El gol de Coro

No nos damos cuenta pero cuando vamos a nuestros hogares desde el trabajo o la universidad debemos enlazar un sinfín de carreteras. La que sale de la ciudad, la que conecta con la autopista, la que llega a tu pueblo y la de tu casa. La temporada 2005-2006 del Espanyol se encaminó por calzadas infaustas llenas de piedras en el camino. Qué sufrimiento. Un relato que acabó bien pero que pudo tener un final funesto.

Los pericos eran un desierto. Su curso en la liga era totalmente irregular pero a su vera siempre tuvieron un oasis del que saciarse: la Copa del Rey. De ahí sacaban fuerzas para mirarle a los ojos al descenso, un pelín despavoridos, y no dejar el club en la más absoluta penuria. Los blanquiazules estaban construyendo su nuevo estadio en Cornellà por lo que ir a segunda era una de las peores noticias para la entidad barcelonesa.

El oráculo perico, como suele ocurrir con la entidad catalana, predijo que el Espanyol iba a vivir una montaña rusa de emociones. Después de vencer al Madrid en los preámbulos del curso, con un gol de Dani Jarque, los de Lotina realizaron una más que correcta Uefa, siendo eliminado por el Schalke 04 en dieciseisavos de final tras pasar la primera fase de grupos.

Sin embargo, en liga las cosas no iban bien. La plantilla contaba con un elenco de futbolistas que fueron héroes como Luis García, Iván de la Peña o Raúl Tamudo. Todos acabaron llorando en el césped de Hampden Park, en Glasgow, en una final de Uefa perdida en la tanda de penaltis frente al Sevilla en 2007. Pero en ese momento, el viaje a segunda era una posibilidad real.

Cabe volver a abril de 2006. La afición perica paseaba por las calles de Madrid con la Copa del Rey en la mano, exultante, tras golear 4-1 al Real Zaragoza, sabiendo que aquello daría alas a un equipo agarrotado. Todas las crónicas de aquellos tiempos decían lo mismo: faltaba muchísimo gol. Y no por la falta de calidad, arriba ya se ha comentado la tremenda capacidad goleadora que tenía el Espanyol. Eran nervios. Jugar la copa era desconectar tres días pero cada choque liguero era salir del oasis para volver a andar sin rumbo en el desierto. Muertos de sed.

Y así llegaron al 13 de mayo de 2006. Jugándose la vida en casa frente a la Real Sociedad. Y pasaba lo de siempre. Los pericos estrellaron tres balones contra los palos dejando su azar al Deportivo Alavés que si marcaba un gol enviaba directo al cuadro catalán a segunda, en caso de empate o derrota de los catalanes. Para más inri De la Peña tuvo que ser sustituido al descanso.

A falta de diez minutos llegó lo que nadie quería. Bodipo, delantero del Alavés, pidió con educación las ilusiones del Espanyol y las devolvió hechas un cristo, con forma de gol en Vitoria. Los pericos necesitaban algo que le habían prohibido los palos, añadiendo la presión de estar en descenso por primera vez en la temporada en aquellos horribles diez minutos.

Aun así, como decía Albert Einstein, todos tenemos el destino que nos merecemos. Y los de Lotina no merecían descender. En un último intento, absolutamente desesperado, Jarque –siempre Jarque- puso un balón largo al área que fue peinado por Pandiani. El cuero cayó en el área y con jugadores contrastados, acostumbrados a vivir en la élite, le llegó al más bisoño. Ferran Corominas, con 23 años, tuvo la capacidad de controlar con reposo dentro del área y salvar al Espanyol con un gran disparo por bajo. Coro se convirtió en el faraón del club salvándole de mucho más que un descenso. Hiciera lo que hiciera, su lugar en la historia estaba escrito. Con letras de oro.