Brasil es siempre un candidato para ganar la Copa del Mundo, pero esta vez la «canarinha» también presenta su candidatura para Rusia 2018 de forma espectacular en el campo, superada definitivamente la crisis de los últimos años. Con la goleada de 3-0 conseguida frente a Paraguay en Sao Paulo, el equipo dirigido por Tite hiló una racha de ocho victorias seguidas en las eliminatorias sudamericanas y se convirtió en el primer clasificado para el Mundial, además del país anfitrión.
El regreso del «jogo bonito», un Neymar liberado y nuevas figuras como Gabriel Jesus y Philippe Coutinho hacen ahora soñar a los brasileños con levantar su sexta Copa del Mundo en Moscú. Siete meses bastaron para sacar al «país do futebol» de la depresión en la que estaba sumido tras la debacle del 7-1 contra Alemania en el Mundial de 2014 y los malos resultados en las últimas ediciones de la Copa América. Algunas claves de esa transformación:
TITE, EL GRAN ARTÍFICE DEL ÉXITO
En Brasil lo tienen todos muy claro: el principal secreto del éxito es el seleccionador. Adenor Leonardo Bacchi, conocido simplemente como Tite, es el hombre del momento en el fútbol brasileño. Extécnico de un Corinthians al que sacó de la mediocridad para ganar entre otros títulos una Copa Libertadores y un Mundial de Clubes, Tite era considerado desde hacía tiempo como el candidato idóneo para la selección y algunos creen que sólo la falta de visión en la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) atrasó su llegada. Defensor de un fútbol ofensivo y moderno, Tite, de 55 años, cambió la cara a la selección que entrenaba antes Carlos Dunga, un técnico de la vieja guardia más abocado al trabajo defensivo.
EL NUEVO PAPEL DE NEYMAR
La gran estrella brasileña ha madurado con la selección y se siente feliz en su nuevo rol. Ante Paraguay, el atacante del Barcelona volvió a llevar por un partido la cinta de capitán a la que había renunciado tras los Juegos Olímpicos de Río 2016, hastiado de recibir críticas. Ahora brilla en la cancha contagiando a sus compañeros y forma una sociedad cada vez más letal con el mediapunta del Liverpool, Philippe Coutinho, al que conoce desde los juveniles de la selección. Neymar vuelve también a hablar con la prensa brasileña, a la que boicoteaba desde el año pasado, y se muestra de buen humor incluso al conversar de las patadas que recibió de los paraguayos. «Pueden pegarme a su gusto», bromeó tras el 3-0 en el estadio Itaquerao de Sao Paulo. «Dicen que es la única forma de pararme, ¿no? Ahora me voy a casa a que mi novia que cuide». Neymar sonríe de nuevo.
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EL BIENESTAR COLECTIVO
Los fracasos suelen envenenar más de la cuenta el ambiente, pero a Dunga se le criticó siempre su dureza para gestionar a la plantilla, un reproche que resuena ahora mucho más fuerte dado el contraste con Tite. «Dunga es un capataz, Tite es un profesor», señalaba hace un tiempo un comentarista para elogiar la nueva atmósfera en la «canarinha». «Es un tipo genial», dice Neymar deshaciéndose en halagos por el actual seleccionador. «Merece todo el apoyo de la ‘torcida’, de los jugadores, de la presidencia, del staff», agrega. Todos los jugadores alaban el trato de Tite, un hombre afable y de voz pausada, que en cada rueda de prensa parece impartir una lección de humildad y de respeto por los rivales.
EL NUEVO «JOGO BONITO»
Pero el técnico no sólo ha devuelto a Brasil su identidad futbolística, sino que ha modernizado ese balompié tradicionalmente ofensivo a algo que parece ser un «jogo bonito» del siglo XXI. Tras brillar en sus primeros partidos atacando, la «canarinha» de Tite amplió su repertorio en noviembre cediendo por primera vez la pelota a la Argentina de Lionel Messi para fulminar a los albicelestes explotando al contragolpe la rapidez de Neymar y de su nueva promesa Gabriel Jesus. Fútbol atractivo y de toque, velocidad e intensidad y un sólido planteamiento defensivo. Brasil muestra sus cartas para Rusia.
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