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El peso de un país

Cristiano Ronaldo es el
máximo goleador de la historia del Real Madrid. Su promedio supera el tanto por
partido. Ha ganado cinco Balones de Oro. Ha conquistado cinco Champions League
y una Eurocopa con la selección portuguesa, de la que también es su máximo
anotador histórico. Considerado uno de los grandes jugadores del fútbol
mundial, y con una trayectoria prácticamente insuperable, cuesta entender su
escaso protagonismo en la historia de los Mundiales.

En la Copa del Mundo no
hay lugar para el error. Y Cristiano, un perfeccionista de mucho cuidado, ha
cometido más de uno, incluso en esta edición donde ha marcado cuatro goles. En
el torneo más importante, CR7 no ha logrado estar a la altura, algo que seguro
le repatea, y ni siquiera la caída de su eterno rival, Leo Messi, le consuela.
La de Rusia ha podido ser su última oportunidad de liderar a Portugal hacia el
triunfo. En Catar tendrá 38 años, y aquí apostamos a que estará, pero
desconocemos en qué condiciones y rodeado de qué contexto.

A Cristiano le ha pasado
algo parecido a lo que Messi en Argentina. Ambos disfrutan en sus clubes de las
mejores plantillas. En la selección, sin embargo, deben convivir con la
responsabilidad de liderar, de echarse el equipo a la espalda, de soportar el
peso de todo un país. De llevar a la gloria a un grupo de jugadores varios
escalones por debajo de la calidad que atesoran.

Lo de la Eurocopa de
Francia fue una especie de milagro. El Mundial no tiene piedad. Ha disputado
cuatro y sólo en 2006 los lusos llegaron lejos. Lograron un cuarto puesto, el
segundo mejor de la historia del país. Entonces, Cristiano contaba con 21 años
y todavía no había despuntado de verdad en el Manchester United. Sin embargo,
Portugal no pudo aprovechar la plenitud de, junto a Eusebio, el mejor
futbolista de su historia. En las siguientes tres ediciones, el país ibérico no
pasó de los octavos de final, defraudando en el Mundial de 2014 cayendo en fase
de grupos.

No llegó en las mejores
condiciones a Brasil, eso quedó claro. Pero el trabajo específico que ha
llevado a cabo la estrella del Real Madrid en los tramos finales de las últimas
temporadas hizo que el de Madeira aterrizara en Rusia a su mejor nivel. Lo
demostró con un hat-trick inapelable ante España. Lo certificó ante Marruecos
con un gol importantísimo. Sin embargo, todo se torció a partir del tercer
partido, ante Irán.

Cristiano falló un
penalti que pudo ser el 2-0 y amarrar un liderato importante. No en vano,
Portugal habría evitado a Uruguay en octavos y tendría un camino más o menos
asequible hacia la final en la parte derecha del cuadro. CR7 falló y dejó una
imagen grotesca con agresión incluida a un futbolista iraní. Portugal acabó
empatando y se encontró con una selección sin goles en contra en la fase de
grupos y con una dupla de atacantes que ya quisieran países con diez veces más
de habitantes. El cruce fue una pesadilla para Cristiano, maniatado por la
defensa charrúa al tiempo que Cavani le ensombrecía con dos goles de auténtico
crack y un trabajo sin balón que ningún delantero se ha permitido nunca.


Su cara al acabar el
choque era un poema y no es para menos. Cristiano no ha marcado ni un solo gol
en eliminatorias tras cuatro participaciones. En 12 años no ha pisado unos
cuartos de final. Sabe que la gran guinda de su palmarés se ha podido escapar
para siempre en Sochi. Tanto él como Messi han marcado una época, pero la
gloria de levantar una Copa del Mundo les ha sido esquiva.

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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