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Fútbol sudamericano

El fútbol se une a la rebelión venezolana

 

Cuando en Venezuela iniciaron las protestas en febrero de 2014, fue asesinado un joven de 23 años llamado Bassil Da Costa, seguidor del Deportivo Táchira, uno de los equipos más importantes de la nación. El homicidio conmocionó al país y numerosos aficionados del club de sus amores le rindieron homenajes. Hoy el fútbol venezolano continúa siendo víctima de la fuerte crisis socio política que somete a la Tierra de Bolívar. En los últimos días, mientras la ciudadanía se encontraba en la calle luchando por la salida de Nicolás Maduro y por evitar La Constituyente, jugadores profesionales, o en vía de hacerlo, fueron víctimas directas de la Dictadura. Edgar Rito fue detenido por manifestar, mientras que Ender Peña, capitán en categorías inferiores de Lotería de Táchira, y José Gustavo Leal, jugador de Puente Real, fueron ultimados por agentes del Régimen.

La crisis no escatima en nadie que viva en el país, ni siquiera en los deportistas de élite, acostumbrados a vivir en una burbuja. Numerosos jugadores han mostrado su inconformidad con la situación e incluso algunos de ellos, como Ricardo Andreutti o Carlos Rivero, que hacen vida en balompié local, se han pronunciado a través de sus redes sociales. Otros, que se ubican en el fútbol de élite y que son asiduos participantes del combinado patrio, han repudiado la criminalización de la protesta como es el caso de los Roberto Rosales, Juan Pablo Añor, Juan Arango o Tomás Rincón, este último colocando su bandera al revés en cada celebración con la Juventus de Turín.

 

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Incluso Rafael Dudamel, seleccionador nacional, solicitó a Nicolás Maduro que bajara las armas, y Stalin Rivas, leyenda del fútbol local, se ha pronunciado recurrentemente a través de las redes sociales. Aunado a esto, los futbolistas han solicitado hacer minutos de silencio en los partidos de fútbol profesional que se hacen en Venezuela. Han determinado hacerlo una vez que inicie el partido y no en el instante previo como ocurre en el mundo, ¿Por qué? La dirigencia no lo permite.

El origen del conflicto

Venezuela estaba sacudida en febrero de 2014 cuando iniciaron las fuertes protestas contra Nicolás Maduro. Se jugaba la jornada siete y los diversos equipos de fútbol convocaron a la fecha estipulada ¿El detalle? Los jugadores argumentaron dificultades logísticas y de seguridad y se excusaron para no disputar los partidos. La presión gubernamental y de los clubes, en su mayoría dependientes del Estado y de empresarios ligados al Gobierno Nacional, indicaron que los duelos se jugarían, así fuera por juveniles. El hecho ocurrió. Los partidos de primera división se jugaron con puros jugadores de categorías formativas y los futbolistas profesionales se unieron para no enfundarse los cortos en aquel funesto domingo, a excepción de casos aislados.

El conflicto derivó en sanciones, destituciones y un quiebre que aún no ha sanado totalmente. La Federación Venezolana de Fútbol ha sostenido la postura hasta nuestros días, prohibiendo inclusive que en días recientes, cuando la crisis se ha recrudecido en el país suramericano, no haya manifestaciones futbolísticas en solidaridad con lo que acontece en las calles. Esta crisis obligó incluso a que el cotejo entre Caracas FC vs Deportivo Anzoátegui por el torneo local se efectuara a pocas cuadras de la represión. El humo de las bombas lacrimógenas incluso llegó a hacerse presentes en el coso capitalino. Pese a las molestias de los protagonistas, los dirigentes aseguraron que el show debía seguir.

Los censores

No es un secreto que numerosos dirigentes del fútbol venezolano están vinculados al Gobierno Nacional. De hecho, Pedro Infante, Vicepresidente de la Federación Venezolana de Fútbol, es a su vez Ministro de Juventud y el Deporte, lo que incluso va contra las normativas que establece FIFA. Por si no fuere suficiente, cabe destacar que algunos de los jerarcas de la mayoría de los equipos del país están vinculados a negocios con el Gobierno, como es el caso del Zamora FC, cuyo dueño es Adelis Chávez, hermano del ex presidente de la República. Son pocos los que están del otro lado de la moneda, como es el caso del Caracas FC, que sostienen una tradición con la empresa privada desde tiempos anteriores a la irrupción del chavismo.

Esteban Trapiello

Otras de las figuras primordiales en el manejo del fútbol venezolano es Esteban Trapiello, máximo dirigente de TLT, la televisora que difunde los partidos del balompié local. El productor de la pantalla chica no ha escondido nunca su estrecha relación con Tareck El Aissami, vicepresidente de la nación y recientemente sancionado por el Gobierno de Estados Unidos por su vínculo con el tráfico de drogas, y ha mostrado su cercanía al Gobierno Nacional públicamente. Trapiello es quizá el hombre más polémico en la actualidad del deporte rey venezolano y es a quien se acusa de estar detrás de las censuras en los minutos de silencio que se hacen en los partidos que salen por su televisora.

Sin embargo, el vínculo entre futbolistas, dirigentes y televisora terminará de restablecerse sólo sí hay un cambio de gobierno en Venezuela. Una rebelión que engloba a más del 80% del país en contra de una cúpula, según señalan encuestas, espera construir un nuevo país en el que el fútbol se juegue con aficionados y balones, y no entre torbellinos, censuras y bombas lacrimógenas. Los jugadores luchan por ello.

 

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