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El Clásico de los puñetazos

El Barça salió con un once sin sorpresas, continuando con Mascherano en el pivote defensivo, y el Real Madrid tampoco quiso variar su esquema. Partido de los que, como decía Rosell, son muy divertidos para el espectador, con muchas contras y muchos zarpazos. Se suele decir que esta misma clase de partidos, por su carácter, no gustan tanto a los entrenadores. Pero Luis Enrique se encuentra como pez en el agua.

El equipo azulgrana comenzó cómodo en el campo, estirándose y creando incertidumbre blanca en los primeros compases. Iniesta emergía de la discreción que ocupa en este esquema para coger con fuerza el timón, ofreciéndose como la mejor opción para el desahogo de balón ante tanta duda primeriza.

El Real Madrid empieza a jugar en tres cuartos, y poco a poco, se va adueñando del balón, o al menos esa es la sensación. La banda izquierda se convierte en su mejor arma, con un Marcelo omnipresente que está percutiendo constantemente. El Barça empieza a agobiarse y tras un balón al larguero de Cristiano comienza a sufrir.

En esas estamos, cuando aparece Jérémy Mathieu para marcar su primer gol en Liga. Lionel Messi, sufriendo la soledad de la banda, también sabe asistir a balón parado. Gran remate del francés en el punto de penalti para pegar el primer golpe en la mesa. El Real Madrid no da crédito.

Y tras el gol, se invierte el rumbo del partido. El Barça produce jugadas muy hilvanadas durante varios minutos, hasta que aparece el talón de Benzema. Una obra de arte de Karim deja sólo a Cristiano que estira la zurda lo suficiente para batir a Bravo.

Otra rotura de esquemas que se da en el encuentro. Ida y vuelta. Las crisis de juego viajaban en AVE. El Barça queda a merced del Madrid tras el gol de Cristiano. Desorientado, con muchas imprecisiones en pases fáciles y visiblemente nervioso. Los blancos dominan, ahora sí, sin ningún tipo de duda. Ven carnaza pero no llegan a tiempo. Mateu Lahoz señala el final del round y el púgil azulgrana resiste con la cara magullada.

Han sufrido un acoso y los jugadores son conscientes. En la segunda parte el Madrid continua con el guión, pero este Barça ofreció hoy un aspecto que no se veía mucho esta temporada; una gran ‘performance’ defensiva reflejada en el partido colosal de Gerard Piqué. Se defiende más, pero se defiende mejor. Era una de las asignaturas pendientes contra rivales grandes; el repliegue azulgrana. Pese a ello, Modric sigue siendo el alma blanca, y el juego del Madrid dura lo que dura el físico del croata. Antes de que se le acabe la gasolina, Suárez se encuentra un balón directo en uno de sus trabajados desmarques y aprovecha una ínfima ventaja sobre Pepe para hacer el segundo. El mérito de Luis reside en seguir jugando como si tuviera que ganar el sólo los partidos. Su fe y sobretodo su olfato de gol permiten que llegue el segundo tanto.

El Barça dominaba más el marcador que el juego. Pero, como ya os podéis imaginar, el gol vuelve a ser un punto de inflexión. Ida y vuelta. El Real Madrid se queda sin respiración y el Barça se aprovecha. Luis Enrique lee muy bien el partido y mide bien los tiempos en sus cambios. Reaparece Busquets primero, que hubiese sido de gran ayuda ante la presión alta del Madrid en algunos compases, y Xavi luego, que hace que regresen los rondos al primer toque en el Camp Nou.

El partido no se pondrá a las nuevas generaciones de delanteros. Un cúmulo de ocasiones desperdiciadas, personificadas en Neymar, que no tenía su mejor noche de cara a portería. Messi, cansado del ostracismo que sufría en banda, pasó al centro durante el segundo tiempo, consciente de que era un momento ideal para golpear con contras que el Barça no llegó a concretar. El resultado podía ser más abultado y ahora el K.O madrileño era evidente. Cosas del fútbol, el Madrid aún tuvo tiempo para inquietar a balón parado el área de Bravo que demuestra que la portería blaugrana está bien cubierta. Sacó un balón a Benzema importantísimo y realizó un partido muy completo.

Ganó un Barça humano, que fue dominado pero que resistió las embestidas, que supo cambiar bien de registros y que demostró que puede hacer daño a cualquiera, incluido a un vigente campeón de Europa.

Lugo, 1983. Lo mejor que puedo decir de mí es que me gusta escribir. Y lo hago cuando me dejan en @SpheraSports y @martiperarnau.

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