El Barça es un equipo construido para ganar. Se ha convertido en un tirano en su propio país y en un serio candidato a todo fuera de él. Ganar la Champions fue la obsesión incluso antes que recuperar el trono en la Liga, algo que le costó cinco años conseguir. Supo darse cuenta de que para dominar Europa también tenía que dominar en casa. Y lo hizo a base de un proyecto a largo plazo, que llevó su tiempo además de su pertinente inversión. Hoy se recoge lo que se sembró.
Las azulgranas han pasado de estar en el ojo del huracán por su irregularidad a que el pronóstico inicial de cada partido sea una goleada a favor. Es lo que se esperaba ante un EDF Logroño para el que ya era todo un éxito colarse en la final de la Copa de la Reina solo un año después de ascender a Primera División. Los números no engañan: 84 goles a favor en 16 jornadas de Liga (más de 5 por partido) y ¡1-10! en la última final disputada, en la Supercopa de España femenina ante la Real Sociedad. Frente a un rival en puestos de descenso y con un presupuesto infinitamente inferior, se temía un duelo resuelto en el primer cuarto de hora.
No lo fue tan rápido por dos razones: la primera, por el buen hacer del conjunto riojano. Como todos los equipos que sacan un resultado más o menos positivo (que en este contexto es el de encajar una diferencia de tres goles o menos), las de Javier Moncayo tenían la lección bien aprendida. Defensa concentrada atrás, tapar todos los huecos y no permitir espacios ante un ataque que los explota al máximo. Luego, tratar de aprovechar algún contraataque con balones largos a Jade, solísima arriba. La inercia del choque, con el Barça dominando de principio a fin, nos avisaba de que tarde o temprano llegaría el gol culé. Pero de no ser por un penalti riguroso el EDF Logroño se habría marchado a vestuarios con la portería a cero y sin sufrir ocasiones especialmente claras. El 0-2 encajado en Primera Iberdrola unos días antes fue el ejemplo perfecto: aquel día el Barça obtuvo su resultado más ajustado en el torneo doméstico en más de un año (25 de enero de 2020, cuando empató a cero ante el Atlético).
La segunda razón tiene que ver con cierta tendencia azulgrana a complicarse los partidos en torneos por eliminatorias. El Dépor aguantó hasta el 120’ de la prórroga en cuartos de final de Copa y el Atlético le hizo sufrir en tres cruces distintos: el 0-1 en cuartos de Champions (gol en el 80’), el 2-3 en semis de la Supercopa 19-20 (desde entonces no ha vuelto a encajar dos tantos en un partido) y el 1-1 resuelto en la tanda de penaltis en la última edición de la Supercopa, con las de José Luis Sánchez Vera logrando un pase histórico a una final que acabaron ganando al Levante. Es llamativo que el cuadro culé se vuelva algo más terrenal en eliminatorias a partido único que en la rutina de la Primera Iberdrola, donde conseguir los tres puntos parece coser y cantar. Es seguro que el planteamiento de las rojiblancas (que se salvaron por los palos y la ausencia de VAR, todo hay que decirlo) servirá de ejemplo para los grandes rivales del Barça por el ansiado título de Champions League.
Porque el golpe sobre la mesa está dado. Después del año en blanco que significó un punto de inflexión, el Barça ha vuelto a ganar Liga y Copa en un doblete histórico que apunta a no ser el último. Sin oponentes serios más allá de un Atlético que se deja muchos puntos y un Real Madrid todavía en fase beta, el reinado culé puede durar lo que dura el del Lyon en Francia (14 títulos seguidos) o el del Wolfsburg en Alemania (cuatro seguidos). Está a una Liga (salvo cataclismo será ésta) de ser el más laureado en solitario en las dos competiciones top de nuestro país, o lo que es lo mismo: asegurarse por tiempo indefinido el cetro como mejor equipo español en la historia. Trasladar esa espectacular superioridad a la competición europea no es fácil, porque el nivel cambia drásticamente a partir de cuartos de final y el doble en semifinales. Pero con las enormes variantes que posee y la pólvora que atesora, además de la solidez defensiva en su mayor apogeo, el Barça tiene todos los mimbres para competir por lo máximo. Por ser reinas de Europa.
Imagen de cabecera: FC Barcelona Femení