Cada 22 de diciembre es lo mismo. La banda sonora en muchos salones de España son unos niños que cantan muchos números que no entendemos. Otro año que no toca, ¿no? La musiquilla es igual de pegajosa que de molesta, pero ahí estamos: confiando en lo imposible. Es más fácil que te caiga un meteorito, dicen, aunque durante la mañana no paran de mostrarte fiestas con cava y champagne. En Vaya Semanita, mítico programa de humor vasco, se afirmaba que la lotería eran los padres. A nadie le tocaba nada. Los que salían celebrando por televisión, aseguraban, eran figurantes.
Lo bueno de Instagram, al contrario de Twitter, es que la gran mayoría de comentarios que pueda haber hoy -o eso espero- son de gente respetuosa. En la red social del pajarito, la que comanda Elon Musk, te insultan por dar los buenos días. Esa es la realidad. Aquí podemos venir todos a darnos ánimos por ser pobres un año más.
Quien dicen que va a tener una gran fortuna es Cristiano Ronaldo. Él no ha comprado mil boletos esperando un milagro: él ha trabajado para labrarse una fortuna. Según Marca, ha aceptado una oferta hasta 2030 de un club de Arabia Saudí para no solo jugar al balompié, sino para promocionar el Mundial que quieren organizar en 8 años. La política lleva muchos años metiéndose en el fútbol, pero esto es un paso más allá. Por cierto, Portugal también quiere organizar, junto a España y Ucrania, la Copa del Mundo de 2030. No digo más.
Los demás podemos quedarnos con el entretenimiento prosaico: este bello deporte. Lo normal en un día como este es no tener nada, pero hoy, al haber tenido parón por el Mundial, tenemos un Manchester City-Liverpool. Sí, es la Carabao Cup y ambos cuadros se presentan con bajas por lesión, pero algo es algo. No seremos millonarios, pero disfrutamos con las cosas que amamos. Siempre me dijeron que esa era la clave de la vida.
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