Síguenos de cerca

Otros

Cuando las apariencias importan

Dicen
que sabe más el diablo por viejo que por diablo. Y en el fútbol, el
viejo diablo también aplica sus conocimientos y trucos. No solo en
la técnica o en las talentosas virtudes, sino también en aquellas
pequeñas acciones que cualquiera que acumula fútbol en sus botas,
aplica. Las pérdidas de tiempo cuando sale el balón, los porteros
que protegen el esférico bajo sus guantes tumbados en el césped, el
jugador que sabe que va a ser cambiado y se desplaza a la banda
contraria de su ubicación para recorrer más metros abandonando el
terreno de juego, o los repentinos agarrotamientos del músculo
gastrocnemio, los conocidos gemelos.

No
es justo señalar a Luis Suárez como si fuera el único futbolista
de la competición nacional que intenta limpiarse de tarjetas. Sin
embargo, eso de que todos lo hacen no debe servir de consuelo. El
viejo diablo se equivocó porque, aunque lógicamente se busquen los
minutos finales para ver la tarjeta, marcó en el 76’ y pudo
levantar su camiseta, evitando los descarados intentos por ver la
cartulina.

Suárez,
el jugador que amas si le tienes en tu equipo, y le odias si se
encuentra frente a ti. Alguien que fuera del verde transmite ser
familiar, solidario y transparente ante sus emociones. En el terreno
de juego, el pistolero es uno de aquellos jugadores insaciables, que
jamás cesan su lucha. Agotador para el rival, pasional e
incontrolado. En base a ello, disimular no es su fuerte, la
naturalidad de su carácter se refleja. Y tampoco supo hacerlo frente
al colegiado, sin disfrazar su clara intención.

Javier
Alberola, no aplicó el reglamento. Algunos aplauden su decisión por
no satisfacer los propósitos del delantero. Otros consideran que
tuvo que sacar la tarjeta e indicar en acta la conducta del jugador. ¿Lo correcto reside en sancionar este tipo de acciones? ¿Es
ético querer borrarse de un partido frente a un rival que a priori, por su situación en la tabla, pueda parecer más
débil? El largo debate de lo correcto y la interpretación.

El
ingenio del Txingurri respondía a las preguntas en rueda de prensa.
“Si tenemos un contratiempo por acumulación de amonestaciones
jugará otro, ya veremos lo que hacemos”. Así debería ser, con
una plantilla como la que posee el Barcelona.

Las
apariencias importan, en un escenario mediático donde todo viraliza.
Las ganas de Luis Suárez por ver la amarilla eran las mismas de
aquél que espera el error para juzgar. Al delantero no se le puede
acusar directamente de algo que también hace el resto, ni tampoco se
le puede excusar. Si hubiera sido más sutil, no tendría tanta
relevancia algo que hemos visto en tantas ocasiones, y que la UEFA o
otras ligas sanciona. Las apariencias parecerían otras, y el
escándalo menor. No habría el riesgo de plantear una conducta
antideportiva, ni afectaría a la imagen del club y del propio
jugador. Algo que hoy muchos sienten en su poder para opinar sobre
ella.

En
otro orden de las cosas, el partido dejó tantas acciones positivas. Un
nuevo recital de Leo Messi, un paso adelante de Coutinho, el inicio
de la pérdida de timidez de Dembélé y, con todos sus méritos,
otro gran partido del charrúa, donde sumó su hat-trick número 11
con la camiseta azulgrana. Aspectos muy satisfactorios que pudieron quedar
en segundo lugar porque las apariencias de Suárez fueron demasiado
evidentes.  

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

Comparte la notícia

Comentar la noticia

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply

No te lo pierdas

Más sobre Otros