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Fútbol

El análisis cada tres días

Es difícil tomar perspectiva para analizar el fútbol jugando cada tres días y con el yugo del resultado encima de la cabeza. En esos días pasamos de asegurar que un equipo no tiene pólvora, tras el empate del Barça ante el Nápoles en la Europa League, a insinuar que aún tiene opciones de ganar la Liga tras golear en Valencia.

El problema es que la inmediatez del análisis está tan arraigada ya en el fútbol actual que no parece importar equivocarse y cambiar de opinión. Y no entrar en esa vorágine genera la sensación de perder capacidad de análisis cuando debería ser todo lo contrario.

La Liga española es una prueba fehaciente de la volatilidad de los análisis. El líder, el Real Madrid, está firmando hasta el momento un torneo magnífico en el campeonato local. Pero las sensaciones pasan por picos extremos. Y no de una semana a otra, directamente durante el transcurso de un partido.

Tras el frustrante partido en París, la buena segunda parte ante el Deportivo Alavés, tras una francamente floja, volvió a otorgar de golpe todo el crédito a los Asensio, Benzema y Vinicius. Ni tanto ni tan calvo, como casi siempre.

El Atlético rendía visita a El Sadar con Simeone más cuestionado que nunca en el mundo rojiblanco. Su equipo se cascó el partido más cholista posible y acabó goleando. Uno de los tantos fue de Suárez, que se acordó de la gente que con tan solo 8 meses de diferencia ha pasado de crucificar al Barça por no renovarle a decir que está acabado.

Barça, Madrid y Atlético son solo un ejemplo de la volatilidad del fútbol actual. Ojo, esto no es nostalgia del pasado, son datos comprobables de una realidad muy inestable. Lo que sí es objetivo es la crueldad de un calendario saturado y agotador que termina perjudicando gravemente al futbolista. Nadie lo reconocerá, pero el jugador pasa por altibajos de todo tipo debido a un calendario difícil de justificar. Y se mantiene y sostiene única y exclusivamente para mantener el beneficio económico. Y se resiente precisamente el objetivo principal de este deporte, el espectáculo.

Los equipos que juegan en Europa, sufren automáticamente el fin de semana siguiente en su Liga. No puede ser de otra forma. Y todos los proyectos futuros con reformas de las diferentes competiciones pasan por añadir partidos, nunca por reducir el calendario. Y ahí nadie puede sacar pecho. Son iguales Liga, UEFA, FIFA e ideas como la Súper Liga, al margen de estas asociaciones…

Todas tienen algo en común, se busca incrementar el beneficio económico, por eso la nueva reforma de la Champions, el Mundial cada dos años, el proyecto de Súper Liga y los horarios y calendarios de la Liga española tienen lo mismo en común, van contra el fútbol, aunque precisamente los responsables de todas las instituciones pregonan lo contrario.

Y mientras seguimos haciendo análisis absolutos cada tres días. El partido siguiente desmonta el anterior y abre uno nuevo que tendrá la misma vigencia de su predecesor, otros tres días…

Todo este caldo de cultivo no tiene una solución fácil. Soy muy pesimista al respecto. Se suele decir que todo evoluciona hacia algo mejor, pero si estamos tan preocupados por mantener el espectáculo, la forma más correcta de hacerlo no es incrementando el número de partidos en cada competición.

El jugador de vez en cuando abre la boca, pero se la callan rápido acudiendo a la demagogia del dinero que ganan. Esto no es una defensa solo de los jugadores. Es una crítica a la evolución del fútbol, no a la del juego, si no a la de las instituciones que lo manejan y las consecuencias que ello tiene.

Imagen de cabecera: Atlético de Madrid

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