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El parche detrás del parche

Se repite casi como un mantra, temporada tras temporada, cada vez que el Atlético se queda sin efectivos en contantes jornadas consecutivas y de manera repetitiva, que la plantilla es corta porque así lo ha querido el entrenador, entendiendo por corta que el club suela afrontar las campañas con 19 o 20 jugadores disponibles desde el inicio hasta el fin. 22 fueron el curso pasado, aunque Kondogbia llegó un poco más tarde. 22 fueron también en la 2019-2020, pero hay que tener en cuenta que un jugador que tenía ficha era Vrsaljko, lesionado para los primeros seis meses de competición y otro, Saponjic, a quien se le había dicho por activa y por pasiva que no iba a jugar. También fueron 21 un año más atrás, que se quedaron en 20 cuando en enero salió Gelson Martins. Y si echamos la vista un año más atrás incluso, podríamos contar hasta 24 jugadores (con tres porteros), que se quedaron en 20 (con los mismos tres porteros) cuando en el mercado invernal cuatro jugadores hicieron las maletas, tres de ellos con la persiana ya echada para nuevas incorporaciones.

Defendía Simeone hace unos pocos meses que cuando conforman una plantilla, eso que se entiende como plantilla corta aplica para un equipo de 22 futbolistas, “dos por puesto”, además, en la que todos puedan ser titulares en algún momento de la temporada. De nada sirve tener 22 jugadores si hay tres porteros, tres laterales diestros y uno zurdo, como sucedió en casi todas las campañas pasadas. Con eso, además, se favorece que esas tres demarcaciones por completar una nómina de 25 puedan ser ocupadas por jugadores del filial a los que se les vea algo especial. Más allá de Serrano, Giuliano Simeone y Carlos Martín, no parece tener nada hoy el Atlético muy destacado entre sus manos de un equipo B que el curso pasado perdió incluso la categoría.

El Atlético se encuentra esta temporada con esas 22 fichas, sí, pero una atiende, otra vez, a Saponjic, que ni cuenta ni va a contar nunca y que, de hecho, no está ni inscrito para competición europea. Son 20 ahora si tenemos en cuenta la baja de Trippier, para quien de momento no hay recambio. “Si no podemos encontrar lo que queremos, lo solucionaremos con los que ya están”, admitió Simeone, advirtiendo que la baja del lateral igual no tiene recambio. Si a esas 20 fichas disponibles (en las que vuelve a haber dos porteros) le sumamos la fragilidad de ciertos jugadores capaces de perderse más partidos de los que juegan, el Atlético vuelve a tener una temporada de solventar la papeleta a base de parches. Desde que comenzó la temporada 2019-2020, es decir, en dos temporadas y media, Giménez se ha perdido 37 duelos por lesión; Vrsaljko 31, Lemar 29, Joao Félix 26, Savic 25, Héctor Herrera 24 y Mario Hermoso 12. Preocupantes, además, los casos de Giménez, Lemar y Joao Félix, pues los duelos ausentes atienden a muchas lesiones diferentes y no a pocas de larga duración, lo que implica que prácticamente están siempre entre algodones, en periodos de recuperación o con restricción de minutos. Este mismo año, Griezmann o Llorente, nada habituales en la enfermería, han visto cómo no solo se lesionaban, sino que a los pocos días recaían del mismo mal. Así, el Atlético tiene a dos de sus cuatro centrales (y juega con tres) de manera perenne en la enfermería, junto a los dos fichajes más caros de su historia. Insostenible.

La exhibición que el equipo dio la pasada campaña hay que argumentarla porque la línea entre la genialidad del entrenador y el cúmulo de buena fortuna puntual es muy fina. Llorente, un pivote transformado en el mejor llegador del fútbol europeo (12 goles y 11 asistencias) fue esencial. Carrasco, quien en tiempos no muy lejanos había salido del fútbol de primer nivel por su negacionismo defensivo y su nulo compromiso grupal, se convirtió en el mejor carrilero zurdo del campeonato. Koke, muy capaz en el interior y genial siempre en el apoyo y la creación cerca del área, ejerció de seis de manera imperial. Correa, tras seis años desterrado en la banda y aniquilado por una puntería que pocas veces le había acompañado, mejoró en los últimos tres meses de competición los números que en ese mismo tiempo hicieron los Mbappe, Lewandowski, Haaland o Messi. Fue un cúmulo de situaciones increíbles y de las que había que descubrir si era el inicio de algo natural o el momento puntual de algo excepcional. El Atlético sobrevivió, otra vez, con una plantilla corta en la que apenas sumaron jugadores como Vitolo, Torreira, Dembélé, Vrsaljko, Kondogbia, Lodi o Héctor Herrera.

Si era fruto de un día (una temporada) o cosa del destino se comprobaría con el paso del tiempo. Cierto es, que el curso pasado al Atlético se le acabó haciendo bola. Difícil esto después de ganar LaLiga, pero la primera vuelta fue totalmente distinta a la segunda. Y cierto es, que más allá de Saúl, el equipo no lamentó ninguna baja en verano de importancia, e incluso se permitió el lujo de reforzarse con dos certezas: De Paul y Griezmann, y una promesa: Cunha. Pero quizás ahí pecó de querer dar más pasos adelante y no mirar que, precisamente donde más aguas hacía el equipo, era atrás y porque el parche detrás del parche quizás no era más que eso.

Llorente, Carrasco o Koke están muy lejos de la versión que dieron el curso pasado en sus posiciones. Kondogbia y De Paul, como Griezmann, aún dan una de cal y otra de arena. Suárez, que arrancó con mejores números que el curso pasado, ahora parece encasquillado. Correa sigue siendo fundamental en la punta, pero el conglomerado de atacantes le desplaza a la banda donde es más servicial, pero menos decisivo. Lemar y Joao siguen dando pinceladas insuficientes para justificar el precio de su etiqueta, porque los borrones son más llamativos y recurrentes que sus obras de arte, Hermoso es un espejismo de lo que fue, y Savic y Giménez están más tiempo KO que en el verde.

Así, Vrsaljko y Kondogbia han tenido que jugar de centrales. Llorente se ha acoplado al carril o al lateral derecho no solo sin éxito, sino además privando al equipo de su llegada al área rival. Lodi pasa de ser esencial si el equipo juega con cuatro atrás, a inexistente si lo hace con cinco y su rendimiento va con altibajos. No hay dos jugadores por puesto y para completar los partidillos incluso en los entrenamientos, toca tirar del filial. El Atlético está sobreviviendo como puede, jornada tras jornada, a varios agentes no tan externos. Quizás una mala planificación (puede que lo más difícil de prever tras una temporada de éxito), al mal rendimiento de muchos de sus jugadores y a las lesiones que siguen afectando, sobre todo, a un puñado de futbolistas en particular. Quien más suena para solventar la baja de Trippier en el momento que escribo esto es Daniel Wass, un mediocentro de 32 años y que, en su madurez, antes de la llegada de Bordalás, alternó el pivote con el lateral. Es el parche detrás del parche, porque Vrsaljko, lateral, está jugando de central. Y Llorente, interior, lo está haciendo de carrilero.

El domingo, Simeone celebró el empate logrado en La Cerámica. Inusual, sabe que entre manos no tiene equipo para mucho más porque no se están repitiendo rendimientos individuales tan altos como el curso pasado y que el punto sacado ante un equipo que acabó con un jugador más es incluso positivo. La cara no es la mejor para el equipo que defiende título. ¿Podrán la Copa y la Supercopa cambiar el rumbo?

Imagen de cabecera: @atleti

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