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El Titanic que zarpó de Riazor

En 2018 se cumplen 20 años del estreno en
España de Titanic, y el Dépor parece dispuesto a hacerle un
homenaje. Cuando el transantlántico inglés partió de Southampton
un 10 de abril, una persona pronunció: «Ni dios podría hundir
este barco». Emulando a aquel joven, el capitán de nuestro
barco fantaseó con ganar la Copa del Rey o con una clasificación
europea. Después de la premonición de aquel joven inglés el
Titanic acabó hundido, no por Dios, pero sí por un iceberg. Después
de la premonición de Tino el Dépor va camino de acabar también
hundido, esta vez en el pozo de Segunda División.

Y es
que es difícil que un barco navegue con rumbo cuando tiene un
capitán a bordo que no sabe lo que hace. Aunque todos veíamos desde
verano que nos dirigíamos hacia un iceberg que nos iba a acabar
hundiendo, Tino decidió que no había que cambiar el rumbo y ahora
ya es demasiado tarde para hacer nada, porque este barco se ha
partido y ha empezado a hundirse.

Pero Tino no es el único
culpable de este todo. También hay que hablar de unos jugadores que
conforman el que posiblemente sea el vestuario más tóxico de
Primera División. No hay temporada que en el Dépor no haya algún
problema con sus jugadores, que se esfuerzan más en la sala de
prensa que en el campo. Este año el equipo ha tenido un gran
problema con los porteros, pero ceñirlo todo a esto sería muy
injusto, porque el Dépor es un equipo que tampoco funciona en
defensa, en mediocampo o en ataque y no hay un solo jugador que se
puede salvar. Aun así hay que agradecer la sinceridad de Andone tras
el partido del Levante, que puso en su boca lo que toda la afición
piensa y siempre hay que agradecer a los jugadores que se salen de
los tópicos y hablan sin tapujos.

Mientras este equipo
busca una tabla a la que subirse para sobrevivir, ahí quedan los de
siempre, una afición maravillosa que no merece lo que tiene que
sufrir desde hace unos años, pero que ahí continuará animando
eternamente subida a un barco que se hunde, como la banda que se
hundió con su Titanic sin dejar de tocar. Ellos son lo único
importante de todo esto, y los que harán que, a pesar de directivas,
jugadores o entrenadores, este barco siga navegando eternamente por
la historia del fútbol.

1990/ Estudiante de periodismo/ Santiago-Sevilla/ “El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios… pero hay una cosa que no puede cambiar… no puede cambiar de pasión.” (El secreto de sus ojos)

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