Hubo un tiempo en el que el Celta era uno de los equipos punteros de España. Un equipo que se clasificó para disputar la Liga de Campeones con un juego que asombraba a propios y extraños.
Dirigidos por Miguel Ángel Lotina, en la memoria quedará para siempre el encuentro ante una Real Sociedad que luchaba por ser campeón y a la que consiguió doblegar en un Balaídos a rebosar con un doblete de Mostovoi y un tanto, decisivo, del egipcio Ahmed Hossam Mido.
Pero claro, como pasa demasiadas veces, para equipos poco acostumbrados a disputar tres competiciones -más la exigencia de la Champions-, la temporada se hace muy larga. Fue el caso del Celta, que a pesar de contar con una de las mejores plantillas de su historia -puede que la mejor- se vio condenado a sufrir por no bajar a Segunda División mientras soñaba con gestas imposibles en la mayor competición de clubes del mundo.
Esa dualidad, ese esfuerzo titánico por querer ser competitivo hasta la muerte, llevó a que todos sus partidos se convirtieran en finales. Ya en noviembre, el cuadro vigués coqueteaba con el descenso tras ganar dos partidos de doce, y visitaba el Sánchez Pizjuán en el peor momento, después de tres jornadas sin ganar y tras empatar en casa ante el Brujas, lo que provocaba jugárselo al todo o nada en San Siro ante el vigente campeón, el Milan.
Para colmo, jugadores como Gustavo López o José Ignacio no llegaban en forma, y Mostovoi, castigado por su retraso al volver de jugar con su selección, no disputaría un solo minuto ante el Sevilla de Caparrós, rival en alza que apuntaba a Europa y que sólo dos semanas antes había ganado 4-1 a todo un Real Madrid.
Hemos dicho que este Celta practicaba un fútbol combinativo que entusiasmaba al aficionado neutro. Pero para ganar al Sevilla en el Pizjuán -y Lotina estaba seguro de ello- había que dejar la cubertería para otra ocasión y arrastrarse en el barro. El partido fue uno de los peores que se recuerdan, pero nada pudieron hacer Reyes, Antoñito, Darío Silva y compañía para perforar la meta de Cavallero. El cuadro gallego ganó de la forma más chabacana, con un gol de Jesuli –canterano sevillista- a la media hora de encuentro y poniendo más corazón que fútbol. El mismo que dio, diez días después, la clasificación para octavos de Liga de Campeones en una de las grandes hazañas de la historia del Celta.
Aquella victoria en el Pizjuán por 0-1 -mismo resultado que en los tres años anteriores- dio un poco de oxígeno a un equipo saturado por la presión y las lesiones. Nada pudo evitar el descenso, ni siquiera una victoria al Barça en la antepenúltima jornada. La historia ya estaba escrita. Por suerte para los vigueses, hoy el Celta marcha tercero, invicto, con jugadores de primer nivel como Nolito y un entrenador, Berizzo -disputó aquel partido y fue expulsado- que ha recuperado el fútbol que encandiló a todo el mundo. ¿Objetivo? Volver a asaltar un Pizjuán que sí disfruta de grandes noches de Champions.
FICHA DEL PARTIDO
Sevilla: Esteban; Njegus (Gallardo, m. 46), Pablo Alfaro, Javi Navarro, David; Redondo (Hornos, m. 67), Casquero (Baptista, m. 46), Martí, Reyes; Darío Silva y Antoñito.
Celta: Cavallero; Angel, Cáceres, Berizzo, Sylvinho; Luccin, José Ignacio (Milosevic, m. 74); Gustavo López (Sergio, m. 59), Jesuli, Juanfran; y Catanha (Giovanella, m. 64).
Gol: 0-1, M. 34. Jesuli, a centro de Catanha.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a Sylvinho, Giovanella, Lotina, Cavallero, Milosevic, Njegus Gallardo y expulsó a Berizzo (m. 57) por doble amonestación, y a Hornos (m. 90) por roja directa.