Jordi Company | El valenciano pretende ser el primer piloto de motos con Diabetes Tipo 1 en participar en la prueba más dura del mundo de los rallyes: el Dakar.
Las cosas en su vida no han sido, para nada, fáciles… Daniel Albero nació en la cuna de la naranja -en Carcaixent- y desde siempre ha sido una persona inquieta, vividora y con un carácter positivo pese a todos los golpes con los que la vida le ha ido sorprendiendo.
El primero de ellos le llegaría a los 8 años, cuando debido a una meningitis aguda que le dejó en coma y “por poco se lo lleva al otro barrio”, contrajo la Diabetes Tipo 1 (DT1) con la que le tocaría convivir el resto de su vida. Aun así, Daniel seguía siendo el niño inquieto que todo el mundo conocía en su pueblo, aunque ahora, en los hornos había un aviso de sus padres: “no le vendáis dulces a Dani, por favor”; y así hacían, pese a las insistencias del chiquillo. ¡Y qué duro es eso! Ese verano, pero, Dani se dio cuenta que no era el único niño que tenía que ir siempre con su bolsito negro –que a día de hoy, sigue llevando- con sus inyecciones y el glucómetro. En un campamento organizado por las asociaciones de personas con diabetes, Dani supo que tenía que vivir la vida haciendo matemáticas: “tanto como, tanto me inyecto”, “tanto ceno, tanto me inyecto”… y con este sinfín de números y con apenas 15 años descubrió el mundo de la moto.
“Recuerdo que me quedaba embobado mirando la televisión, los vídeos que llegaban del Dakar, viendo como la Africa Tween flotaba por las dunas de Mauritania” –me dice mientras almorzamos en un bar típico de su pueblo- “Lo que también recuerdo es que mi padre, que estaba sentado justo a mi lado mirando la carrera, me decía que ni se me ocurriese pensar en subirme a una moto, y menos, con diabetes”. Si una cosa está clara es que los niños con 14 años van a hacerle caso a todo el mundo, excepto a sus padres, por supuesto. Así que gracias a su gran afición –y talento- por tocar la trompeta, Dani se recorrió media España con orquestas, bandas de música y charangas, todo para ganar dinero y poder comprarse su primera Kawasaki. “La escondí en el garaje de mi amigo, ni se me ocurrió llevarla a casa”. A partir de ese momento, Dani se da cuenta de que montar en moto le hace muy feliz, así que sigue compaginando las aficiones musicales con las deportivas, muchas veces ambas en secreto, para un par de años más tarde, correr en su primera carrera como piloto profesional en el Campeonato Territorial Valenciano. “Aún lo recuerdo, como si lo estuviese viviendo ahora… por un momento se me pasó por la cabeza decirle al chico que controlaba los tiempos de la carrera que tenía diabetes, pero me lo tuve que callar. Si se lo hubiera dicho, no me habrían dejado correr, ni en esa, ni en todas las carreras que hice después”.