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Fútbol Internacional

El otro lado de la cancha

Montiel marca el definitivo y Scaloni esboza una sonrisa incrédula. Los músculos faciales, contenidos, están haciendo teatro. En su lugar, el banquillo, empieza a liberar un llanto que necesita explotar como un volcán. No es la primera vez que le vimos llorar. Lo hizo también cuando halagó a sus jugadores en la previa de la final y no pudo contener las lágrimas ante su honesto agradecimiento.

Quizá la gran clave de este combinado ganador reside ahí. En la de un cuerpo técnico inexperto que, a pesar de las dudas que quisieron instalarle, ha despegado como un cohete cuidando a cada pasajero de su nave. Así han llegado a alcanzar el éxito más extraordinario del escenario balompédico. Una expedición que ha pisado la luna.  

Aimar ya lo venía avisando. Un técnico que ha dejado su huella en categorías inferiores, que creía plenamente en la permisión del fallo para no limitar la creatividad del futbolista; un factor imprescindible en su manera de entender el juego. Con plena dedicación a los valores que transmitía a sus jugadores porque:  “Al final ellos son futbolistas dos horas por día, el resto son personas”. Nos ha regalado distintos discursos inspiradores que dan lugar, por lo menos, a la reflexión y a intuir que, tras esa indumentaria que viste y representa a un país de 45 millones de habitantes, hay un ser humano excepcional.

‘El Payaso’ también se emocionó en pleno partido, cuando Argentina pudo afirmarse en la fase de grupos tras pasear por un fino alambre; ese que respondía al inmenso vacío que habría sentido una afición que tenía la ilusión inyectada por vena. También este staff ha tenido que equilibrar esa balanza, la de desdramatizar y la de convivir con la expectativa y la etiqueta de la pasión del fútbol sudamericano, tan desmedida como real.  La de sostener esa agotadora e insistente comparación entre Maradona y Messi. Como si los genios no se hubieran ganado el derecho de ser únicos y distintos.

Lo de Argentina va más allá del 4-3-3, el 4-4-2 o el 5-3-2. Va de convencer al mejor jugador que pueden tener para volver a vestir la albiceleste y liderarles. Va de que no se sientan perdidos, como pronunciaba el propio Leo. Va de un reconocimiento sincero, de una confianza a ciegas. De comprender qué necesita el conjunto. De emocionarse al ver cómo reacciona un país ante tus logros. De sujetar a este equipo desde la zona técnica y no soltarlo bajo ningún concepto, aunque el guion pueda ser kafkiano o casi imposible.

Scaloni ya es el segundo DT más joven, tras Menotti, en lograr una Copa del Mundo. El que viste una antigua camiseta de festejo, porque su pasado supera cualquier elástica de marketing. El que tan solo con 57 partidos ya ha alzado tres copas. El arquitecto de la Scaloneta. El que está al otro lado de la cancha, donde el lado humano, ese que tanto importa, deja verse. El hilo que ha bordado la tercera estrella de una bella constelación en el firmamento. Nosotros solo podemos admirarla.

Imagen de cabecera: @Argentina

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

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