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Cuando el Athletic quería extranjeros

Hay pocos clubes en el mundo que cuenten con una filosofía tan arraigada y estricta como lo es la del Athletic. Inalterable en el último siglo, el club bilbaíno mantiene su apuesta por la cantera y los futbolistas de la tierra. Hace tiempo que el fútbol se convirtió en negocio, pero la entidad rojiblanca ha seguido con el mismo plan, una forma de entender el fútbol que no hace mucho fue elogiada por el mismísimo New York Times: «En el País Vasco del norte de España, hay un club, un equipo con ocho títulos de Liga, 23 títulos de copa nacionales, frecuentes apariciones en las competiciones continentales y la distinción de nunca haber sido relegado de la Primera División. No es que los ejecutivos del  Athletic Club no busquen la popularidad o el éxito. Es sólo que las principales razones de que los megaclubs están persiguiendo nuevas fronteras para adquirir más dinero para gastar en jugadores cada vez más caros y más acceso a los talentos jóvenes, no se aplican aquí, en el Athletic».

Sin embargo, esa filosofía de la que tanto presume podría contar con una excepción que ha indignado a propios y extraños: el club bilbaíno sometió a una prueba en febrero a Youssouf Diarra, jugador maliense de 18 años. La superó con tal satisfacción que en los próximos días comenzará a formar parte del Basconia, antesala del Bilbao Athletic. Las normas para ser uno más en Lezama son  claras: Haber nacido en Euskadi o ser formado en cualquiera de los equipos de cantera vascos. Diarra, que llegó a España con ocho años, se instaló en Lleida hasta 2015, cuando se trasladó a Pamplona. Había jugado hasta en cuatro equipos distintos en la ciudad catalana. Este caso se une a los ya conocidos de Aymeric Laporte (natural de Agen y canterano del Aviron Bayonnais ) o Enric Saborit (catalán, procedente de las categorías inferiores del Espanyol).

Youssouf Diarra (www.lacanteradelezama.com)

Es decir, el Athletic parece haber cambiado su forma de trabajar con la cantera. Se permite captar jóvenes talentos de otros clubes y regiones, que se saltan todo el proceso que le cuesta a un niño que empieza desde cero en Lezama. La filosofía que mantenía a rajatabla se resquebraja con el llamado ‘Plan Externo’, donde chavales de cualquier región de España son captados por ojeadores y aterrizan en un club convenido, al tiempo que entrenan dos días por semana en el centro del Athletic más cercano. Este hecho produce descontento entre parte de sus seguidores, que ven como todo cambia sin que hayan sido informados. Alguno incluso se atreve a pedir «un referéndum en el que la masa social decidiese si acepta estas nuevas reglas, o no».

Lo que el lector medio desconoce es que el Athletic, defensor a ultranza de la idea de formar un equipo únicamente con jugadores con raíces en el País Vasco, fue pionero en la utilización de jugadores extranjeros. Corría el año 1911. La Copa del Rey celebraba su novena edición, cuya fase final se disputaría por primera vez en Bilbao. En esta ocasión, el equipo local, que había ganado cuatro de las ocho ediciones anteriores, alinea a tres jugadores extranjeros: Sloop, Martin y Veith, (los dos primeros, profesionales ingleses) que convirtieron a los leones en los primeros con integrantes foráneos en la historia de nuestro país.

Once del Athletic en la final de Copa de 1911, con dos extranjeros como titulares

Real Sociedad, Barcelona, Fortuna de Vigo y Gimnástica de Madrid se negaron a disputar el torneo, contrarios a esa «alineación indebida» o quizá por miedo a enfrentarse a un equipo reforzado por jugadores que crecieron en el país donde se originó el fútbol. El Athletic disputó la final ante el Espanyol y ganó 3-1 (con gol de Veith, que abrió el marcador) superando en el palmarés al Madrid con su quinto título. La Federación española, creada dos años después, anuló el torneo, luego le volvió a dar validez y acabó por permitir la alineación de tres extranjeros por equipo, siempre y cuando hubieran residido tres años en España. Desde entonces, el Athletic cerró sus fronteras y mantuvo una filosofía que, con pequeñas grietas (Lizarazu, Amorebieta o los citados Laporte, Saborit y Diarrá) perdura hasta hoy.

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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