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Motociclismo

El Día de la Marcmota

Una de las máximas de la vida en general, que en el motociclismo se cumple de forma recurrente, es que todo puede cambiar en milésimas de segundo. Marc Márquez lo sabe bien. Quién le iba a decir en Jerez 2020, cuando iba remontando posiciones como un poseso hasta alcanzar el podio, que no volvería a disputar una carrera en todo el curso.

Volviendo a 2022: quién le iba a decir, hace poco más de un mes, que el quinto puesto obtenido en Qatar sería su mejor resultado tras cuatro carreras. Y, sobre todo, quién le iba a decir que terminar sexto en Austin para quedarse a 40 puntos del líder Enea Bastianini -ganador de la carrera- le acabaría dejando genuinamente satisfecho.

La explicación se encuentra en la milésima de segundo que volvió a cambiarlo todo el pasado 20 de marzo en el warm up de Indonesia. Esa en la que pasó de tener el control de su Honda RC213V a perderlo y salir volando en una violentísima caída que se acabó traduciendo en un nuevo episodio de diplopía que volvería a cuestionar su temporada, su carrera deportiva y hasta su vida diaria.

Decidió no acudir a Argentina pese a encontrarse mejor y optó por volver en Austin, el escenario donde acumulaba siete poles y siete victorias en ocho visitas. Inevitablemente estaba en todas las quinielas a la victoria, por más que él templase los ánimos afirmando una y otra vez que, aunque no la descartaba del todo, estaba lejos de ser su objetivo.

Impactaron sus palabras previas, en las que aseguraba no tener ganas de subirse a la moto. Impactaron porque nunca había dicho nada así. Venía de vivir el invierno más largo de su vida y la peor sensación era la de no saber si había terminado.

Por eso, para Marc Márquez, el pasado domingo no era 10 de abril; sino 2 de febrero.

En Estados Unidos, país donde el 93 tiene un porcentaje de éxito apabullante, el 2 de febrero se celebra el popular Día de la Marmota, una tradición folclórica utilizada para predecir el final del invierno en la que es el simpático animal el que, con su comportamiento al salir ese día de su hibernación, decide si la fría estación ya toca a su fin y la primavera llega por adelantado; o si, por el contrario, se extenderá hasta seis semanas más.

El mecanismo es muy sencillo: si el día está nublado y abandona la madriguera, la primavera está cerca. Si al asomarse hace sol y ve su propia sombra, da media vuelta y todavía queda invierno.

El Gran Premio de las Américas fue el Día de la Marcmota en MotoGP.

La expectación era enorme por ver a qué nivel estaba el Sheriff de Austin. Imbatible allí cuando está bien, los interrogantes eran tantos (las semanas de baja por diplopía, su hombro todavía sin recuperar del todo y los problemas de adaptación a la nueva RC213V) que las miradas de todo el paddock estaban puestas en la madriguera del 93.

Marc, al que dentro de la madriguera se podía ver con gafas de sol para preservar al máximo el maldito cuarto nervio de su ojo derecho, asomó la cabeza para dar unas prometedoras vueltas el viernes… pero el sábado llegaron las dudas: como él mismo reconocería después, le faltó confianza en sí mismo y solo pudo ser noveno en la Q2.

Pese a tal traspié, la expectación seguía intacta. Texas seguía siendo su condado y aún seguía fresca su contundente victoria meses atrás, la más clara de las tres que logró en 2021. Cuando se apagó el semáforo y salió definitivamente de su hibernación, había más miradas sobre él que sobre las Ducati que habían copado el top 5 de la parrilla en una demostración de fuerza inaudita en casi dos décadas.

Para sorpresa de todos, Marc no aparecía por la primera curva, donde se le esperaba tratando de ganar unas cuantas posiciones. Cuando pasó la nube de pilotos, se adivinó su figura al fondo. Su Honda había fallado en la arrancada y estaba último destacado.

Eso suponía cambiar la posibilidad de la victoria por la certeza del espectáculo. O sea, dividía la atención de la carrera en dos: mientras las Suzuki se iban colando en la fiesta de Ducati, el de Cervera empezaba su particular show: en la primera vuelta ganó seis posiciones, en tres vueltas ya estaba en zona de puntos, en siete se había colado en el top 10 y siguió escalando hasta colocarse sexto tras superar a pilotos como Jorge Martín y Fabio Quartararo.

Ahí notó como el tanque de su cuerpo se vaciaba, pagando el extenuante esfuerzo realizado hasta el momento. Decidió no forzar más para intentar dar caza a Pecco Bagnaia y aun tuvo que defenderse de Quartararo, en una lucha que recordó a aquel 2019 en el que todavía eran el niño prodigio aspirante y el campeón inexpugnable. También esta vez la ganó Marc.

La sexta plaza fue casi anecdótica. Lo importante era el ritmo exhibido, que le hubiera metido en la lucha por ganar de no ser por el problema de su moto en la salida. Los datos no mienten: pasó la primera vuelta a 4,3 segundos; llegó a estar a 5,3 segundos en el quinto giro y, a cuatro vueltas del final, cuando consolidó el adelantamiento a Quartararo, estaba solo a 4,4.

Es decir: fue capaz de recortar distancia a la cabeza de carrera mientras adelantaba a la friolera de 18 rivales y cometía algunos errores. Una auténtica exhibición que trasciende muchísimo más allá del puesto final o de los 10 puntos que eso le reporta. Lo importante es que todos le vieron abandonar la madriguera y domar la nueva Honda RC213V en su circuito.

Hay quienes dicen que el Mundial de MotoGP empieza al llegar a Europa. De momento, lo que está claro es que el invierno de Marc Márquez se terminó en Austin. Ya está aquí su primavera.

Imagen de cabecera: @HRC_MotoGP

Burgos, 1987. Madrileño de adopción. Periodista deportivo 3.0. Motociclismo, por encima de cualquier piloto; y deporte, por encima de cualquier deportista o club. Licenciado en periodismo, aprendí en Eurosport. Ahora soy editor en motorpasionmoto.com y colaboro en Sphera Sports, Motorbike Magazine y Sport Motor motociclismo.

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