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DOS NACIONES Y UN MISMO DESTINO

El primer día de los cuartos de final dejó un doble enfrentamiento entre Europa y Sudamérica en el que salieron victoriosas las dos selecciones del viejo continente. Por el camino se quedaron Uruguay y Brasil, dos combinados que llegaron a Rusia con distinto papel, empezaron el torneo de manera diferente y avanzaron día a día con trayectorias contrarias, pero finalmente tuvieron un mismo destino, la eliminación. Los de Óscar Washington Tabárez llegaron al torneo como si fuera algo obligatorio, una cita a la que no podían faltar. Siendo la defensa férrea una de sus grandes características, con Diego Godín y José María Giménez como pareja. Desde el primer momento demostraron que, defensivamente, iba a ser un conjunto difícil de batir. Eso sí, a pesar de tener jugadores como Luis Suárez o Cavani en ataque, el partido frente a Egipto no se decidió hasta los últimos minutos, con un gol de Giménez. Ante Arabia Saudí tuvieron menos balón, pero como era más previsible, llegaron mucho más a puerta y un gol de Suárez pasado el primer cuarto del encuentro, les bastó para llevarse una segunda victoria. La defensa seguía infranqueable.

Le tocaba a la selección charrúa jugarse el primer puesto del grupo ante Rusia, la anfitriona, que había hecho un inicio de Mundial tan inesperado como bueno. La efectividad en defensa no se vio mermada y, en ataque, la situación mejoró, puesto que marcaron tres goles. Tabárez y los suyos se plantaban en octavos de final con una defensa impecable y dando la sensación de que, en ataque, tener a Luis Suárez y Cavani, entre otros, iba a suponer un buen peligro para los rivales. Pero no lo iban a tener nada fácil. Ante ellos, en la eliminatoria de octavos de final, tocaba ver a la Portugal de Cristiano Ronaldo. Los lusos fueron superiores a los uruguayos. Mayor control del balón, más disparos… Parecía que se iba a decantar la eliminatoria del lado de los de Fernando Santos. Sin embargo, aunque Uruguay había ido de más a menos en el torneo, en esa ocasión le salvó la inspiración del jugador del PSG, Cavani, que marcó los dos tantos de su selección, siendo el principal valedor del pase a cuartos de su país.

La trayectoria de Brasil había sido bien distinta a la de Uruguay. Como cada gran torneo, la verdeamarelha partía como una de las grandes favoritas desde el inicio. El nivel de los seleccionados y los resultados avalaban ese calificativo. Y eso que los precedentes no eran buenos. Esta generación llegaba muy dolida a este Mundial tras haber caído hace cuatro años por aquel contundente 1-7 ante Alemania. Pero el comienzo no fue muy alentador. Suiza, que sobre el papel era inferior al equipo de Tite, sacó un empate ante los brasileños en el primer partido que, a pesar del tropiezo, mantenían su condición de grandes favoritos. Sin embargo, el partido ante Costa Rica no es que animara a muchos. Con dos goles conseguidos más allá del 90′, la canarinha sumó su primera victoria y seguía muy vivo. Días después, Serbia sería su rival y Tite y los suyos se mostraron muy superiores desde el primer minuto, lo que les valió para finalizar el grupo como líderes y así, confirmar la mejoría tras el inicio algo dubitativo.

En octavos Brasil se vio con México, un rival que afrontaba, con miedo, la idea de disputar los octavos de final, aunque los derroteros del torneo hubieran sumado a ese miedo, el ánimo surgido tras el inicio de campeonato que los mexicanos realizaron, venciendo a Alemania y Corea del Sur. La imagen de los mexicanos ante Brasil no fue la mala, la del partido ante Suecia que cerró el grupo, pero los organizadores de 2014 estuvieron mejor que sus rivales en casi todos los aspectos y el fantasma de los octavos de final que atormentaba se alió con la selección brasileña y les hizo avanzar.

Llegaban los cuartos de final y el rival de Uruguay era Francia, una de las grandes del torneo. Una selección que, a pesar de no haber hecho un gran juego en los partidos previos, contaba con un equipo contundente, un inspirado Griezmann y un Kylian Mbappé en plena forma. Pero en esta ocasión al parisino ni se le vio. El colchonero Griezmann, francés de nacimiento, español de residencia y uruguayo de corazón, fue el que les cortó las alas a Suárez, Godín y compañía. Una asistencia y un gol de Antoine, con la inesperada colaboración de Muslera (siendo suave, porque el error del guardameta del Galatasaray fue doloroso), mandaron para casa a una selección de Tabárez que había ido en el torneo de más a menos. Que la férrea defensa era un buen argumento para estar tranquilos, pero la falta de acierto en muchas ocasiones acabó por sentenciar a esta generación de futbolistas uruguayos que volvió a ilusionar a un pequeño país ocho años después del gran papel de Sudáfrica.

¿Y Brasil? Pues no llegó a tiempo. Una de las grandes sensaciones del torneo, la Bélgica de Roberto Martínez, les plantó cara desde los primeros minutos y se llegó a poner, incluso, con ventaja de 0-2 a la media hora de partido. Se veían desbordados. Cuando ya quisieron reaccionar y se fueron en serio a por el gol, tenían enfrente al muro Courtois, que lo paró todo, menos un remate de Renato Augusto que supuso el único gol de la canarinha en el encuentro. Siendo la gran favorita, habían vuelto a caer en un Mundial antes de tiempo. La pentacampeona y la primera campeona del mundo se iban a casa en cuartos de final, tras haber tenido una trayectoria diferente, pero, como ya dijimos, con el mismo destino cruel para ambas.

Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.

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