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FC Barcelona

El ‘tackle’ de nuestras vidas

Nos situamos en marzo de 2011, en una eliminatoria de octavos de final de
Champions League. En la ida, el FC Barcelona había sucumbido en el Emirates Stadium ante el Arsenal FC por 2-1. Un resultado que, a la vez que lo dejaba todo abierto para la vuelta, obligaba al conjunto de Pep Guardiola a esforzarse al máximo para remontar y no caer eliminado en una competición en la que partía como máximo favorito.

Y como no podía ser de otra manera, así sucedió. La calidad que atesoraba
aquel grupo de jugadores, asociada a unos mecanismos más que memorizados y siendo absolutamente fieles a una idea futbolística, hizo que el conjunto azulgrana pudiera remontar y siguiera haciendo algo que, en aquellos tiempos, convirtió en habitual: ganar una eliminatoria a doble partido y avanzar con paso firme en cualquier competición que disputaba. Sin embargo, todo pudo cambiar en el último suspiro. Tras el 3-1 que Messi y compañía se encargaron de subir al marcador, un error de la defensa del Barça en el minuto 86 de partido dio al danés Nicklas Bendtner la oportunidad de encarar a Victor Valdés en el mano a mano y marcar un gol que hubiese eliminado al FC Barcelona.

Pero apareció el protagonista de la historia de hoy. El ‘Jefecito’ emergió en
el preciso instante en el que Bendtner se disponía a tirar a puerta y fulminar todas las esperanzas que el ‘Pep Team’ tenía depositadas en aquella Champions League. La figura del argentino, una de las caras menos visibles de un equipo nacido, fabricado y entrenado para dominar al rival a través de la técnica, apareció para salvaguardar un destino que estaba reservado para aquel equipo y que de no haberse cumplido, hubiera convertido la caída en octavos de final en un monumental fracaso.

Más allá del excepcional hecho de quitarle a un Lord su momento de gloria, opino que el ‘tackle’ de Mascherano a Bendtner lleva implícitas unas consideraciones que podrían ayudarnos a resumir lo que ha supuesto el paso de un jugador como él por nuestro club (recordemos, el tercer jugador extranjero con más partidos jugados tras Messi y Alves).

En primer lugar, la reivindicación de las acciones menos vistosas como algo
muy valioso dentro de un equipo de fútbol. Como jugador que no ha destacado precisamente por su exquisito trato del balón, ha sido el principal encargado de recordarnos durante los últimos ocho años que las tareas más deslucidas también son necesarias y decisivas. Javier Mascherano ha sido este tipo de jugador que se hace notar pero trabajando en silencio, que manda en el vestuario pero alejado de los focos, que rinde en el terreno de juego pero gracias a acciones mucho menos estéticas que las de sus compañeros. Un jugador que nunca quiso abarcar una parcela que no le correspondía, convirtiéndose en todo un ejemplo a la hora de detenerse a analizar quien era, qué podía ofrecer y qué papel venía a jugar en el FC Barcelona. En definitiva, un carácter admirable asociado a un rendimiento que podemos considerar notable y que solo ha estado deslucido por el inevitable declive que ha experimentado con el paso de los años.

La segunda cuestión relevante que encontramos dentro de la historia del ‘tackle’ de Mascherano a Bendtner es el punto de inflexión que supuso para el jugador y para la entidad. Para hacernos una idea, me gustaría recordar que ante las bajas de Carles Puyol y Gerard Piqué, fue Sergio Busquets el que empezó aquel partido de central al lado de Eric Abidal, mientras que Mascherano ocupó la posición de pivote defensivo. A partir de ese día, hubo un intercambio de unas posiciones que ya se establecieron como definitivas. La conversión del argentino a central supuso una buena noticia para el equipo, ya que (sorprendentemente) permitió ver a un mejor Mascherano, capaz de aprender los automatismos de la posición de central gracias a su disciplina táctica y no tan expuesto a la posición del clásico ‘4’ azulgrana, que exigía unas excelentes condiciones técnicas que él no poseía. Asimismo, la consolidación del ‘Jefecito’ como central hizo que no viéramos más a Busquets en esta posición, por lo que su participación se centró a partir de entonces en su zona favorita y en la que sigue siendo el mejor del mundo a día de hoy. Y sí, todo esto empezó tras ese partido de octavos de final frente al Arsenal.

Finalmente, cabe destacar la importancia de este ‘tackle’ dentro de lo que supuso aquella Champions: el detalle que permitió la consagración de uno de los equipos legendarios de la historia del fútbol. Tras ganar al Arsenal en el Camp Nou, el Barça no volvió a sufrir en toda la competición. El ‘Pep Team’ dominó de principio a fin las siguientes eliminatorias (Shakhtar Donetsk en cuartos y Real Madrid en semifinales) y protagonizó una de las mejores exhibiciones que recuerdo ganando la final al Manchester United por 3-1. El “nunca nadie nos había dado una paliza así” de Sir Alex Ferguson se convirtió en la mejor de las crónicas de aquel partido y puso de manifiesto la resignación y fascinación a partes iguales que los rivales sentían hacia el mejor Barça de la historia.

La admiración que toda Europa tenía por el Barça de Pep Guardiola era notoria y evidente. La maravillosa trayectoria de aquel equipo centraba elogios por su forma de jugar, combinar y ganar, pero tampoco podría entenderse sin el rendimiento que ofrecían jugadores como Mascherano. Un rendimiento un tanto criticado en la última temporada y media desde algunos sectores en los que me incluyo, y por los que pido perdón. Porque si bien es cierto que conviene acordarse de los detalles que nos marcaron negativamente para así hacernos más fuertes y comprobar como los hemos revertido, también conviene acordarse de los que nos marcaron positivamente para ver todo lo que hemos logrado y darnos el gusto de saborearlos de nuevo. Y esto he hecho por ti ahora que te has ido, Javier Alejandro Mascherano, al querer recordar tu larguísima contribución a nuestra causa: detenerme en un instante, en un momento, una acción que pudiera definirte a la perfección. Y no me costó nada, al igual que tú, que no dudaste en señalarla como la acción que lo cambió todo para ti. Porque está claro que no estamos hablando de un ‘tackle’ cualquiera. Estamos hablando del ‘tackle’ de nuestras vidas.

Adiós y gracias por todo, ‘Jefecito’. 

Imagen de cabecera: Shaun Botterill/Getty Images

«Jugar al fútbol es muy simple, pero jugar un fútbol simple es la cosa más difícil que existe». #GràciesJohan

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