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Bundesliga

El Revierderby que nunca se jugó

A lo largo de la historia ha habido finales europeas con equipos de un mismo país e, incluso, de una misma ciudad. Sin embargo, la final de la que trata este texto nunca se disputó por haberse dado la posibilidad dos años antes de lo previsto. Esa final de gran rivalidad no se disputó por varios factores, pero dos años después sí hubiera sido posible. ¿Por qué? En este año se cumplen dos décadas de la desaparición de la Recopa de Europa, el torneo que englobaba a los diferentes campeones coperos de las diferentes competiciones nacionales.

En su edición de 1998, dicha Supercopa enfrentó al FC Barcelona y el Borussia Dortmund, la última que se disputó a doble partido. ¿Qué tiene de especial esta final? Con la desaparición de la Recopa, el rival en la Supercopa del campeón de la Champions pasó a ser el ganador de la Copa de la UEFA, que ese año había sido el Schalke 04.

Las circunstancias evitaron que en enero de 1998 se decidiera el puesto de supercampeón de Europa con un Revierderby en Gelsenkirchen y otro en el Westfalenstadion. Los dos vecinos ganaron título continental aquel año y en este texto toca ver cómo llegaron ambos clubes a levantar esos trofeos por primera y única vez en su historia.

Los borussers conquistaron Múnich

Cuando aún la Copa de Europa la formaban 16 clubes, el Borussia Dortmund acudió como campeón de la Bundesliga, siendo el único representante alemán en aquella edición, lejos de la etapa actual, en la que van hasta cuatro representantes del país teutón. Pero claro, eran otros tiempos. El sorteo emparejó al conjunto dirigido por Ottmar Hitzfeld con el Atlético Madrid, el Widzew Lodz y el Steaua Bucarest. El conjunto colchonero venía de ganar el doblete en las competiciones españolas y era el rival más duro que tenía el BVB en esa edición.

La competición no empezó nada mal. Cerraron la primera vuelta con pleno de victorias, ganando en el Vicente Calderón y en la capital rumana. La segunda mitad de la fase de grupos fue de menos a más. Derrota en casa en octubre ante el Atlético, empate en Polonia y victoria ante el Steaua para cerrar la fase. Los puntos conseguidos en los primeros partidos les valieron para tener el pase casi en la mano y los tropiezos lo colocaron en la segunda posición del grupo, lo que obligaba a enfrentarse ante un campeón de otro de los grupos.

Su rival en los cuartos de final fue el Auxerre de Guy Roux, que se clasificó en la fase por delante del Ajax, que en las dos ediciones anteriores había sido campeón en una y subcampeón en otra. Con goles de Andreas Möller, Riedle y el debutante René Schneider, el partido de ida sirvió para tener un respiro y acudir a la vuelta con dos goles de ventaja en el marcador. En Francia, días después, un gol de Lars Ricken sentenció la eliminatoria y colocó a los de Hitzfeld en las semifinales, donde tuvo que enfrentarse al Manchester United de los Giggs, Beckham, Keane, Cantona y compañía. Los red devils no fueron capaces de marcar un gol al Dortmund en 180 minutos, y los goles de René Tretschok en la ida y Lars Ricken en la vuelta fueron suficientes para conseguir el billete a la final.

Como nuevo escenario apareció el Olímpico de Múnich y, de rival, la Juventus, con Zinedine Zidane, que llegaba para defender título, tras derrotar un año antes al Ajax. El encuentro llegó al descanso con una ventaja de 2-0 para los germanos, gracias a un doblete de Karl-Heinz Riedle, el goleador del equipo. Un joven Alessandro Del Piero, con 22 años, entró al campo tras el descanso, sustituyendo a un defensa, Sergio Porrini. Del Piero fue el autor del único gol italiano en aquella final, aunque, a la postre, sirvió de poco. Cómo no, el marcador se cerró gracias a un tanto de Lars Ricken, que salió desde el banquillo y marcó el tercer tanto de su equipo al minuto de entrar en el terreno de juego. Aquel día se consiguió el título más importante de la historia del club, en campo del rival más fuerte de su liga.

Getty Images

Cambio de banquillo, remontadas y Marc Wilmots

Tras su etapa en Bélgica, Wilmots había aterrizado en Gelsenkirchen aquel verano de 1996 para ser importante en el conjunto minero. El club debía iniciar la competición de la Copa UEFA en la tercera ronda, junto a otros cuatro equipos de la Bundesliga: HSV, Bayern, Mönchengladbach y Karlsruher. La temporada del Schalke 04 no había empezado nada bien y el inicio de la competición en la Bundesliga había provocado la salida del club de Jörg Berger por los malos resultados. El primer rival de los mineros en la competición fue el Roda JC neerlandés. La eliminatoria se sentenció en la ida, con un 3-0 en Gelsenkirchen, con el belga protagonista en ambos duelos, marcando tanto en la ida como en la vuelta.

La siguiente ronda fue algo más tensa que la anterior. El sorteo deparó un duelo ante el Trabzonspor y la eliminatoria llegó a tierras otomanas con una mínima ventaja para los alemanes. Y eso que, en Trabzon, dos goles de Johannes de Kock dieron ventaja al equipo germano al descanso. No obstante, no estaba el duelo decidido. Shota Arveladze y Hami Mandirali le dieron la vuelta al partido y, aunque la eliminatoria seguía a favor del Schalke 04, esos tres tantos pusieron nerviosos a los discípulos de Huub Stevens. Un tanto de Martin Max a falta de 17 minutos para el final dio un respiro a los germanos, que consiguieron el pase a la siguiente ronda.

En los octavos de final llegó la primera de las remontadas. La derrota de la ida en el Jan Breydel ante el Club Brujas (2-1) obligaba a los mineros a remontar en casa. Y así fue: el 2-0 en Alemania supuso el pase a cuartos, el seguir vivos más tiempo en Europa y con la idea de ir a por todas, con las opciones intactas para luchar por el título. Con un global de 3-1 vencieron al Valencia en aquellos cuartos de final, con el partido de ida siendo la clave, puesto que se impusieron por 2-0, con la aparición, de nuevo, de Marc Wilmots, entre los goleadores. Al belga se le echaba de menos, en lo que a las estadísticas se refiere.

En semifinales tocaba un rival peligroso como el Tenerife. A los canarios les bastó un gol de Felipe Miñambres desde el punto de penalti en los primeros minutos del encuentro para partir con ventaja a la vuelta. En el Parkstadion tardó el Schalke 04 en igualar la eliminatoria. Lo hizo a los 68 minutos, gracias a Thomas Linke. El encuentro se fue a la prórroga y ahí apareció él, Marc Wilmots, para marcar y dar el pase a la gran final del torneo, que sería a doble partido frente al Inter de Milán.

Mejor no pudieron empezar las cosas para los mineros. La ida se cerró con un gol del belga a falta de 20 minutos para el final. Ahora tocaba aguantar la ventaja en el Giuseppe Meazza. Un gol del chileno Iván Zamorano a falta de seis minutos para el final forzó la prórroga y la tanda de penaltis posterior, en la que, cómo no, se iba a cerrar con el lanzamiento del gran protagonista de la temporada, Marc Wilmots, fichado para cosas como esa. El Schalke 04 se impuso en la tanda por un contundente 4-1 y acabó levantando su título continental.

Lo que pudo ser y no fue

Los dos clubes de la Cuenca del Ruhr ganando un título continental el mismo año. Hubiera sido bonito ver esta estampa un par de años después, lo que hubiera provocado que ambos equipos se hubieran enfrentado en una gran final, a mitad de la temporada siguiente. No ocurrió. El FC Barcelona y la importancia de la Recopa ante la Copa UEFA impidieron que un Revierderby decidiera al supercampeón. Así es. El Revierderby en la final que nunca se jugó, porque llegó un par de años antes de lo que debía.

Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.

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