¿Cómo es posible que una ciudad como Berlín no posea
un equipo de fútbol potente y de primer nivel? La ciudad no solo es la capital
de Alemania, sino que es también una de las urbes más atractivas de Europa y
aquella con más habitantes en todo el país. Posee una población mayor que
ciudades como Madrid, Roma, Barcelona, París, Múnich o Turín, todas ellas con
clubes en el mejor escenario del fútbol y solo tiene menos habitantes que Londres,
Moscú, Estambul y San Petersburgo en el viejo continente.
Los hermanos Boateng, Rüdiger, Nico Schulz, Maximilian
Phillip, Bellarabi, Balogun, Muhktar o Muhamed Besic son algunos de los
jugadores destacados de la época actual nacidos en la capital teutona.
Siendo Alemania un país dominante en el panorama fútbol y una de las
selecciones siempre candidatas en torneos de categorías inferiores, la
posibilidad de que en Berlín, por siempre ecuación matemática de cantidad y
calidad, salgan buenos jugadores es altísima. El Hertha, además, posee un
estadio envidiable. El Olímpico de Berlín, histórico por acoger los JJOO de
1936, fue remodelado en dos ocasiones, ambas por la celebración de los
Mundiales de Fútbol en el país, en 1974 y 2006. A día de hoy tiene capacidad
para casi 75.000 espectadores y está dotado con cuatro estrellas para la
UEFA, la máxima categoría posible.
Todo esto, unido a la buena organización de la Bundesliga en toda su estructura, hace que el Hertha Berlin sea un equipo interesantísimo para invertir y no se explica cómo ha tardado tanto en llegar alguien con ideas de poner al equipo alemán en el mejor escenario del fútbol. Seguramente, la norma que impide a un solo inversor poseer el 50% o más de las acciones de un club en Alemania es la respuesta para que haya tardado tanto en llegar alguien con ideas frescas y dinero a un equipo que sería ideal para que uno jugara a ser Dios en cualquier Football Manager.
El pasado junio, el empresario alemán Lars Windhorst se hizo con el 37% de las acciones del club, liderando al fin un proyecto con tintes de poner al equipo berlinés en todo lo alto. La Bundesliga, más allá del Bayern Munich, no tiene un segundo dominador claro ni un contendiente fijo. Si bien en los últimos años el Borussia Dortmund se ha erigido como la gran alternativa, su consistencia ha sido más bien nula y se ha podido comprobar cómo casi cada año aparecían en las posiciones altas de la tabla, las de honor, las que dan acceso a Europa, equipos dispares como el Hoffenheim, Wolfsburgo, Bayer Leverkusen, Schalke 04, Borussia Mönchengladbach o Eintracht. Hoy, quien ha ido un poco más allá es el RB Leipzig, que está opositando incluso al título de liga.
El mercado veraniego pilló casi a destiempo al equipo capitalino, que ya planeó que el suyo era un proyecto a plazo medio, que no iba a ser flor de un día, que no se iban a invertir millonadas de la nada para traer 15 caras nuevas de golpe. Que el equipo que había quedado 11º en el campeonato recientemente acabado iría progresando poco a poco hasta dar con posiciones europeas. A destacar, la incorporación de Dodi Lukebakio, la adquisición más cara de la historia del club hasta entonces por 20 millones de euros. Pero los escasos fichajes veraniegos apenas calaron en el inicio de la temporada, el entrenador tampoco transmitía lo que se quería y el peligro de perder la categoría acabó activando un nuevo plan de urgencia llamado Jürgen Klinsmann.
Uno de los hacedores de la Mannschaft que hoy
conocemos, aquel que hiciera el trabajo sucio de transición para el posterior
éxito de Low, y que llevaba ya un tiempo alejado de los banquillos, ha acudido
al rescate. Y sí, el verano cogió desprevenido al club, pero ya en invierno se
ha empezado a mover para hacer realidad los deseos de su nuevo dueño.
La fórmula parece clara. Por un lado, intentar convencer a todos aquellos jugadores con pasado en la Bundesliga y venidos a menos en otros clubes. Por otro, quitarle a los jugadores destacados a equipos que están en su misma pelea. Y todo ello intentando recuperar un sentido de identidad propia, pues si los fichajes son alemanes, mejor que mejor. Así, el primero en llegar ha sido Ascacibar, argentino pero ya con un puñado de años jugando a gran nivel en el Stuttgart.
Junto al mediocentro de la albiceleste, el Hertha ha
anunciado también la llegada del francés Lucas Tousart, que permanecerá
prestado hasta final de temporada en Lyon. La operación con el galo se ha
cerrado en 25 millones de euros, por lo que las tres últimas
incorporaciones del club resultan los tres desembolsos más caros de su
historia. Fue casi el último día de mercado cuando rompió la banca de todas
todas, anunciando que su nuevo bomber del área venía del AC Milan, con
un gran cartel, y no era otro que el polaco Piatek por un valor de 28
millones de euros.
Han sonado otros con muy buen cartel. Es el caso de Granit
Xhaka, del que informaron medios ingleses y alemanes que tenía permiso del
Arsenal para negociar su traspaso y vuelta a la Bundesliga. Parece que las
llegadas de Ascacibar y Tousart ya cierran esa puerta. No así la de otros como Emre
Can, con quien no contaba la Juventus y que ha llegado a Dortmund tras
rechazar una misiva del PSG. Otro candidato al casting fue Weigl, que ha
terminado fichando por el Benfica, pero por el que no se descarta invertir en
apenas unos meses.
La joya de la corona, esa que busca Windhorst, no es otra
que Julian Draxler, un deseo por el que intentó dar 30 millones de euros.
Internacional con Alemania y uno de los mejores jugadores de su generación,
lleva años echando a perder su talento en el banquillo del PSG. Su buen
rendimiento en el Schalke y en el Wolfsburgo invita a pensar que podría volver
a ser un jugador de nivel mundial si vuelve a contar con minutos y por eso el
Hertha quiere recuperarle para liderar su proyecto. Las dificultades obvias
están en su salario, prohibitivo casi para cualquier club del mundo, y su
caché, pues en la pelea por su llegada hay equipos de Champions y Europa
League, cosa que el Hertha no es.
Su atractivo es otro. Es el anteriormente citado. Es el crear
desde una situación aseada un club de categoría mundial, en una de las
mejores ligas del mundo, con uno de los mejores estadios del mundo, en una de
las mejores ciudades del mundo y con unas capacidades infinitas aún por
explotar. Es el que utilizarán también para convencer a Mario Götze,
otro nombre apuntado en rojo en la agenda de la dirección deportiva berlinesa y
que acaba contrato en apenas unos meses.
Sin duda, son todos nombres que cuecen a fuego lento. Se trata de operaciones largas y complejas, por lo que el proyecto empezará a tomar mejor forma en verano. La desesperación del nuevo socio mayoritario es máxima. Tanto es así que intentó el fichaje de última hora de Dani Olmo, pero el español prefirió aceptar la oferta del Leipzig. Con todo, en verano se verá qué tintes nuevos toma la empresa.
La espina dorsal ya está en casa. El central Rekik,
el canterano Arne Maier y el delantero Dave Selke, además del
capitán Plattenhardt. Conseguir de manera definitiva a Grujic, del
Liverpool, es otra de las obsesiones del equipo. La presencia de Klinsmann,
el último de los atractivos. Berlín tiene millones de posibilidades. El Hertha
sería el equipo ideal para jugar a ser millonario. Windhorst quiere hacerlo.
Habrá que esperar los primeros años para saber si el proyecto es serio o, como
tantos otros, son solo balas de fogueo. La ciudad del muro lo merece.