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Como Pedri por su casa

Acaba de llegar a casa. Tiene una copia de llaves nueva, de un dorado deslumbrante, que desprende el olor del metal reciente y de un montón de sueños que huelen a distancia y se esconden en las ranuras de la madera que atesora el portón. Pedri es el típico tipo que, solo con gesticular con su afable rostro, logra que le rebajes el precio del alquiler. Dime tú, qué mejor inquilino vas a encontrar para que cuide de tu propiedad. Te la va a poner bonita, la va a cuidar, le va a dar sentido en su día a día y la va a sentir suya. Además, va a ser un vecino ejemplar. Cuando llegas a casa y el ascensor se ha estropeado, te toca mucho las narices. Un repelente confort, ajeno a nuestra naturaleza. Mientras un alto porcentaje condena la caja elevadora a los mil demonios, Pedri asciende un peldaño tras otro sin perder la sonrisa, y te sube las bolsas al quinto si hace falta.

Pasea por can Barça, como si conociera ese hogar desde siempre. Es un rara avis. Lo dice su DNI, que delata la fecha en que sus progenitores le dieron la bienvenida al mundo y que dista tanto de la madurez de su juego. Sabe comunicarse en ese idioma que posibilita la compresión con Leo Messi, algo que no está al alcance de cualquiera. En un rol más sacrificado, alejado del éxtasis del gol y la belleza de la asistencia, dispone de un abanico de recursos con una facilidad inefable. Implicado en cada jugada en ambas fases del juego, adaptado a cada una de las posiciones a la que es invitado a participar. Pudiendo, en un mismo encuentro, destacar en el doble pivote, de interior o media punta.

Su influencia es notable, potenciando y mejorando al equipo. Con la belleza que aguarda en cada giro que le proporciona la mejor continuidad para progresar, con la energía perenne de sus movimientos que le muestran siempre en apoyo para recibir solo, o bajo una creatividad que suscita el hallazgo de nuevos espacios. Parece que un balón se le va, pero hay algo que le hace llegar a él, como si el esférico padeciera una clara dependencia de sus mimos. Sale de la presión sin un atisbo de nerviosismo, con un evidente signo de seguridad, sin que se le mueva un solo pelo de su cabello, como si su corazón no pudiera agitarse. Con una interpretación de los espacios reducidos que le permiten bailar con el cuero y las medias bajadas en los rincones más insólitos.

El destino final de esta temporada es intuido, pero no conocido. Sea cual sea su desenlace, ya nos ha mostrado algo irrebatible. La figura de Pedri es una de las mejores noticias de este Barça en reconstrucción. Salir a salvo de una campaña como la presente no es tarea fácil. Muchos pueden brillar en un contexto favorable, pero se les ven las costuras cuando éste cambia. De manera inevitable imaginamos que, si Pedri ha sido capaz de conceder todo lo que ha aportado en su primer año de azulgrana, qué podrá dar cuando el conjunto encuentre una dinámica dotada de estabilidad positiva. Todo invita a creer que el futuro es suyo. Le han bastado cuatro noches para acomodarse en su nueva casa. La protege, la decora, la disfruta. La transita, como Pedri por su casa.     

PD: He escrito parte de este texto bajo las notas de las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi.  Pedri es la primavera, la belleza de unos acordes que ponen los pelos de punta y pasean en el tiempo de una inspiración paisajística. El viaje de esos lugares a los que el Barça llegó y desea regresar. 

Imagen de cabecera: Imago

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

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