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El pichichi no es su guerra

Una opinión de Joan Sagués, KANTINU | Barcelona | Visto el trabajo que se le ha generado al Barça en todos los frentes deportivos bien harían los culés dejando de contar los goles de Messi, y de descontar los penaltis en los de Cristiano. Ni es culpa del luso que las caídas de los suyos tengan más marchamo de penalti que las del resto ni es en la carrera hacia el pichichi donde el Barça de Luis Enrique, más falto que nunca de juego en la sala de máquinas, necesita al crack argentino. Leo no sólo reina en un vértigo total; también lo genera.

Durante muchos años Cristano Ronaldo se ha moldeado a sí mismo con un esfuerzo tan encomiable como teledirigido al lucimiento personal, tanto dentro como fuera del campo. Debe ser por eso que su felicidad fue completa ya un año antes de desnudar su esencia en la prórroga de la Décima. Batir a Messi en el Balón de Oro de 2013 fue para él el premio real a su dedicación, la gratificación más anhelada, la confirmación de que estaba en el camino (y en el lobby) correcto y de que tenía el mundo a sus pies, tal como él había soñado y su representante le había prometido.

Fue el propio Mendes quien, tras la gala de 2015, garantizó que Cristiano sería el primer jugador en ganar 10 Balones de Oro. Nos da el vaticinio del super-mega-representante unas pistas de las verdaderas intenciones de Cristiano, y todos tenemos claro que no es en base al juego, sino a los registros, como piensa conseguir. 

Ni Messi ni, sobre todo, este Barça se pueden permitir que la hormonada carrera por el pichichi distraigan al portento argentino de su cometido en un engranaje que si algo promete es amalgama de sensaciones. Algunas hasta buenas, como bien nos ha enseñado la cuesta abajo de un enero que ha cambiado la percepción de todos y para todo.

Luis Enrique no parece ya tan malo, ni Luis Suárez tan fiero, ni Neymar tan caro (pese a saber que la cosa está ya en los 95M), ni Xavi tan intocable, ni Rakitic tan suplente, ni Alves tan acabado, ni Rafinha tan indefinido, ni Piqué tan lento, ni Mascherano tan rápido, ni Mathieu tan discreto, ni Bartra tan necesario, ni Bartu tan acorralado. Pero ya sabéis que las percepciones se las lleva el viento. Y eso, en el Barça, son dos derrotas.

Los únicos a los que las percepciones de enero han dejado como estaban son Douglas y Messi. Uno sigue viendo los partidos por la tele y el otro los sigue jugando, cocinando y definiendo. Sólo que ahora lo hace con las camisetas de Iniesta y Xavi debajo la de Messi. Como para ir pensando en el Pichichi…

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