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El gol no dejará de llorarle nunca

Desde que soy niño, me he fijado
más en lo que precedía al gol. El hecho de que el esférico rebasara la línea blanca
me preocupó siempre menos que el conglomerado necesario para crear esa ocasión.
Para mí, tiene lógica, por saber que responde a una caprichosa suerte que, en
ocasiones, es demasiado injusta con el trabajo previo.

Y es que esas jugadas que por
destino quedan huérfanas, siempre han sido las grandes perjudicadas del fútbol.
Esas creaciones sin final feliz son fácilmente olvidadas, salvo contadas
excepciones. Muchas veces, ese gol que debió llegar y no lo hizo, es la causa
para dilapidar jugadores, entrenadores, estrategias e ideas, que de persistir,
podrían seguir enamorando pasiones. Sin embargo, no dudo del talento de quien
con su acierto, consigue que el fútbol no escape de las mentes de quien quiere
recordar (e incluso de las que no quieren). Y en eso se puede afirmar que
Enrique Castro ‘Quini’, era de los mejores.

Y digo era, con todo el dolor de
quien sabe que no se ha ido un futbolista, sino un ejemplo. Una persona
íntegra, que con su trabajo y su dedicación al deporte que amamos, lo hizo más
grande y gestó recuerdos para quien hoy, en silencio, le llora. Y ‘Quini’ no
solo nos regaló goles y jugadas, sino la firme opinión de que el fútbol, es un
ejercicio de amabilidad y de desarrollo personal y amor por el deporte. Un
referente que nos enseñó a perdonar, entender y conversar sin alzar la voz más
de lo debido. Que nos regaló momentos épicos sobre el césped de todos los
estadios que tuvieron la suerte de cantar sus goles, locales y rivales, pues su
casa, eran todas, como las lágrimas que hoy le despiden sin esperarlo. Hoy, de
repente aborda la memoria las historias que le rodearon, sus goles, pero
también el club que amó y le amó, la pérdida de su hermano querido, su
secuestro, la imagen inmortal de ese gol acrobático en el que coronó una jugada
para nuestro recuerdo, su sonrisa en la banda y en la grada de El Molinón, que
ya siempre será suyo, en las gargantas de fieles, que no entienden de colores,
ni de goles, pero sí de pasión, de entrega y de valor.

Ayer murió, pero ‘Quini’, lo será
por siempre.

Hoy, lloramos nosotros, el gol no dejará de llorarle nunca.

Gracias, por todo y que la tierra
te sea leve, ‘Brujo’.

Valladolid, 1988. Social media. Periodismo por vocación y afición. Con el fútbol como vía para contar grandes historias. Apasionado del fútbol internacional y "vintage".

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