Las vueltas que da la vida. Hoy Walid Regragui, imagino, paseará por el hotel de Marruecos con una sonrisa inmutable. Tiene 47 años y es, probablemente, el mejor momento de su trayectoria vital. Qué cosas: en un mundo en el que el triunfo cada día es más precoz, olvidamos a los que llevan muchos años trabajando en la sombra. A los que llevan décadas esperando el éxito.
El seleccionador marroquí, como jugador, no tuvo una carrera internacional destacada. Jugó en España, en Francia y en su propio país. Ya está. De hecho, como entrenador se encontró con una situación que pocos esperaban: Vahid Halilhodzic, el hombre que había conseguido el billete para este abyecto Mundial, fue despedido por las diferencias que había en el vestuario en septiembre. Básicamente estaba todo roto, ya que Ziyech y Mazraoui habían discutido con él. Ahí aparece Regragui.
“La gente teme reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas se escapan a nuestro control”, decía Woody Allen en Match Point. Ilustraba esas palabras con un golpeo de un jugador de tenis en el que la bola bailaba sobre la red. A veces irá al otro campo y en otras ocasiones se quedará. Así es la vida.
Muchas veces sentimos que la suerte nos esquiva. Para eso están ejemplos como el de este seleccionador que alucina cuando lo mantean. Continuó en el balompié esperando su oportunidad y le ha llegado. Cuando aterrizó en el Mundial dijo que venían a ganar el torneo. Ya solo está a dos partidos de ello.
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