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Fútbol sudamericano

'Chiqui' Tapia, de barrendero a jefe del fútbol argentino

Fue jugador, fue entrenador, fue barrendero y es presidente de un club de tercera división, pero ha sido sobre todo su capacidad para tejer una gran red de vínculos con personalidades del deporte y la política la que llevará mañana a Claudio «Chiqui» Tapia a convertirse en el nuevo jefe del fútbol argentino.

El hombre nacido en la provincia de San Juan, en el oeste de Argentina, tendrá a sus 49 años la responsabilidad de poner fin a la interminable crisis que atraviesa la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y el desafío de sentarse el sillón que durante décadas ocupó con mano de hierro Julio Grondona.

Y el inicio de su gestión llegará en un momento muy caliente en el fútbol argentino, golpeado por la sanción de cuatro partidos que la FIFA aplicó de oficio a Lionel Messi y que le hará perderse el tramo decisivo de la eliminatoria sudamericana.

El comienzo de Tapia, sin embargo, estuvo muy lejos de los centros de poder. Fue futbolista de Barracas Central en diferentes categorías del ascenso de Argentina, donde los jugadores perciben bajos salarios. A la par que desarrollaba su carrera deportiva, barría las calles de la capital argentina como empleado de una empresa de recolección de residuos propiedad de la familia del actual presidente, Mauricio Macri.

Tapia participó en acciones sindicales como afiliado del gremio de Camioneros, uno de los más importantes del país y conducido desde 1987 por el poderoso dirigente gremial Hugo Moyano, actual presidente de Independiente. Allí conoció a su esposa, Paola, uno de los nueve hijos que tuvo Moyano, quien lo considera «un hijo más».

«Un día, cuando estaba alejado (de Barracas Central), un grupo de socios y dirigentes me pidió por favor si podía venir a darles una mano porque el club estaba a punto de desaparecer», dijo Tapia en una entrevista de 2015 con el diario «Tiempo de San Juan».

El hombre que maneja el destino de la AFA | Getty

Tapia fue entrenador del equipo y dirigente antes de asumir la presidencia de Barracas Central en 2001, en plena crisis económica y política de Argentina. El estadio del club, ubicado en la zona sur de Buenos Aires, lleva su nombre desde 2014 y el equipo juega en el torneo de la Tercera División argentina.

Su participación como dirigente y la cercanía a Moyano lo llevaron hasta los lugares de poder de la AFA. Como Grondona, que presidió la entidad durante 35 años hasta su muerte en 2014, Tapia no habla inglés y tiene un origen humilde.

En 2015 fue nombrado vicepresidente de la AFA, lugar desde el que se dedicó a acompañar al seleccionado argentino en diferentes partidos y torneos internacionales. Lo hizo, por ejemplo, en las últimas Copas América de Chile 2015 y del Centenario en Estados Unidos 2016. Allí se ocupó de las cuestiones más urgentes del conjunto de Messi cuando la entidad madre no respondió.

Además de hábil dirigente político, Tapia es un hombre religioso. El «Chiqui» es especialmente devoto de la Difunta Correa, uno de los íconos religiosos y místicos que tiene el país.

Antes de viajar a la Copa América del 2015, el directivo pasó por el santuario de la Difunta Correa para pedirle que el equipo de Messi fuera campeón. Sin embargo, fue Chile el que levantó el trofeo tras vencer al conjunto albiceleste en la definición por penales.

Tapia concurre a su santuario al menos una vez al año, cuando visita a su familia en San Juan, donde vivió hasta los cuatro años, cuando llegó a Buenos Aires. «Siempre fui devoto de la Difunta, desde que era chico, y siempre pedí por la salud de mi familia y por las cosas personales», comentó en 2015.

El club de Tapia tiene muy poco peso en el escenario deportivo -como ocurrió también con Grodona y su Arsenal de Sarandí-, pero el directivo se ha logrado convertir en un referente de los clubes del ascenso argentino. Así, logró tejer alianzas con quienes, en un principio, se opusieron a su llegada a la presidencia, entre ellos el titular de Boca, Daniel Angelici, y el influyente vicepresidente de San Lorenzo y animador televisivo, Marcelo Tinelli.

«El dirigente que dice que no sueña con ser presidente de AFA es un mentiroso», expresó tiempo atrás Tapia.

Angelici, amigo del presidente Macri, será desde mañana uno de sus vicepresidentes; Tinelli, en tanto, quedó a cargo del vínculo entre la AFA y el seleccionado.

El directivo, no obstante, tiene sus detractores. Días atrás, la legisladora por la ciudad de Buenos Aires Graciela Ocaña se presentó en la Justicia para afirmar que Tapia, como su suegro Moyano, no podía ser presidente de AFA. «Amasaron de la nada una increíble fortuna que no encuentra justificación alguna en negocios legítimos», dijo.

Ocaña se refirió al rol de Tapia como vicepresidente de CEAMSE, una empresa encargada de gestionar residuos sólidos y en cuyo directorio figuran otros dirigentes del fútbol de ascenso.

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