El Stoke City está desorientado. Sin rumbo. Tras hacer su mejor clasificación de la historia en la pasada Premier, el equipo dirigido por Mark Hughes todavía no conoce la victoria en la presente edición. Equipo no le falta, pero las piezas no acaban de encajar. El trabajo realizado durante el mercado estival no acaba de dar sus frutos.
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Intensos y sólidos atrás, el Stoke City se convirtió en un equipo complicado de medirse la temporada pasada. Especialmente en un Britannia Stadium en el que para sumar uno debía dar el 200%. Gran parte de la culpa era de la defensa formada por Cameron, Shawcross, Wollscheid y Pieters, jugadores que se entendían a la perfección y que formaban un muro infranqueable. No en vano los potters encajaron solo 55 goles, cifra alejada del rango 65-75 de los equipos descendidos. En este sentido, pocos entendieron la cesión con opción de compra de Wollscheid al Wolfsburgo en el último día de mercado; en su lugar ha llegado un Martins Indi que todavía debe asentarse al equipo.
Ofensivamente, la baja de Shaqiri por lesión está siendo otro quebradero de cabeza para Hughes. El suizo se asociaba a la perfección con Afellay, Arnautovic y Bojan/Crouch/Diouf, pero su lesión ha provocado que nada sea lo mismo. Ni siquiera Wilfred Bony, que no cuajo en el Manchester City, ha conseguido revolucionar de momento al Stoke.
3 goles a favor y 14 en contra (la peor cifra en Europa) en 5 jornadas es un bagaje paupérrimo para un equipo que aspira a terminar en el Top 10. La Premier es una liga muy reñida y en la que, por tanto, cualquier error se paga caro. Pese a ello, esto solo acaba de empezar y, por ende, es de esperar que los potters, tarde o temprano acabaran reaccionando. ¿Se mantendrá, mientras tanto, la confianza en Hughes? ¿Será el primer técnico cesado de la Premier?
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