una salvación que se antoja imposible. Eso sí, ya sea en la orilla o muy lejos de la arena, este equipo nunca dejará de intentarlo hasta el final. Como cuando acaba con varios delanteros en el campo; intentando ganar vaya donde vaya. Ya solo se puede sumar de tres en tres. Por eso el Lega es un conjunto muy divertido para el espectador neutral. Le suceda lo que le suceda al final.

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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