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Bundesliga

El adiós de Schweinsteiger, el adiós de un mito

Hace algo más de doce años, un joven de diecinueve años llamado Bastian Schweinsteiger disputó su primer partido con la Mannschaft. Aquel Alemania-Hungría terminó en un 0-2 para los magiares, aunque aquello solo fue la antesala de lo que pasaría en la fase de grupos de aquella Eurocopa de Portugal. Bastian, ese adolescente con acné característico de la edad, con un pelo rubio muy alemán, cuyo peinado le sigue suscitando risas hasta a él mismo hoy en día, y con un apellido impronunciable para los no germano parlantes, se retiró hoy de la selección alemana. Atrás deja 120 partidos en los que marcó 24 goles y dio 18 asistencias, dos terceros puestos en los mundiales de 2006 y 2010, el subcampeonato en la Eurocopa de 2008 y la Copa del Mundo de 2014.

 

 

Schweinsteiger, el héroe alemán

En todos estos años, Schweinsteiger ha sido la viva imagen de lo que fue la selección alemana desde 2004. No tanto por juego, sino más bien en el apartado emocional. Él ha sido el retrato de todas las decepciones y, por lo tanto, quién mejor reflejó la alegría y el júbilo en forma de lagrimas en 2014. Resulta imposible, y más siendo alemán, olvidarse de ese Schweinsteiger abandonando el estadio de Durban tapándose la cara con la camiseta y moviendo la cabeza de un lado a otro o de ese Bastian, con una brecha en el pómulo y con el uniforme blanco teñido de verde, celebrar la victoria en el Maracaná después de una agónica final. Dice André Schön en Franz, Jürgen, Pep que «esfozarse, sufrir, fallar y seguir» es «lo propio de un héroe alemán» y eso es, precisamente, la descripción de su carrera como futbolista.

La Eurocopa de Francia, su gran objetivo

Tras ganar el Mundial, a Schweinsteiger solo le faltaba un título: La Eurocopa. Además, quería estar en el que iba a ser su último gran torneo: Rusia 2018 queda muy lejos y, para esa fecha, Schweinsteiger ya tendría casi 34 años. Tampoco es que sea una edad que no permita disputar este tipo de torneos, pero las lesiones que ha sufrido a lo largo de su carrera le han mermado mucho más que a otro jugador de su edad. Sin ir más lejos, llegó muy justo al Europeo y, de no haberse lesionado Khedira, ni siquiera hubiera jugado tantos minutos ante Italia o de inicio ante Francia.

«Jögi Löw sabía lo mucho que significaba la Eurocopa de Francia para mí porque quería ganar a toda costa ese título, que no hemos podido traer a Alemania desde 1996».

Con el paso de los años Schweinsteiger se ha ido convirtiendo en una figura de culto, en un símbolo, aunque su rendimiento fuera disminuyendo paulatinamente. No debe extrañar, por tanto, que fuera designado como capitán cuando Phillip Lahm dio por terminada su época en la selección. A medida que su status de leyenda iba subiendo, su rendimiento deportivo tornaba hacia el lado contrario, con algunas excepciones. Pese a que hay jugadores que pueden suplir esa función de Spielfürher (Capitán), queda un vacío difícil de rellenar.

 

Hoy se despidió de la Mannschaft uno de los mejores centrocampistas que ha dado el país en las últimas décadas. Quizás, el mismo es consciente de que ya no puede ofrecer más a la selección y que debe cuidar su físico para los años de carrera que aún le quedan. Tal y como pasara hace un verano en el Bayern, se marcha en silencio, sin declaraciones públicas y a través de un escueto tuit. El número siete se quedará huérfano, esperando encontrar en los próximos años un digno sucesor.

Periodismo | Seguidor del Bayern München | Gestiono @Bundesphera y @BayernSphera | Escribo para @SpheraSports.

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