Fue el partido que mejor ejemplificó la temporada de aquel Madrid de Capello. Tres años sin títulos y con más coraje -mucho más- que fútbol, el conjunto blanco ganó una Liga heroica superando obstáculos que ellos mismos, sin querer, se ponían. Como ante el Espanyol en el Santiago Bernabéu.
En aquella noche mágica el Madrid se colocó líder de la tabla, algo impensable jornadas antes cuando marchaba quinto y condenado al enésimo fracaso. Sin embargo, ningún partido fue fácil. Ni siquiera éste, ante un cuadro perico que tenía la final de la UEFA en el horizonte y salió con suplentes a la Catedral blanca. No importó, pues Pandiani, con sed de gol, firmó un ha-trick en poco más de media hora. 1-3 al descanso y los de Capello tiritando.
Y entonces tuvo lugar una de las grandes noches del feudo madridista. Empujados por su afición, resurgieron a fuerza de fe y ganaron un partido que ya queda entre los más grandes de la historia blanca. El gol de Higuaín al final, su grito, el dorsal ’20’ levantado por el mismísimo Van Nistelrooy y miles de gargantas eufóricas sumaron un trocito más, importantísimo, en las mayores gestas de la Liga.