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'Volare'

Me gusta imaginar hacia dónde se dirigen los aviones que veo en el cielo. Fantaseo con ese aeroplano que está creando una bella estela de vapor, mezclando el blanco sobre un profundo azul. Está volando a Nápoles, hay mucho que celebrar allí. Los 33 años que separan al Napoli de la última vez que logró el Scudetto reúnen desde la nonna que cantó los goles de Maradona al nieto que patea un balón por primera vez en un desordenado callejón. Nostálgicos y noveles, congregados en la misma fiesta.

Nápoles no se puede clonar, es única. Un hechizo irrepetible, la encantadora decadencia. La que explica que inmundicia, historia y belleza pueden convivir. No aparenta, se muestra tal y como es; exagerada desde su propia naturalidad, ordenada a través del caos. Es el libertinaje de los cabellos brincando en un paseo en moto, la humedad al clavarle los dientes a un Babà al ron, las guirnaldas de ropa tendida que adornan sus calles, las manos que inventaron la pizza. La maglia azzurra envuelve toda la riqueza de la ciudad. Kim Min-Jae protege el espacio como Virgilio lo hizo para esconder un huevo mágico en los cimientos del castillo. Victor Osimhen es inesperado e imponente como un volcán. Los niños ya no quieren disfrazarse de ‘El Zorro’, prefieren hacerlo de goleador enmascarado. Khvicha Kvaratskhelia, 20 letras que se atragantan en tus cuerdas vocales. El georgiano también ha dormido en la cuna de los adorados y protegidos. La creatividad de un talento que resulta casi tan fascinante como el velo de mármol del Cristo Velado.

Nápoles hoy se sostiene con sus alas, se siente en las alturas. El sur por encima del norte. Las plegarias a San Gennaro se han hecho realidad. Italia ha marcado un gol con el empeine de su bota, de esos que nunca se olvidan. Los de Luciano Spalletti han logrado el tercer Scudetto de su historia. La ventana del mural de Diego Armando Maradona, tan amado en los hogares partenopeos, ya se puede abrir. Así es la ciudad del Vesubio: no olvida, su lealtad es un acto eterno. Su desaforada pasión la describe. Vida y fútbol están tejidos con la misma aguja; una no tiene sentido sin la otra. Si has estado allí, querrás volver a subir a ese avión. Dicen que pertenecemos a los lugares en los que hemos estado. En Nápoles te dejas un trozo de corazón para que recuerdes que algún día deberás volver a recogerlo.

Imagen de cabecera: @sscnapoli

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

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