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Sevilla

Tiene duende

 ‘Dicen que nunca se rinde’ hasta en la sopa. Es una afirmación aplastante y rotunda. Un eslogan hecho a medida con una cinta métrica que no ha descuidado ningún rincón del sevillismo. Desde las caricias al cuero hasta los asientos rojos, impregnados de resistencia. Un desafío al sufrimiento que arrostra como nadie. Si en invierno alguien hubiera predicho el desenlace de esta temporada, le hubieran tomado por loco. Sólo un manicomio puede hallar esa fe.

Lo del Sánchez-Pizjúan es un infierno que no tiene nada que envidiar a las calderas internacionales. La canción del Arrebato a pleno pulmón, con la garganta ensanchada y las letras cosidas al corazón. Un latido unísono. Aquí nadie baja los brazos hasta el último suspiro. El rival siente el calor de las llamas que le están pisando los talones; ya no puede escapar de ellas.

El Sevilla es un acto de rebeldía, desobediente e insumiso. Ha retado al destino para cambiar su rumbo. Terco, tozudo, obstinado. Quería tener la razón una vez más. De coquetear con el descenso a disputar una séptima final de la Europa League. De padecer pesadillas a soñar con estar en la Champions de nuevo. Budapest, entre ceja y ceja.

Don José Luis Mendilibar Etxebarria es el obrero que ha liderado esta metamorfosis. Ha girado el caleidoscopio para atinar con la imagen perfecta. Escapa del glamour, del perfume y la brillantez de un blucher de alta gama. Los pies en la tierra, los cordones desatados y mojados de barro. Que no le hablen de lo sofisticado. Los bocadillos de toda la vida, las zapatillas de estar por casa, escribir a mano con un lápiz. Su fútbol sigue la regla de la cotidianidad. Lo de siempre, lo sencillo. Sin adornos ni aderezo, los dos goles que anoche le agendaron una cita histórica nacieron de su intervencionismo. Un diccionario de tres vocablos: carácter, trabajo, creer.

El romance entre hispalenses y la Europa League es un hechizo inefable. Pertenecen a una raza curtida de epopeyas. El conjunto andaluz, superior al Manchester United y a la Juventus, buscó la justicia de su papel merecedor con la competitividad inyectada. La noche europea, entre otras, nos recordó que Jesús Navas tiene un pacto eterno con la juventud y un brazalete pegado en la piel. Reafirmó que Bono es un salvavidas y que Rakitic pertenece a este escudo, nos regaló el indetectable zurdazo de Suso y le narró un cuento al adversario donde el ‘Coco’ fue Lamela. Sevilla, una vez más. Tiene duende, tiene alma.

Imagen de cabecera: @SevillaFC

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

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