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De Chappé a Martín-Portugués

Han tenido que pasar 25 años para volver a ver a una sablista española ganar una medalla de oro en una Copa del mundo. En los años noventa, el equipo nacional contaba con un valor seguro, una Taymi Chappé que abrazó España como su propio país, Cuba, y lo convirtió en potencia mundial en esgrima. El equipo liderado por Chappé se proclamó campeón en el Mundial de Atenas de 2004 junto a Rosa Castillejo, Carmen Ruiz y Cristina Vargas. Dos años después se alzaba con el número uno del mundo, y antes de retirarse ganó un bronce mundial en Ciudad del Cabo. Representando a su país de origen se proclamó, con solo 22 años, campeona del mundo en Lyon.

En 1997, además del bronce mundial, subió a lo más alto del podio en la Copa del mundo celebrada en Sídney. Fue su última medalla de oro, y por ende la última de la historia de la esgrima española hasta el pasado 11 de noviembre, cuando Lucía Martín-Portugués se proclamó campeona en la Copa del mundo que se disputó en Argel. A sus 32 años, Lucía ha irrumpido con fuerza en este 2022, cambiando su situación de forma casi radical. De pasar una travesía en el desierto que duró años, a ganar tres medallas en apenas unos meses y soñar, ahora sí, por disputar unos Juegos Olímpicos.

La tiradora madrileña empezó a practicar sable a los seis años de edad, pero tuvo que competir mucho tiempo con chicos al no existir la modalidad femenina. Los éxitos en categorías inferiores la convirtieron en una joven promesa, pero la transición al ‘senior’ le costó horrores, como a muchas otras. Más teniendo en cuenta la ausencia de becas y las pocas facilidades que le ofrecían en la Universidad, donde comenzó a estudiar odontología. Hoy todavía acude a las competiciones con el apoyo de su familia y los ahorros que recoge arbitrando. A partir de 2023 espera recibir las ayudas del programa olímpico, más si cabe teniendo en cuenta que de la noche a la mañana se ha convertido en una de las figuras del panorama internacional en su deporte.

¿Qué ha cambiado en Martín-Portugués? En marzo fue plata en Atenas y bronce en Estambul, además de proclamarse subcampeona por equipos en esta última prueba junto a Araceli Navarro, Elena Hernández y Celia Pérez. El oro en Argel y haberse aupado hasta el cuarto puesto del ranking ha sido el colofón. Un cambio de entrenador resultó decisivo, pero también tuvo que ver el nuevo punto de vista con el que se prepara: «El año pasado me di cuenta de que tenía que centrarme más en el rendimiento, en cómo conseguirlo, no en qué conseguir. El rendimiento lo podemos controlar: cómo lanzas la mano, la velocidad… Cuando te centras en tu progresión llegan los resultados», explicó en MARCA.

Para Tokio se quedó a las puertas de la clasificación. Si las listas cerraran ahora mismo para París 2024, Lucía estaría clasificada tanto a nivel individual como colectivo. La esgrima española vuelve a estar en el escaparate internacional, y no solo por sus logros: Araceli Navarro logró el bronce en el Mundial celebrado en El Cairo hace unos meses. La también madrileña fue la última mujer española en representar a España en unos Juegos Olímpicos, un recuerdo desagradable pues se le salió el hombro en 2ª ronda. En el cómputo general, España no gana una medalla en esgrima (el único deporte del programa olímpico con origen en nuestro país) desde esa misma edición en Pekín 2008, cuando José Luis Abajo ‘Pirri’ (actual presidente de la Federación española) logró el bronce en espada individual. Ningún tirador acudió a Londres 2012 y Río 2016, y solo Carlos Llavador Fernández acudió a Tokio 2020, donde cayó en dieciseisavos en florete. En los Juegos Mediterráneos de este verano fue plata.

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