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Atletismo

El reinado de “los finlandeses voladores”

Desde que Abebe Bikila lograra la primera medalla de oro para África en unos Juegos Olímpicos, países como Etiopía o Kenia se han encargado de repartirse la supremacía en carreras de larga distancia como los 5.000 metros, 10.000 metros o la maratón. Pero a pesar de que en las últimas décadas consideramos como algo habitual observar como el continente africano se reparte los metales en las pruebas de fondo, a principios del siglo XX el reinado en las carreras de mayor exigencia física estaba en poder de un país europeo con una población inferior a los 6 millones de habitantes.

“Los finlandeses voladores” es el apodo con el que fueron conocidos cuatro atletas del país nórdico. Paavo Nurmi, Ville Ritola, Hannes Kolehmainen y Albin Stenroos se encargaron de que Finlandia fuera reconocida durante años como la mejor fábrica de corredores de fondo del mundo. Los motivos de tan rotundo éxito se encontraban en factores tan esenciales como los métodos de entrenamiento y la alimentación de dichos deportistas. El clima helado que ofrecía el norte de Europa obligaba a sus fondistas a complementar la preparación para carreras de larga distancia practicando esquí de fondo durante varios meses al año, algo que fortalecía enormemente el físico de unos hombres que no tuvieron rival durante las primeras décadas del siglo pasado. Su estricta dieta vegetariana y el uso diario de la sauna, invento finlandés que proporcionaba a sus corredores una gran resistencia a las altas temperaturas, convertía a los atletas locales en auténticas máquinas de correr.

Hannes Kolehmainen: La edad de oro del atletismo finlandés se inició con este corredor. Nacido un 9 de diciembre de 1889, Kolehmainen está considerado como el precursor de la generación de atletas que elevó al país nórdico hasta el cajón más alto del podio. Miembro de una familia con una extensa tradición deportiva compartió afición por el atletismo junto a todos sus hermanos, convirtiendo su infancia y adolescencia en un entrenamiento continúo que le permitió alcanzar grandes logros deportivos. 

En los Juegos Olímpicos de Estocolmo disputados en 1912 Kolehmainen ganó tres medallas de oro. Sus triunfos en los 5.000 y 10.000 metros y en la modalidad de Cross fueron la prueba fehaciente de que el mundo del atletismo tenía un nuevo ídolo. Su manera de correr resultó revolucionaria, puesto que perfeccionó el movimiento de los brazos para lograr darse un mayor impulso además de utilizar una zancada ligera y poco forzada, unas características que sirvieron de inspiración para las generaciones venideras.

Ville Ritola: Siete años menor que su antecesor, Ritola recogió el testigo de Kolehmainen para que la leyenda de “los finlandeses voladores” comenzara a tomar forma. Nacido en Peräseinäjoki se vio obligado a emigrar a Estados Unidos a los 17 años debido a las dificultades económicas por la que pasaba su familia. Allí pasó a formar parte del Club de Atletismo Finlandés-Americano, donde rápidamente demostró sus grandes dotes para las carreras de larga distancia. 

A pesar de vivir deportivamente a la sombra de su compatriota Pavoo Nurmi, Ritola consiguió la espectacular cifra de seis metales en las olimpiadas de París 1924, cuatro de ellos de oro y dos de plata, todas ellas logradas en especialidades donde Nurmi no tomó la salida o por equipos junto a sus compañeros. Una nueva medalla de oro y otra de plata en los siguientes Juegos Olímpicos disputados en Amsterdam convirtieron a Ritola en una leyenda viviente del atletismo mundial.

Pavoo Nurmi: Nacido en Turku el 13 de junio de 1897, Pavoo Nurmi está considerado por todo el pueblo finlandés como el mejor deportista de la historia de su país. Inspirado por las hazañas deportivas de su compatriota Hannes Kolehmainen comenzó a seguir un estricto programa de entrenamiento, una preparación que unida a una alimentación basada en verduras y pescado seco dotaron a Nurmi de una resistencia sobrehumana. 

Su largo historial de triunfos en pruebas olímpicas suma un total de 12 medallas, 9 de oro y 3 de plata, logrando alguna de ellas sin apenas descanso como las conseguidas en París 1924. En aquellos JJOO se alzó con la victoria en los 1,500 metros y en los 5.000 a pesar de que entre ambas carreras tan solo dispuso de 26 minutos para recuperarse. Además de su superioridad aplastante también dejó para el recuerdo nada más y nada menos que 20 récords del mundo.

Albin Stenroos: A pesar de ser el mayor de sus compatriotas, puesto que nació el 25 de febrero de 1889 en la ciudad finlandesa de Vehmaa, Stenroos es considerado el corredor menos brillante de “Los finlandeses voladores”. Su palmarés se reduce a tres medallas olímpicas logradas en los juegos de Estocolmo 1912 y París 1924, un magnífico bagaje que a pesar de meritorio queda algo escaso al compararlo con el de sus compañeros. 

Como dato llamativo queda su única medalla de oro, la cual fue conseguida en la prueba de maratón en la capital francesa después de 15 años sin correr tal distancia. Stenroos se había especializado en carreras como los 5.000 y los 10.000 metros, pero la imposibilidad de ganarlas ante la presencia de sus compatriotas le obligó a buscar otras especialidades donde tener opciones de medalla.

Pasado un tiempo otros países recogieron el testigo para erigirse como absolutos dominadores del atletismo mundial. Llegados a día de hoy observamos como el clima helado de la Finlandia de los años 20 y el calor extremo del continente africano en la actualidad han conseguido una proeza similar, crear un legado de corredores forjados a través de unas extremas condiciones meteorológicas. África es el presente y quizás el futuro, pero reflejado en la historia queda el pasado de un deporte que por un tiempo estuvo gobernado por el frío y el hielo, reinado por las hazañas de “los finlandeses voladores”.

Imagen de cabecera: Hulton Archive/Getty Images

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