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El camino es la disciplina

La selección Inglesa sigue siendo un misterio difícil de resolver. Jugadores buenos que tienen calidad para jugar en cualquier club de reputación enorme pero que en el momento importante las cosas se tuercen. Y sucede año tras año. Salen un par de chicos talentosos a la luz, quizás abrumados por el revuelo mediático sometido, que caen cuando se visten con la camiseta de los pross. No importa que hayan hecho un curso para recordar en la liga que sea, cuando llega el momento de jugar una competición importante, Inglaterra falla año tras año. Y, dejando al margen los que se ponen las botas para pisar el verde, los seleccionadores sufren el mismo problema.

La marcha de Capello, tras una discusión con la FA por la retirada de la capitanía a Terry, supuso la llegada de Hogdson en 2012. El ex del Liverpool no era el hombre más querido por la gente, pero era Inglés y esa era uno de los requisitos innegociables en aquella época para coger al equipo nacional. Pero tras dos Eurocopas y un Mundial su crédito acabó.

 

 

Su primer envite, el trofeo europeo de naciones, satisfizo a los directivos ya que su cuadro llegó a Cuartos, frente a Italia, y fue eliminado en los penaltis. El Mundial, a pesar de jugar un fútbol aceptable, fue un desastre cayendo en la fase de grupos. Se apostó por la continuidad por el gran número de jóvenes con los que ya contaba Roy. Y parecía que todo iba bien. La fase de clasificación a Francia fue perfecta. Inglaterra ganó todos sus partidos y por el camino ganó un amistoso a Alemania, remontando un 2-0 en Berlín. Pero unos chicos de una isla de 300000 personas les dejaron en ridículo. Su era había acabado.

Se hablaba mucho de Eddie Howe, un joven entrenador que ha hecho un milagro en la costa sur. Pero Sam Allardyce coge fuerza. Big Sam, con una reputación de hombre de hierro, nunca ha entrenado a un club campeón. Solo tocó Europa con su famoso Bolton en el que entrenó a Hierro, Iván Campo o Jay Jay Okocha. Más tarde pasó por Newcastle, Blackburn y West Ham hasta llegar al Sunderland. Con los Black Cats en los puestos de abajo, nadie daba un centavo por la salvación de los de Allardyce. Pero de nuevo, volvió a hacer el milagro con un juego que le ha llevado a muchas críticas, incluso despidos como el que tuvo en el West Ham. Pero los hammers y Slaven Billic tienen mucho que agradecerle. Él hizo los planos para que los de Londres comenzaran a soñar.

 

 

Asimismo, es un técnico que le gusta usar nuevas tecnologías para mejorar el rendimiento de sus jugadores. Su larga experiencia en las islas y su trabajo duro le dan opciones para coger uno de los puestos de más responsabilidad del país. Sin duda, se lo merece. Los lustros pasan y aquella tarde de verano en Wembley de 1966 cada día queda más lejos. Algo debe cambiar.

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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