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Dwyane Wade, el rayo entre terremotos

Tras los años esplendorosos de los Lakers de Phil Jackson y la caída en semifinales de conferencia ante los posteriores campeones, los San Antonio Spurs, el 26 de junio de 2003 un seísmo azotó la NBA. El Madison Square Garden acogió el mejor Draft de la historia después de aquel lejano 1984. Consistió en la entrada en la liga de grandes tiradores como Jason Kapono, Kyle Korver o James Jones, jugadores que alcanzaron el nivel All-Star, como Chris Kaman, David West o Josh Howard y las grandes estrellas de las cinco primeras plazas (a excepción de Milicic): LeBron James, Carmelo Anthony, Chris Bosh y nuestro hombre, Dwyane Tyrone Wade.

Wade entró en la NBA siendo uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto universitario, tras dos temporadas en Marquette, en las que promedió 19,7 puntos por partido. Con el número cinco de aquel legendario Draft, los Miami Heat se hacían con los servicios del escolta de Chicago. Durante el mismo verano, la franquicia de Florida repatrió a Udonis Haslem, tras una temporada en Chalon-Sur-Saône, de la liga francesa, mientras firmaba a Lamar Odom, procedente de Los Angeles Clippers, como agente libre restringido. Se unían al jugador de segundo año, Caron Butler, al veterno Eddie Jones y al pívot Brian Grant como las piezas fundamentales de aquellos Heat.

Los inicios fueron duros para la franquicia floridana. Tras una temporada horrible, el arranque de la 2003/2004 no pudo ser más desastroso. Siete derrotas consecutivas y las dudas impregnaban a toda la organización. Van Gundy consiguió enderezar el rumbo del equipo y, gracias a una racha de catorce partidos ganados de los últimos diecisiete, los Heat se metían en Playoffs con un balance justo (42-40), pero que les permitiría colocarse cuartos por el subcampeonato de la División Atlántica.

Después de dejar en la cuneta en siete partidos a los Hornets, los Heat se encontraron con el mejor equipo de la temporada regular, los Pacers de Rick Carlisle, que los eliminaron en seis encuentros. En sus primeros Playoffs, Wade ya demostró la magnitud de su grandeza: 18 puntos, 5.6 asistencias y 4.3 rebotes por partido. Había empezado a volar muy pronto.

A pesar de haber logrado ganar un séptimo partido, la gran victoria aquella temporada de los Heat se produjo en la Off-season. En un movimiento que dejaría huérfanos a los Lakers, Pat Riley conseguía a Shaquille O’Neal, a cambio de Butler, Odom y Grant. En la primera rueda de prensa en la ciudad del sur de Florida, Shaq puso las cartas sobre la mesa. Además de señalar a Wade como el líder de aquel equipo, prometió que llevaría el anillo a Miami y que cualquiera de sus ex compañeros en los Lakers serían bienvenidos en South Beach.

El efecto de la llegada del jugador más dominante que jamás haya jugado al baloncesto fue tremendamente positivo desde el principio. Con un récord de 25-7, Christian Laettner se retiró y los Heat volvieron a reclutar a Alonzo Mourning, leyenda de la franquicia, para formar con Shaq una de las mejores parejas de centers de la liga. Con la última pieza adherida de aquella temporada, los Heat consiguieron el título de la División Sureste en la primera ocasión en que las dos conferencias se ampliaron a tres divisiones, además de ser el mejor equipo del Este, logrando el mejor récord de la franquicia desde 1999 (59-23).

La temporada iba sobre ruedas. Campeones de división, mejor equipo del Este, las dos estrellas en el All Star Weekend…y llegaron los Playoffs. Las dos primeras rondas fueron un auténtico paseo para los Heat. Sendos barridos contra los Nets y los Wizards colocaban a la franquicia en las Finales del Este. Allí esperaban los vigentes campeones, los Detroit Pistons de Larry Brown.

En una nueva serie a siete choques, Wade se lastimó las costillas en el quinto encuentro dando al traste con el trabajo de todo el año. Wade forzó para jugar el séptimo y anotó veinte puntos, pero los Heat todavía no estaban preparados para superar a aquellos Pistons, que perderían las Finales contra los San Antonio Spurs. La primera temporada de O’Neal como lugarteninete de Wade se saldó con grandes impresiones, y una gran derrota.

Es comúnmente conocido que las grandes derrotas forjan a los campeones. Así ocurrió con la final de la NCAA que perdió Larry Bird contra Magic Johnson o las eliminaciones de los Bulls de finales de los ochenta ante los Bad Boys. El fuego competitivo arde todavía más cuando el premio se escapa entre los dedos.

Durante el verano de 2005, Riley consiguió reunir a buenos secundarios para apoyar tanto a Wade como a O’Neal en la pelea por el anillo. El primer paso fue uno de los traspasos que más equipos ha involucrado en la historia de la liga. Cinco franquicias tomaron parte del trade de nueve jugadores y varias rondas del draft. Con este traspaso, los Heat ganaban a su base y alero titulares de aquella temporada, Jason Williams y James Posey, y a su sexto hombre, Antoine Walker. El otro gran movimiento del verano fue mantener en la plantilla a O’Neal. Por cien millones de dólares en cinco temporadas, además de cumplir una de las declaraciones de Shaquille en su presentación: firmar a un ex compañero laker: el base Hall of Famer, Gary Payton, en un último intento por parte de este de ser campeón de la NBA.

Con todas las piezas sobre la mesa, aparentemente, dio comienzo la temporada. El sino de aquellos Heat consistía en empezar con dificultades, puesto que en el segundo partido, Shaquille se lesionó el tobillo derecho y estuvo parado durante dieciocho duelos. La importancia de O’Neal en aquel equipo era capital, como acredita el escaso cincuenta por ciento de victorias de los Heat sin él en pista. Tras su recuperación, la pieza que faltaba a aquel puzzle inclasificable que eran los Heat se adhirió al grupo. Stan Van Gundy dejaba el banquillo y desde los despachos bajó Pat Riley a dirigir al equipo desde el parqué. Riley se ocupó personalmente de la preparación física del pívot y de reducir sus minutos en pista para que llegara a punto a los Playoffs. Aquella decisión, que conllevó las peores medias en puntos, rebotes y tapones de su carrera, lejos de ser rechazada por O’Neal, fue bendecida: “Las estadísticas no importan. Me importa ganar, no las estadísticas. Si no anoto y ganamos, soy feliz. Si meto cincuenta, sesenta puntos, rompo récords, y perdemos, me jode”.

Tras mantener en buena forma a O’Neal durante la regular season y espoleados por la temporada de Wade-líder estadístico en: puntos, minutos, asistencias, robos, y tiros intentados y anotados por partido, tanto libres como de campo, que le valieron para ser incluido en el segundo mejor quinteto de la temporada- los Heat volvieron a conquistar la División Sureste y únicamente fueron superados por los Pistons en la cabeza de la clasificación de su conferencia.

Los Playoffs comenzaron con victoria sobre los Chicago Bulls de Ben Gordon y Chapu Nocioni, que no pudieron evitar que los Heat se llevaran la eliminatoria en el sexto encuentro. Ya en semifinales tocaban los Nets. Sorprendieron a propios y extraños robando el primer partido en Miami, pero la eliminatoria no tuvo mayor dificultad, ya que a parte del borrón del primer día, los Heat vapulearon a los Nets en los siguientes tres partidos. En el quinto, los de New Jersey estuvieron más acertados y tuvieron opciones en el último minuto para mantener viva la eliminatoria. A veintinueve segundos del final, Vince Carter machacaba el aro en una buena circulación de balón dejando el marcador 106-105 para los Heat. Estos marraban la oportunidad de matar el partido y con un segundo con cuatro décimas, Jason Kidd tenía el balón en la banda para servir la última posesión. Jefferson cortaba por el lado de Kidd tan bien defendido por Payton que no pudo recibir. El balón de Kidd era para Carter en la cabeza de la bombilla, pero un rayo intervino para, a una velocidad endiablada, robarle el balón y la eliminatoria. Flash, como lo había bautizado Shaq, llevaba a los Heat a las Finales de Conferencia desde la defensa, como los campeonatos. Allí esperaban, de nuevo, los Detroit Pistons, pero esta vez el equipo sí estaba preparado. En seis partidos consiguieron despachar a los de Michigan sin sufrir en exceso. Dos años después de la promesa del anillo, Wade y O’Neal llevaban a los Heat a las primeras Finales de su historia. Enfrente, los favoritos, los Dallas Mavericks de Dirk Nowitzki y Avery Johnson, que ya habían derrotado a los Heat en los dos partidos de la temporada regular.

Los Mavericks habían protagonizado una lucha encarnizada por el título de su división contra los San Antonio Spurs. A pesar de la gran temporada regular de los Mavs (60-22), los Spurs consiguieron imponerse en la División Suroeste (63-19). Gracias a su temporada, y al indudable cambio a mejor en la defensa de los texanos, la liga otorgaba a Avery Johnson el premio a Mejor entrenador del año, en su primera temporada completa como entrenador jefe.

Después de barrer a los Grizzlies en la primera ronda, tuvieron lugar siete capítulos más de la novela bélica de aquel año ante los Spurs. Cinco de los siete encuentros se resolvieron en el último minuto, entre ellos el séptimo, que se fue a la prórroga. En las Finales de conferencia volvieron a enfrentarse a los Phoenix Suns de su ex base, el MVP de la temporada regular, Steve Nash. Al igual que los Heat, los Mavericks tuvieron su particular revancha ante los Suns, que los eliminaron en semifinales de la temporada precedente. Así pues, en las Finales de la NBA se encontraron dos equipos que venían de vencer a sus fantasmas del pasado.

Las Finales se abrieron el ocho de junio en el Continental Airlines Center de Dallas con una canasta de media distancia del alero defensivo Adrian Griffin tras el primer dos contra uno de la serie para Nowitzki. El primer parcial del primer encuentro fue lo mejor de Miami hasta el final del tercer partido, gracias a una salida en tromba de su ataque, liderados por Wade, con trece puntos y 6/7 en tiros de campo. Las Finales comenzaron con un 23-31 para Miami gracias a un triple sobre la bocina de Walker, que volvería a castigar las dobles defensas sobre Shaquille en la reanudación. Fue un duelo igualado hasta el último cuarto, cuando Jason Terry se hizo dueño y señor del partido para poner el primer punto de la final en el casillero de Dallas. La grandísima defensa desde el segundo cuarto de los pares de Wade, Josh Howard y Devin Harris, los escasos dieciséis puntos de O’Neal y los lamentables dos del banquillo de Miami condenaron al equipo al naufragio en la primera salida al mar. 1-0 y muchas dudas (90-80).

El segundo encuentro fue para Dallas desde el último minuto de la primera mitad, gracias a la fase de flujo que experimentó Jerry Stackhouse. El partido estaba 40-34 para Dallas cuando Stackhouse encadenó dos triples y un 3+1 en el que sacaba la tercera falta de Wade y una técnica por protestar. 50-34 y los Heat a remar, sin ver la orilla. En la reanudación Dallas no dio tregua, llegando a los 27 puntos de ventaja a dos minutos del final del cuarto. Miami lo intentó en el último pero la victoria se quedaba en Texas. Era hora de volar al sur de Florida y ver de qué pasta estaban hechas las piezas de los Heat.

El viaje a Miami sentó a las mil maravillas a los Heat, llegando a irse al descanso nueve arriba y con Wade anotando y reboteando, además de liderar el arreón final de la primera mitad. Sin embargo, los Mavs comenzaron la segunda mitad a un ritmo brutal y daban completamente la vuelta al marcador para colocarse nueve arriba y doce minutos por jugarse. En la primera jugada del último cuarto, Wade hizo algo que no había hecho hasta entonces: anotó un triple. Pero fue un oasis antes de cometer la quinta personal con once minutos por delante. Jason Williams aguantó el tipo hasta el siguiente movimiento de Wade: una canasta y la personal en ataque de Stackhouse, jugándose su eliminación. Tras el tiempo muerto de Johnson, se sacaba de la chistera un dos más uno seguido de una penetración en la que paró el tiempo mientras ajustaba el cuerpo para evitar la defensa de Dampier, para el 88-91 a falta de tres minutos. La diferencia se mantuvo hasta el último minuto, cuando Wade, escorado en la parte izquierda del ataque de los Heat, anotó una suspensión liberado para ajustar a la mínima expresión el duelo. Tras una suspensión impensable de Payton a nueve segundos del final, los Heat se ponían dos arriba. Nowitzki tuvo la oportunidad de empatar a tres segundos de la bocina desde el tiro libre, pero erró el segundo y consiguió hacer falta a Wade a segundo y medio del final. El primer tiro libre de Wade iba dentro, sumando su punto número 42 de la noche y fallando el segundo. Avery Johnson pedía el último tiempo muerto que le quedaba. El balón en alley-oop de Nowtizki para Howard lo cortó en el aire el mismo rayo que se enfrentó a los Nets para dar el primer punto de las Finales a Miami Heat (98-96).

Los últimos doce minutos del tercer encuentro marcarían el resto de Finales, sobre todo el tiro libre fallado por Nowitzki. El cuarto choque fue dominado de cabo a rabo por los Heat, apoyados al fin por unos secundarios a la altura. Tras el descanso, al que se fueron con diez puntos de ventaja, el tercer parcial daba comienzo con una canasta de Devin Harris, pero el torbellino de Miami no se dejó amilanar. Después de siete puntos seguidos de Wade, un dos más uno espectacular de Shaquille y una flagrante sobre el propio pívot de Stackhouse, que supondría un punto de inflexión en la serie, los Heat alcanzaban la diferencia máxima hasta el momento en las Finales (+20). El alero de los Mavs fue sancionada con un partido, el quinto. En el inicio del último cuarto los Mavs lo intentaron, sin embargo la defensa de los Heat fue suficiente para mantener la diferencia e, incluso, aumentarla hasta una canasta de Posey que dio la oportunidad a los menos habituales de jugar unos minutos de la basura, los primeros de las Finales.

En el último partido en Miami, los Heat mostraron un actitud relajada en el arranque del quinto hasta que Wade se hizo el dueño. La igualdad se mantuvo hasta los doce últimos minutos del partido. Las defensas de ambos equipos asfixiaban a los buenos jugadores, pero Wade y Nowitzki son algo más. Una suspensión de cada uno con las defensas rozándoles el pecho dieron cuenta de ello. A diez segundos del final, el alemán, tras recibir un dos contra uno, encontró a Dampier solo debajo de aro para anotar y pasar la papeleta a los de South Beach. El balón, a pesar de que todo el que tuviera ojos lo supiera, era para Wade, ante Josh Howard. Avery Johnson le puso como primer defensor a Howard porque se anticipó a la jugada de Riley. Hubo bloqueo directo con Walker y Adrian Griffin, consumado defensor, se quedaba con Wade en el cambio. El rayo penetró y se apoyó sobre Griffin, que intentó sacar la falta en ataque. No había lugar a tal cosa. Wade se equilibró en el aire para enfocar el tablero, soltó el balón y, tras el toque con el metacrilato, este entró. La primera prórroga de las Finales estaba servida.

De nuevo en la paridad absoluta, se la jugaba Nowitzki a nueve segundos del final volviendo a poner un punto arriba a los suyos. El rayo estaba a pie de pista de nuevo. En cuanto traspasó el mediocampo, Terry y Devin Harris lo acosaron en un dos contra uno excelso. Wade no tuvo por un momento la intención de soltar la pelota, yéndose hacia el aro como un poseso y sacando la falta personal a un segundo y nueve décimas. Ante el poco silencio del American Airlines Arena, Wade anotó los tiros libres y volvió a dar otro punto a los Heat, y ya iban tres. La eliminatoria se decidiría en territorio texano.

Tras un arranque brutal de Nowitzki, los Heat se repusieron de la mano del número 3. Como si hubiera sido tocado por una varita mágica, el escolta anotaba suspensiones por doquier: liberado, con uno o dos defensores, con falta… Al descanso, de nuevo, todo estaba por resolver. Mourning se erigió en un resorte que evitaría hasta cinco canastas fáciles de los Mavs gracias a sus tapones durante la segunda parte. El último minuto fue un carrusel de tiros libres en el que Flash anotó cuatro tiros libres, pero sucumbió ante la presión fallando dos con tres puntos arriba para cerrar las Finales. Quedaban nueve segundos. Sin tiempos muertos, el balón era para Terry, defendido por Payton. En el flanco derecho del ataque de Dallas, Payton se quedaba en el bloqueo de Nowitzki hacia la banda. Con cinco segundos se levantó Terry desequilibrado. El balón voló. Rebotó contra la parte interior del aro en dos ocasiones para no entrar. El silencio se escuchó en todo el pabellón. El rebote moría en manos de Wade, una vez más. A un segundo de la conclusión lo arrojó con fuerza hacia el cielo en un intento de evitar la falta personal y que se terminara la serie. Antes de llegar Nowitzki a hacer la falta, el banquillo de Miami ya estaba en la pista para celebrar el primer título de su historia.

Menos de dos años después de su llegada, O’Neal cumplió su promesa, y se confirmó lo que había dicho en su primera conferencia de prensa como jugador de los Heat: el equipo era de Wade. Una superestrella había nacido en aquellas Finales, firmando una de las mejores series por el título de la historia de la NBA: 34.7 puntos, 7.8 rebotes, 3.8 asistencias, 2.7 robos y un tapón. Además, se convertía en el primer jugador franquicia campeón de aquel seísmo que vivió la liga en 2003, hasta la réplica que la volvería patas arriba en 2010.

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